La semana pasada andaba cogiendo vuelos por la Madre Rusia, que es lo que tiene tener un novio ruso que se parece al Zar, al último, al más guapo. Hoy ando saliendo del gym con mi psicóloga, después de meternos una hora de entrenamiento militar, que ni que fuéramos a invadir Chiquitistán.
Yo y mis mierdas.
Una hora de entrenamiento militar después de pasarnos la noche en las Urgencias de Adeslas, que a mi psicóloga/mejor amiga, solo se le ocurre partirse una muela, de raíz, mientras cenamos en su casa y nos bebemos el Ebro. Lo de beberse el Ebro es muy de nosotros.
Pues de cabeza a Urgencias, que como mi psicóloga dice:
- Josebita, vámonos a Urgencias, que yo así no puedo chuparla, pero nos llevamos la botella de Rioja.
- Mejor dos, cari, que con una no nos llega.
- Pues dale…
- Urgencias nos pilla al lado del Bingo del Canoe…
- Luego nos echamos unos cartones que nos invitan a los gin-tonics.
- Pues ahora que lo dices, cari. Unos cartones y una líneas…
Resumiendo. Que nos fuimos a Urgencias, al Bingo y a las 7:30 de la mañana, entrenamiento militar en el Gym. Yo ya no sé si sudo Rioja o Ribera del Duero. Entre mis viajes a Rusia, el curro, las cenas con mi psicóloga/mejor amiga y los entrenamientos militares, me estoy quedando hecho una sífilis.
El sábado regreso a San Petersburgo. Ya tengo los billetes y ando haciendo la maleta, tres calzoncillos, tres camisetas, un vaquero y unas zapas. En ésta vida hay que viajar ligero de equipaje. A todos los niveles.
Y si hay algo que me gusta en la vida es viajar. Los aeropuertos me ponen cachondo y los aviones muy cerdo. Desde que vivía en Estados Unidos, y en unos de mis vuelos de regreso a España me tiré a un azafato de la Continental Airlines en el baño, lubrico cada vez que me subo a un avión. Fue todo un acierto. Precio especial en los billetes. Criatura.
A lo que iba, que desde el 29 de Enero ando con la cabeza fatala. Como diría la modelo con la que vivo. Esa gran filósofa del siglo XX.
San Petersburgo está bien. Traducción: No he salido de la cama de Nicky. Vamos que a mí la ciudad, el Palacio de Invierno, el Neva y su puta madre me han sudado los cojones. Me he pasado la semana follando. Y punto.
Mucha cena, mucho vodka, mucho caviar y mucha leche agria.
Nicky vive en una de esas casas de 1.800, de techos altos, mucha escayola, mucho suelo de madera y mucho ventanal al Neva. Todo muy ruso. Todo muy de narcotraficante.
Nicky me ha salido mafioso. Armas y drogas. Muy completito.
Como diría La Cospedal, esa manchega ilustre, “Nicky es gente de orden”. Y de todos es sabida la admiración que siento por La Mancha, esa tierra ilustre por sus putas, sus maricones, sus vinos y sus Cospedales. Yo también soy gente de orden. Tengo la cabeza lo suficientemente ordenada y disciplinada para cagarme en la puta cara de gente como ella. Y no salirme de la taza.
Las cosas con el último zar discurren igual que discurre el Neva por la ciudad. Limpias. Una semana de pasaportes falsos, cuentas en Suiza, de manuales de encriptación, de lanzagranadas y bombas de mano. Lo normal.
- Josebita
- Dime…
- ¿Has cambiado la vajilla?
- Sí, me gusta más la de Limoges azul cobalto.
- ¿Por?
- Nicky, cari, eres narco… la coca luce más sobre fondo azul.
- Me descojono contigo.
- Marketing, Nicky, marketing. Las drogas y las pollas entran por los ojos.
Después de esto es normal que no tenga el más mínimo interés en visitar el Hermitage. Bastante tengo con visitar el ojete de Nicky y organizar un negocio de drogas y tráfico ilegal de armas. Todo muy de gente de orden.
- Josebita…
- Dime…
- ¿Tú te has dado cuenta de que yo vivo en un cuento chino y tú en una peli de Almodóvar?
- No, Nicky, no. Es al revés. Tú vives en un cuento ruso y yo en una peli de Almodóvar.
- Pues también es verdad.
- Pues eso, maricón.
Y para rematar la semana, la modelo con la que vivo tiene novio nuevo. Dios me pille confesado.
Por cierto me llamo Joseba, y aún tengo la maleta sin hacer. Gensanta.
Autor: @josebakanal.