Tuve una compañera de piso que me dijo que quería follar en todas las habitaciones de la casa. Después de aclararme que eso no incluía mi habitación, mi primera reacción fue preguntarle ¿y en la cocina? Me marqué un M. Rajoy en toda regla. Mi entonces santa castidad me permitía imaginarme haciéndolo en la habitación de una, en el salón, incluso en la ducha, pero ¿qué podría haber de interesante en tener sexo en la cocina? Mi amiga se limitó a mirarme con una sonrisa pícara.

Lo confieso, a día de hoy mi pregunta me resulta absurda e inocente, y confieso que me he unido al club de los que consideran la cocina como un sitio genial para despertar las ganas de sexo y dar rienda suelta a la imaginación no solamente cocinando.

Los alimentos afrodisíacos quizás sean la relación más obvia. Sobre la comida afrodisíaca ya os hemos hablado (y si no lo has leído de nosotros, lo habrás visto en cualquier otro sitio). Chocolate, fresas, marisco… La variedad es muy diversa si quieres levantar la libido. Todo ello sin contar con que hay ingredientes que siempre han dado mucho juego en la cama, como la nata o el sirope.

El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante
Fotograma de la película El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante

También implica el uso más habitual de la cocina: cocinar. Más allá de los alimentos estrictamente afrodisíacos, cocinar también tiene su lado sensual. Recetas de cocina erótica pueden encontrarse a patadas por internet e incluso en libros específicos, pero además de eso, el preparar una comida especial a tu pareja es una forma más de mostrar cariño, de regalarle algo hecho por nosotros mismos. Incluso cocinando juntos la complicidad en este espacio puede generar el ambiente que buscamos para acabar dejando el comer para más adelante, o simplemente acabando con un postre de los que no se comen.

Por último pero no menos importante, se tenía que decir y se dijo: Es un lugar genial para probar posturas diferentes. Lo cierto es que en el salón o en la habitación la tendencia es ir a donde podemos tumbarnos. Obvio, la cama es el lugar más habitual y nuestro territorio más conocido, pero tiene una desventaja: la temida monotonía. En la cocina no hay ningún sitio cómodo en el que tumbarse, pero además de poder descubrir las mieles del sexo de pie, las encimeras suelen ser superficies que aguantan mucha carga. Quizás incluso para sujetar a una persona sentada. Vamos a dejarlo ahí y que vosotros le echéis imaginación.

A día de hoy creo que he aprendido un poco más sobre la magia de esta estancia, más allá del uso alternativo de la encimera. A punto de empezar nuestra tercera semana de cuarentena, no puedo sino animarte a que, como mi amiga, explores todas los rincones de tu casa, así como la resistencia de los muebles (sin accidentes, por favor). La cocina puede ser un sitio genial en el que empezar a experimentar e innovar, como en la cocina contemporánea.

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