Somos las brujas de carne. Las que rezamos a Venus y a la Luna llena. Las de los hechizos en plenilunio y las que ardimos en Salem. Las de los círculos de protección y la sal en las puertas. No tenemos escobas pero sí tacones de aguja. No volamos por el cielo pero nos dejamos ver en las barras plateadas que adornan la noche más cinematográfica.

Las brujas de carne somos aquellas que nacimos con un pecado capital en las venas. Hijas de Lilith y hermanas de Eva. Unidas en aquelarre por el ciclo lunar vivimos y nos encontramos en los senderos que forman los desastres de la vida, los prejuicios y los abusos.
Estamos orgullosas de nuestra condición y nuestro cuerpo. Amamos la carne que nos otorga movimiento y honramos la arcilla de la que venimos. Mujeres que alzan a otras mujeres. Mujeres que sostienen a las que caen y pegan los pedazos de las que se rompieron. Mujeres que beben lágrimas y te acompañan a casa para que no te sientas sola.
Pero lo que nos hace temidas y rechazadas es nuestra libertad. Porque las brujas de carne nos permitimos sentir, nos permitimos caer, nos permitimos verbalizar. Abrazamos lo bueno y lo malo y lo ponemos en nuestro favor. Nos queremos a nosotras en todas nuestras acepciones y amamos lo que nos rodea. El entorno y la vida que nos hace ser y estar.
Somos seres sexuales. Esa es nuestra orientación. Nos gusta el piel con piel. El orgasmo y el squirt. Gritar si nos surge y morder a ratos. Acabar con marcas por el cuerpo para hacer dibujos al día siguiente. Fieles seguidoras del placer carnal y defensoras del bienestar emocional. Creemos en la conexión con la persona y creemos en la chispa que salta entre dos seres similares. Podemos tener sexo de una noche sin sentir amor, podemos enamorarnos, podemos llorar… podemos sentir y eso es lo que nos hace peligrosas.
Nos gusta tocar y ser tocadas. Lo sucio y humano. El estar desnudos ante el día que despierta y despedir a la Luna entre gritos de placer. No sentimos vergüenza de nuestro instinto animal, ni siquiera del que lleva tu nombre en la solapa. Hacemos del orgasmo un arte y en nuestros ratos de soledad lo practicamos para sanar y aprender. Por eso nos llaman brujas, sabemos más de la feminidad que los que dicen ser maestros del deleite.

No hacemos amarres. No nos hacen falta. Las brujas de carne solo hacemos un amarre en nuestra vida y es con nosotras mismas. No nos intentes atar, somos alfa y omega de nuestra existencia. Le rezamos al amor propio y a las imperfecciones de nuestro cuerpo. Somos poderosas y por esa razón invencibles.
Bellas, legendarias y con fama de inalcanzables. Solo somos ninfas transmutadas, seres que no se privaron de sus alas. Ven conmigo y te ayudaré a sacar las tuyas, solo si te atreves a sentir, si le pierdes el miedo a volar.
La magia de nuestros ojos no es de este mundo, es de muchos. El hechizo de nuestra piel inolvidable, el bamboleo de nuestras caderas… eterno. Únete a mi aquelarre bruja de carne, tus hermanas te esperan, despierta… Pachamama te abraza. Bruja de carne hija de la Luna, vasalla de Venus y de la estirpe de las ninfas, vuela.