En esta vida hay tres bichos minúsculos que suelen causar no solo malestar en el desafortunado que les da cobijo, sino también mofa y vergüenza: las lombrices intestinales, los piojos y sus primas más sexuales, las ladillas. Estas últimas son las causantes no solo del rubor de quien las alberga, sino de muchas molestias físicas y la mala cara que pone aquel a quien se le comunica que en el vello púbico tiene unos inquilinos indeseados.
Estos okupas del pelo más íntimo son unos minúsculos insectos que se pegan a la piel de esa parte del cuerpo y habitan a sus anchas en ella. Como los piojos capilares, su presencia causa muchas incomodidades, y la forma de prevenirlos no es de buen gusto, ya que el único modo de evitar la llegada del Pthirus pubis es la abstinencia, y como que no es plan.
Quiénes son estos parásitos
Los también llamados piojos púbicos son unos insectos que miden entre uno y tres milímetros, con forma de cangrejo, y se caracterizan por un color amarillento, más o menos redondo y con sed de sangre, cual Drácula. Ese es su alimento, de ahí que provoquen intensos picores en las partes bajas de los afectados, sin distinción entre varones y mujeres. Si se detectan y tienen un color oscuro, es que acaban de tomar su ración de sangre.
La ftiriasis o invasión de estos pequeños animalitos se produce habitualmente por vía sexual, cuando dos personas tienen relaciones las ladillas aprovechan para colonizar una nueva persona. Sus síntomas se empiezan a apreciar con unos cinco o seis días tras el sexo, así que no siempre es fácil identificar quién ha sido el amable donante. Ocasionalmente su llegada se debe a contacto con la ropa o las sábanas de un portador, pero con menos frecuencia.
Una vez se nota la picazón, un rastreo del vello de los genitales puede dar resultado y ver, en la base de dicho pelo, diminutos bichitos haciendo de las suyas. En muchas ocasiones también se ven sus liendres, como se denominan a las larvas de color marrón claro que depositan las ladillas cuando se asientan en un nuevo hogar.
La noche es el peor momento, ya que se alteran y muerden la piel en busca de alimento, llegando incluso a dejar pequeñas marcas azules en los muslos y en el bajo vientre. Esta desgracia puede durar más de un mes, periodo que vive una hembra, capaz de depositar unos 30 huevos para prorrogar la especie y los picores en el afectado.
La solución
Estas sensaciones tan molestas pueden ir acompañadas de fiebres y de cierta irritabilidad, normal si en los bajos fondos un bicho no para de morder donde duele. La solución contra el ataque de las ladillas es acudir al médico, habiendo dejado la vergüenza en casa. Éste recomendará medicamentos del tipo Nix, RID o A-200. Los remedios caseros como bañarse en agua caliente no suelen funcionar.
El tratamiento debe durar una semana y, con otros siete días de por medio, repetirlo para acabar con los representantes más resistentes de la colonia de inquilinos del vello inguinal. Ya puestos, al haber contraído estos insectos, lo mejor es pasar por un examen médico en busca de ETS, ya que quizá la persona que las propagó no estuviera al 100% de su salud sexual.
Para evitar que la plaga vuelva a hacer de las suyas, se recomienda lavar con agua muy caliente la ropa, sábanas y toallas incluidas, que hayan estado cerca de la persona que tuviera las ladillas. Como curiosidad, estos insectos llegaron al ser humano por parte de nuestros ancestros los gorilas. ¡Pues menuda monería!