Soy LaGata. Evidentemente, no es mi nombre, es mi alias en el apasionante mundo del fetiche de braguitas usadas. Soy una mamá casada de 35 años, profesional y con una vida normal. Podría ser tu vecina de arriba, o una de las madres que ves recogiendo a sus hijos del colegio, pero nunca imaginarías lo que hago en mi ámbito más privado.
Llegué hasta aquí motivada por pagar una deuda, pero la experiencia ha sido tan sumamente divertida y morbosa que se volvió adictiva, sí, como lees, porque esto engancha. El saber que existen personas que se excitan con el olor, sabor y textura de tu ropa interior es una dosis de morbo tal para mí que difícilmente creo que podré salirme del mundillo.
El vender braguitas usadas no es algo que se comparta de manera natural con tus allegados, al menos en mi caso, de hecho ni mi marido sabe que lo hago, lo que añade más morbo si cabe a la preparación del fetiche. El peligro de ser descubierta hace que mi líbido se dispare, lo que tiene una influencia más que evidente en mi lencería.
Todo comienza con un mensaje. Algunos directos y sin rodeos «Quiero tus bragas», otros entablan una conversación, desean conocerte, y es algo que adoro. No me gusta preparar bragas en serie como si fuera una mera máquina.
Me encanta conocer, siempre dentro de la discreción, al que está al otro lado, sus gustos, preferencias, lo que le hace llegar al éxtasis, y en ese momento, para mi es un reto el conseguir complacerle e invierto mi tiempo y grandes dosis de morbo en conseguirlo. Algunos desean braguitas muy sutiles, con un poco de flujo, otros aman una braga bien mojada por mis orgasmos, y otros tantos desean aromas más extremos. Cada fetichista es un mundo, y yo deseosa de ser la musa de su mayor intimidad.
No podría engañar, disfruto muchísimo preparando los pedidos desde el principio hasta el final. Siempre tuve el fetiche de mantener relaciones sexuales en pareja o soledad con alguna prenda de ropa, ya fueran tacones, braguitas u otro tipo de ropa interior sexy, y saber que otras personas van a gozar con el resultado de mi excitación sexual es lo más gratificante sin duda (sobre todo si luego me cuentan o muestran lo que hacen con mis braguitas) y, evidentemente, la gratificación económica es un plus. En mi caso, no es algo que te dé para vivir, pero es un extra que viene genial para una madre de familia con facturas que pagar.
Diría a las chicas que se están planteando entrar en el mundo de venta de las braguitas usadas que lo hagan solo si realmente les gusta, si les da morbo y excita, porque, aunque pueda parecer algo sencillo, no lo es. Esto no se reduce a ponerte una braga y ensuciarla para posteriormente mandarla por correo, es un proceso de excitación sexual mutua con desconocidos que si no lo gozas, se nota.
Autora: @lagatapanties.
Me encanta Gata,