Sudor que emana de tus poros al ritmo de cada embestida. Sudor frío en mi cuerpo cuando me miras y me dices que no nuestro momento.
Quisiera ser una gota de sudor para recorrer tu cuerpo caliente en busca de lo prohibido. Nacer en tu frente y morir en tu barba. Pasear por tu nuca y jugar con los lunares de tu espalda.
Vivir en tu pecho y esquivar el vello que lo habita. Vibrar con los latidos de tu corazón. Sortear tu ombligo y perderme en tu entre pierna.
Envidio el sudor de tu cuerpo, que lo invade y cubre como agua clara. Gotas saladas que caen en mi cara cuando me haces el amor. Pasa por tu frente, pasea por tu nariz y cae como una fina lluvia sobre mi. Y me encanta. Me pone como tu cuerpo responde al mío de esa manera.
Llega un momento que en mis caderas hay fluidos de los que no sé el dueño. Sudor, semen, flujo. Todo se mezcla en la danza que acostumbramos a bailar las noches que el miedo te deja acercarte a mi.
Agua salada y caliente. Hace que mis manos se resbalen de tus hombros y mis arañazos te escuezan. Cuando paso la lengua por tu cuello húmedo sabe a sal, a mar, a mi casa. Querría tenerte así siempre, despertar en verano y ver como las gotas hacen carreras por tu piel, y quedar primera.
Después te vas. El sudor se enfría. Todo lo cálido languidece y se queda como el vaho, efímero y pegado a las ventanas para poco a poco desaparecer.
Eres como el viento de levante, caluroso e inesperado. Apareces y te vas. Cuando la veleta gira al sur y mira al sol sé que estás cerca.
No sé qué quieres de mi, pero lo que sea te lo doy. Soy la luna roja y tú el sol que indeciso se asoma a verme de vez en cuando. No sé si es miedo o si realmente el astro rey no tiene dueño, pero en tus actos había más verdad que en las palabras que decías después.
Echo de menos tu sudor mezclado con mi saliva. Tu saliva en mi coño, tu lengua penetrándome y mis manos despeinándote. Tú dentro mi una y otra vez… hasta que amanezca.
Me quedaría a vivir en cada una de tus cicatrices porque son preciosas. Te besaría mientras hago que te corras en cualquier playa desierta, que solo nos escuche el mar. Te quiero hacer libre de elegir que quieras sudar el resto de tu vida conmigo.
Pero me conformo con verte de lejos, con sudar de noche a solas con tu recuerdo en mis manos, con esperar a que seas tú el que llame a mi puerta. Pero llama, que yo te abro, solo quítate los miedos y confía. Sé libre, vuela y vuelve cuando quieras, que si me dejas volaré contigo.