Por segunda semana consecutiva, en El Sexo Mandamiento os traemos una nueva entrega de etimología de las expresiones que más nos gustan, las sexuales. Si el otro día lo hacíamos desde la cama con ‘poner mirando a Cuenca’, hoy lo hacemos desde el closet (armario). En el mundo actual ya es considerado un modismo del castellano, y aunque algunos autores apuntan a que es de reciente uso, el primero en citarlo fue el hombre que hizo de John Barr en el mundo homosexual, Karl Heinrich Ulrichs.
Este escritor y pensador alemán es el verdadero héroe para el grupo homo de hoy en día. Sin él no se podría hablar de colectivo LGTB ni de una apertura sexual y moral sin precedentes. En plena unificación aduanera y más tarde administrativa de Alemania, nacía en 1825 este peculiar hombre que desde pequeño quiso ser una mujer. Así como fue de los primeros en acuñar el término ‘homosexual’ (junto con Karl-Maria Kertbeny), también hizo lo propio con el término ‘uranista’, ésta vez como su creador.
Algunos autores de la época se consideraron uranistas sin ningún prejuicio e incluso crearon un nuevo género lírico: la poesía uranista. Afrodita nació de Dione, de ahí que los antiguos heterosexuales se llamasen dionistas, pero si Afrodita, por el contrario, nació de Urano, entonces los hombres serían femeninos, transexuales en esencia, según la teoría emitida por el propio Ulrichs tras leer ‘El Banquete’, de Platón. Bajo el pseudónimo Numa Numantius empezó a publicar sus textos para hacerlo más tarde con su nombre real, momento clave para el tema que nos atañe.
Ese cambio en la autoría de sus reflexiones simboliza el paso de la oscuridad a la luz. Dando una vuelta de tuerca más, se podría considerar que Ulrichs recoge del mismo Platón ‘El mito de la caverna’ para explicar el tránsito de la verdad oculta a la verdad revelada. Aunque la etimología en este caso está bastante clara, algunos apoyan la teoría de que fueron los ingleses quienes normalizaron la expresión entre círculos universitarios a finales del siglo XIX y principio y mediados del XX.
La metáfora del armario (despojarse de las apariencias – el armario – y quedarse desnudo ante una sociedad crítica ante las minorías), tiene su ‘término paralelo’ cuando es otra persona quien pregona una homosexualidad encubierta, concretamente con el término ‘outing‘. La versión 2.0 de ‘coming out of the closet‘ es ‘to have a skeleton in the closet/in the cupboard‘ (tener un esqueleto dentro del armario – inglés americano/inglés británico – ), como símbolo de tener oculto algo que resulta embarazoso, algo que no se quiere revelar, como en su día era la homosexualidad, una enfermedad más, registrada como tal hasta hace unos cuantos decenios.
Hoy día utilizamos la expresión muy a la ligera, sin saber que detrás de ella se esconde el hombre que ha hecho posible que el progreso llegue a nuestros días y no se estanque, haciendo de la libertad sexual un bien a respetar, a proteger y, cómo no, a disfrutar. Aquí, nuestro pequeño homenaje a un personaje clave del que bien se podría hacer una tesis: Karl Heinrich Ulrisch.