Los angloparlantes lo llaman dogging, pero en España es más conocido como cancaneo. En pocas palabras, esta práctica consiste en disfrutar del sexo en espacios públicos, como puede ser el caso de un parque, una playa, unos baños o un área de descanso de una carretera. Esto ya está inventado, diréis, y se llama tener amplitud de miras sexuales con tu pareja, pero lo novedoso que tiene este concepto es que se desarrolla con desconocidos, tanto para heterosexuales como para homosexuales, con las debidas precauciones.

El nombre de dogging viene de que, originariamente, aquellos que iban a tener relaciones con gente anónima ponían la típica excusa de ir a pasear el perro, cuando en realidad hacían algo muy distinto. La clave es no volver a ver a esas personas con las que se tiene el sexo, esto es, que sea una aventura más y no trabar vínculos afectivos con la otra parte. En pocas palabras: aquí te conozco, aquí te mato.

Barcelona y Madrid, por aquello de ser las ciudades más pobladas de España, son los lugares donde más movimiento hay en este sentido, mientras que quienes lo ponen en práctica son de cualquier clase y condición: la edad y la procedencia no importan, el caso es disfrutar. La mayoría es gente sin compromiso que busca pasarlo bien, aunque también  hay parejas que se aventuran en busca de darle un giro radical a sus hábitos eróticos.

Cómo funciona

Una vez se ha entrado en el juego, cada cual elige las claves del contrato, como si fuese una sesión de BDSM, permitiendo una serie de cosas y negando otras. Hay personas a quienes les gusta que las miren mientras dan rienda suelta a su pasión, y de ahí que el voyeurismo haya llegado también al dogging. El caso más radical es que se permita que se les toque o, incluso, que cualquiera que pase por la zona se una a la fiesta y el disfrute y el morbo se multipliquen.

Internet es el punto de unión de aquellos que desean pertenecer a esta comunidad, si bien no son los primeros de la Historia que deciden gozar del sexo con extraños en espacios públicos. Hay indicios de que los romanos, que de orgías y bacanales sabían un rato, ya se reunían de forma anónima para desenfrenarse.

Estos encuentros deben permanecer en el anonimato, ya que a quienes encuentran en el cancaneo una forma de abandonar la monotonía no les gusta que se vayan pregonando sus afinidades sexuales. En España, existe una página web en la que uno se puede registrar y conocer a gente de su entorno con la que, de vez en cuando, quedar para echar una canita al aire. Si te animas, te damos un consejo: no pongas como excusa que vas a pasear al perro, que ya está muy visto. Lógicamente, tampoco lo digas si no tienes perro.

Imagen de portada: américaeconomía.

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3 comentarios en «Dogging: el sexo anónimo»

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