La industria del porno por Internet no ha sido un camino de rosas. Como todo, en sus inicios, era casi prehistórico si lo comparamos con la tecnología informática de hoy en día. ¿Recuerdan cuando la pantalla inicial de Google tenía anuncios y parecía una página no-indexada de las de hoy? El porno a principios de los 80 se basaba en cuentos y relatos. Lo más avanzado en el aspecto gráfico fueron las imágenes en ASCII o las fotos escaneadas de revistas eróticas. Cuando Windows (creación a mediados de los 90) dio paso de su panel amarillo al azul celeste, las cosas mejoraron levemente.
El Usenet fue otra vía alternativa para compartir pornografía en un circuito cerrado y privado. Los servidores pornográficos de pago comenzaron justo en estas fechas, con los Tablones de Anuncios (BBC’s), donde podías acceder previo pago a contenido erótico. Este tipo de software también fue el creador de los primeros virus maliciosos y fue clave en el avance de Internet, pero su lentitud al cargar contenido lo hacía una herramienta muy poco práctica. Con Windows 3.1 los BBC desaparecieron y con ellos esa imagen que los más nostálgicos tenemos de los 80: un Atari enorme con letras gruesas de color verde sobre un fondo negro.
Fue a principios de los 90 cuando avance tecnológico y pornografía fueron de la mano. Durante el inicio de la última década de siglo y de milenio – que se dice pronto -, mis padres, y probablemente los tuyos, estaban acabando los estudios o encontrando su primer empleo. Voz repelente en el Telediario, humo denso en bibliotecas con lámparas fluorescentes y auge del ladrillo.
El porno, como todo en aquellos años, encontraba en Internet su mejor mercado. La World Wide Web (WWW) abría sus puertas y con ella, una galerna de páginas porno, gratuitas y de pago, vídeos en tiempo real y los primeros pasos de las cámaras web.
Un dato que revela la magnificencia de los progresos en la web en relación con el porno, es que en el lapso del 98 al 2005 el número de portales dedicado al contenido sexual ha aumentado de los 14 millones a los 428. La pornografía amateur siempre ha estado presente en los portales, así como páginas delictivas que en la actualidad siguen vigentes y se escapan entre los recovecos legales que proporciona algo tan etéreo como la red.
En 1998 había 14 millones de sitios pornográficos; en 2005, 428 millones.
La Deep Web, el porno prohibido
En los últimos años se ha popularizado el uso de la deep web. La denominada Internet profunda aporta un aparente anonimato que es aprovechado por usuarios medios y por ciberdelincuentes. En ella se encuentra la mayor parte de los contenidos. Internet funciona como un iceberg, la normal, la usada desde los 80 (Internet superficial) representa la pequeña porción de hielo que vemos; mientras que la profunda significa la masa enorme de datos no-indexados que están por debajo de la superficie. La web profunda mueve, ni más ni menos, que el 95% de los datos a los que podemos acceder mediante un motor de búsqueda. El buscador de esta Internet profunda o web perdida no es Mozilla o Chrome, su buscador es Tor, cuyas búsquedas generan extensiones .onion.
¿Y qué podemos encontrar en la deep web? Todo. Básicamente se puede encontrar de todo. Un buen funcionamiento de esta herramienta, si dispones de cierta soltura, te puede llevar a los lugares más inhóspitos jamás pensados y a portales con archivos de información muy extensa.
Este Internet abisal se superpone en capas. Las primeras albergan contenido ‘menos explícito’ como lugares de descarga gratuita de películas, libros y vídeos; sitios pornográficos o simplemente chats. Si nos adentramos en capas más superiores podemos encontrar mapas de conductos de ventilación de ciertos edificios emblemáticos, venta de drogas, de órganos e incluso de armas.
Aproximándonos al Nivel 5, la cosa se empieza a poner seria y reprobable. Sitios propios de grupos terroristas, pedofilia, libros prohibidos, información desclasificada de gobiernos e incluso coordenadas tan codiciadas como las de la Atlántida.
En la deep web hay desde sicarios a mapas de conductos de ventilación
Si eres un perverso típico, cuyos límites máximos son la zoofilia, tu sitio es la Internet superficial; pero si tu sadismo va más allá, la Deep web puede ser un gran descubrimiento. Eso sí, ¡cuidado de donde te metes! Porque el anonimato total es una leyenda. Desde El Sexo Mandamiento no nos hacemos responsables del uso que se le da a la información y recomendamos no sobrepasar los límites de lo razonable.