Redes sociales

¿Practicamos cada vez menos sexo? Las redes sociales y la sexualidad

Las pantallas han venido para quedarse. Cualquier momento es bueno para consultar nuestras redes sociales, correo, envíos, comprar online o buscar citas, ya sea en tu casa, en el metro, en el descanso del trabajo o incluso cuando estamos con otras personas. Y es que nos hemos acostumbrado a consumir ocio de forma pasiva, lo cual también tiene efectos en nuestro cerebro, te explico:

El gran continente de las redes sociales está diseñado para que segregue dopamina en nuestro cerebro, una de las sustancias asociadas a la felicidad y que se encarga de regular el deseo, el placer y el sistema de recompensa entre otros. Por supuesto, hay que tener en cuenta que esta sustancia (que también se asocia a las
adicciones) se libera cuando socializamos, hacemos deporte, escuchamos música o conseguimos algún logro o reconocimiento, y sí, también cuando practicamos sexo. Entonces, por un lado tenemos nuestro cerebro sediento de dopamina y por otro nosotros que en vez de dársela de manera natural, se la damos mediante redes sociales y pantallas, a los que acabamos enganchados. De este modo, cuando llega la hora de ir al tema, parece que ya estamos saturados de sustancia D.

¿Follar? Desnudarnos ahora, sudar, ducharnos después… pfff qué pereza… mejor comentamos lo que Pepito ha subido a Instagram o qué tweets interesantes he leído hoy. Si nos enfocamos en el contenido de las redes sociales, no hay que ser un iluminado para darse cuenta de lo que mayormente se ve es la “cara bonita” de las
personas. ¿Para qué le voy a enseñar al mundo mi vida aburrida casa-trabajo trabajo- casa si puedo subir fotos de lo que como, dónde viajo, lo mono que es mi perro o lo graciosos que son mis amigos?

Redes sociales
Las redes sociales y Tinder han revolucionado cómo ligar.

Y es que a todos nos gusta gustar y en un mundo donde nosotros somos el producto, mostrar los problemas o inseguridades no vende. No satisfechos con eso, queremos parecer felices (que no necesariamente serlo), a poder ser, más felices que los demás, algo que debido a nuestra tendencia humana a compararnos, puede
provocar daños en nuestra autoestima, incluyendo el ámbito sexual.

Está claro que las redes han cambiado la forma en la que nos relacionamos, incluso a la hora de ligar se usan aplicaciones en las que priorizan el físico ante otras muchas características y en las que encontramos una gran variedad de personas entre las que elegir. El fenómeno Tinder que nos lleva a pensar que si una persona no me
gusta paso a la siguiente y cuando hacemos match, se enciende nuestro sistema dopaminergico.

¡Qué bien! ¡A Morenit@_69 quien he valorado principalmente por el físico le gusto (también en base al físico)!
Y ¿qué ocurre si no gustamos? (porque tu match también puede pasar a otra persona en cualquier momento y tienes la sensación de que tienes que marcar la diferencia). La autoestima cae en picado, apareciendo fenómenos como no estar a gusto con tu cuerpo, sentirte inferior, menor seguridad en ti mismo, vergüenza… lo que afecta a la hora de socializar con otros, tener pareja, tu sexualidad o tus relaciones sexuales con otros o contigo mismo.

¿El remedio? Ser críticos con lo que vemos y ser conscientes de la existencia de los filtros, los retoques y los “ay, sácame otra que salgo feo”. También trabajar la autoaceptación, porque cuerpo es diferente y no por ello es menos bonito. Y, por último, entender que las personas no somos objetos de consumo, que somos más que nuestras mejores fotos o momentos y que somos únic@s con nuestras fortalezas y defectos. Eso y apagar el móvil de vez en cuando (y follar más).

Autora: Johanna Beato, psicóloga.

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