Me gusta que me coman el coño. No lo puedo remediar. Recibir sexo oral me parece lo mejor que me pueden hacer en la cama. O en el sofá. En el suelo. O en la ducha.

Notar como me agarran de las piernas mientras meten la cabeza. Lentamente pasan la lengua, en los primeros minutos, cuesta arrancar la velocidad. Te centras en humedecerlo y en pararte a oler. Nos vamos convirtiendo en animales a medida que notamos que el clítoris se hincha.

Cuando empiezan las respiraciones fuertes, notas su boca cada vez más mojada, te van empapando de saliva descontroladamente y el cosquilleo que baja de tu cintura hacia abajo, aumenta.

Tus pezones se endurecen y no puedes evitar que tus manos vayan a jugar con ellos. Te agarran más fuerte, te clavan los dedos en las nalgas y la cadera. Empezáis a perder la cabeza.

Aleja la cabeza, aprovecha nuevamente para oler, y escupe donde estaba lamiendo. Con un movimiento circular restriega todos los fluidos y acaba succionando todo lo que se esconde bajo los labios vaginales. Mis gemidos comienzan a brotar y no puedo evitar moverme contra su boca

Quiero ponerle mi coño en su cara

Así es, le aparto bruscamente y le tiro contra la cama. Abro mis piernas sobre su boca y me siento en su cara.

Empiezo lento, pero sin perder el control de la situación. Hago fuerzas con los muslos para no aplastarle. Por el momento.

Noto como su cara se va llenando de mis fluidos, mientras gimo y subo y bajo. Quiero que mi coño se folle su boca así que aprieto más y le dejo casi sin respiración.

Ese es el mejor momento. Miras hacia abajo, tiene los ojos cerrados, disfruta del momento y como puede intenta seguir mi ritmo, pero su lengua no alcanza. Noto como un calambre recorre todo mi cuerpo.

Llevo sus manos a mis nalgas y le obligo a que me mueva más rápido, me impulse. Voy a correrme en su boca. Me encanta que me coman el coño.

Entradas relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *