Ha llegado el momento. Tenemos que hablar sobre el último fenómeno de Netflix: “365 Días” (o “365 Dni”, por su título original en polaco). Una película que ha arrasado en audiencia dentro de la plataforma, a pesar del apoyo nulo por parte de la crítica (0% en Rotten Tomatoes). Ya se sabe lo que se dice de los libros: que sea un bestseller no significa que sea bueno.
La misma historia se ha repetido con “365 Días”, que ha sido la película más vista en la plataforma y número uno en España, en Estados Unidos y el Reino Unido. Además de estar bien posicionada en países de medio mundo, especialmente en Europa. La cinta, que está basada en el libro de Blanka Lipińska, va camino de convertirse en la nueva obra de referencia del “porno para mamás”, además de que tiene una segunda y una tercera parte: “Ese día” (Ten dzien) y “Otros 365 días” (Kolejne 365 dni). ¿Os recuerda a algo? ¡Exacto, “50 sombras de Grey”!

Pero ¿es tan mala película? Eso depende de la perspectiva desde la cual se vea. Si lo miramos como diría Sthepen King, como “porno para mamás”, esta película arrasaría, como estamos viendo y como sucedió en su momento con «50 Sombras de Grey». Está claro que el sexo vende, es innegable y en esta película le dan un buen repaso al kamasutra. La cuestión es: ¿cómo se vende el sexo? Y es algo en lo que todas las películas y series fallan: atribuir problemas psicológicos, traumas, obsesiones, etc., a los protagonistas. ¿Tan difícil es crear personajes mentalmente sanos?
En el caso de «50 Sombras» el protagonista es un empresario filántropo con traumas infantiles que canaliza a través de una relación D/s con la que intenta ocultar que no quiere perder el control. Con “Instinto” más de lo mismo: un empresario con un trauma reprimido que se refugia en el sexo sadomasoquista.
En “365 Días” un mafioso italiano, Massimo (Michele Morrone), se obsesiona con Laura (Anna Maria Sieklucka), una chica a la que termina por secuestrar para hacer que, en un año, se enamore de él. Y como quien dice: si fuese tu vecino de en frente que es un viejo gordo, calvo y que trabaja en la construcción ¿a que eso ya no sería romántico?

Además, no es solo el tema del secuestro lo preocupante (que también), sino que él tiene la casa llena de imágenes de ella desde hace 5 años. Y es que, al comienzo de la película, el día en el que Massimo casi muere la imagen que vio antes de desvanecerse fue la de ella. Y a ella, por supuesto, le parece normal estar en una relación con un tío tóxico. ¿Soy yo o es que tiene similitudes con el jefe acosador de Anastasia, la protagonista de 50 sombras? ¿O con la obsesión por el control por parte del señor Grey?
Bueno, pero es que Massimo, en un alarde de caballerosidad, le dice a Laura que no piensa tocarla hasta que ella se lo pida. SPOILER: terminará haciéndolo. Que si no se enamora de él en 365 días entonces la soltará. ¿Y qué hace ella en cuanto tiene acceso a su móvil? Pues llama a su madre para decirle que le han ofrecido un trabajo de un año en Italia. A mí que me lo expliquen.
Por supuesto no penséis que Massimo es tan caballero. La verdad es que lo es a medias. Es verdad que no se folla a Laura sin su consentimiento, pero hace todo lo demás, a pesar de la negativa de ella: la abofetea cuando ella trata de huir, la obliga a masturbarle, la masturba él mientras ella está atada, etc. Y no solo a ella, a la azafata de su avión privado sí que se la folla sin su consentimiento. O al menos es lo que parece en la película.

Y este es otro gran problema de la cinta: la apología del abuso sexual y fomento la cultura de la violación. Y hasta cierto punto, romantizar el Síndrome de Estocolmo. Aquí es donde llega la polémica por parte del cierto sector feminista: la organización estudiantil Pro Empower ha pedido que o bien Netflix retire la cinta de su plataforma o bien ponga una advertencia de contenido explícito (como lo hace en ciertos capítulos de “13 Reasons why”). Sin embargo, Netflix ha anunciado que tendremos la segunda parte en 2021 y que no retirará la cinta.
Que sí, que es un libro/película de fantasía erótica, pero “365 Días” es porno, no explícito, pero sí porno. Perfectamente podría estar dentro del catálogo de PornHub con la etiqueta de “abuso”, claro que no tendría tanta visibilidad. Enfadaría a ciertas personas y la web se defendería diciendo que se trata de ficción y que es una chica actuando. Como siempre pasa cuando se trata de escenas de sadomasoquismo en las que las chicas son lo suficientemente mayores como para que sea legal.
Pero se trata de Netflix, una plataforma a la que entran adolescentes que los padres no tienen el control de lo que ven sus hijos (salvo el canal infantil) y que además estos se dejan guiar por las recomendaciones de la plataforma, recordemos que 365 Días ha entrado en el Top 5 de «lo más visto» a nivel mundial.
Netflix, además, ha decidido que la película va a estar en la sección de “románticas” y no es la primera vez que pasa esto. Con 50 sombras también sucedió: está clasificada dentro de películas románticas. En general todas las películas, libros, series, etc., con cierto contenido erótico terminan etiquetadas como románticas cuando no lo son. Porque decidir clasificarlas como eróticas tiene la connotación negativa que se asocian con el porno, la prostitución y la poca calidad.
Hola. Interesante artículo, pero hay algo que no me queda claro. ¿Por qué desde la salida de Cincuentas Sombras hasta hoy se ha acuñado el término «porno para mamás?
No es que me moleste, pero simplemente no lo entiendo.
El porno es porno, y no creo que tenga distinción respecto a las personas que lo vean. Así un bello vídeo de dos chicas lesbianas puede tener encanto tanto para hombres como para mujeres.
En fín, me quedo con la pregunta. Pero os agradezco que sigaís publicando tanto y tan interesante.
Un saludo!