La expresión «sexo/género» define entonces el género como la inscripción cultural del sexo: el género es el sexo transformado en producto, un constructo de la actividad humana, el espacio donde el cuerpo empieza a hablar un lenguaje socialmente compartido y comprendido».
(Giulia Colaizzi, La pasión del significante, 2007) .
Ni hay una forma de sentarse propia de las señoritas, ni llorar es algo que sólo hagan las niñas. Tampoco es cierto que los hombres sean más racionales y las mujeres más emocionales, o que ellos tengan más capacidad de liderazgo y nosotras de empatizar. Qué va.
O, al menos, no es cierto desde el punto de vista biológico, aunque sí lo sea desde la perspectiva social. Por supuesto que yo me he acostumbrado a sentarme con las piernas cruzadas y a llorar cuando estoy triste. Es lo que he visto – y no hablo de la educación en casa – y, por tanto, lo que he aprendido.
El género es una construcción social en tanto que «ser hombre» o «ser mujer» es comportarse según lo que se espera de un hombre o de una mujer. Lo que nos parece una forma de actuar natural y predeterminada biológicamente es, en realidad, fruto de la socialización de género.
¿Y qué es la socialización de género? El aprendizaje de los comportamientos y actitudes asociados a uno y otro género, comportamientos construidos a lo largo de la historia en función de la ideología de género, que se manifiesta a través de la literatura, la pintura, el cine… etc.
Es decir, los dispositivos ideológicos (discursos artísticos, filosóficos, humanísticos) dan lugar a una imaginario social según el cual ser mujer es esto y ser hombre es esto otro; de ese imaginario aprendemos, efectivamente, a «ser mujeres» o a «ser hombres». Es por esto que hablamos de la identidad de género como producto de la socialización.
Pero como ligamos el género al sexo (identificando los órganos sexuales con la identidad de género a través de la asociación «vagina = mujer» y «pene = hombre») terminamos pensando que, efectivamente, son lo mismo, y que por tanto nacer con unos genitales es lo que determina tu género.
Los genitales son la primera asignación de género que se nos da, luego sí que cumplen un papel importante (¡que no determinante!); tener vagina hará que te asignen el ser mujer y tener pene implica que te asignarán ser hombre, y esta asociación puede coincidir, identificándote como tal, o no.
Luego interiorizamos unos comportamientos u otros porque al pertenecer a un género hemos aprendido, de manera inconsciente, que debemos comportarnos así, y no porque nuestra «naturaleza» se incline hacia una cosa u otra.
No es la biología la que determina el género, porque no somos mujeres por tener vagina, sino por identificarnos y ubicarnos socialmente en torno a las prácticas relacionadas con el ser mujer. Esto es importante, por ejemplo, para erradicar la idea de que las personas transexuales «han nacido» hombre o mujer pero «se sienten» lo contrario. Nadie se siente hombre o mujer, sino que eres hombre o mujer en función de la socialización.
Las personas transexuales socializan el género desligado a sus genitales, pero son hombres y mujeres en la misma medida que las personas cisgénero (que sí se identifican con el género que les fue asignado al nacer).
Por esto no hay que pensar que una mujer transexual es, necesariamente, aquella que tenía pene y, mediante una operación de reasignación de sexo ahora tiene vagina, o al revés en el caso de los hombres transexuales. Sencillamente hay mujeres con pene y hombres con vagina – en contra de lo que piense Hazte Oír -, porque, insisto, nuestros órganos sexuales NO determinan nuestra identidad de género.
Teniendo en cuenta que el contexto político actual está muy agitado y que hay a quien le gustaría reafirmar – pero bien – los roles de género para consolidar leyes machistas y LGBTófobas – eso de que «las niñas tienen que vestir de rosa y los niños de azul», por ejemplo – debemos , más que nunca, entender que las políticas de identidad no son un juego ni una elección.
Se me acaba la entrada – y la paciencia; es uno de los problemas de haber citado a Jair Bolsonaro – pero en las siguientes continuaré hablando de esta idea del género como construcción, de la importancia de la representación en los anteriormente mencionados «dispositivos ideológicos» y del género como performance.
XOXO, Gossip Girl.