Los primeros meses como bisexual fueron raros, que si joder me estoy besando con una chica, que si le estoy comiendo el coño, que si qué cojones mira esa señora que le ha faltado tirarme un cubo de agua bendita desde el balcón. En fin, unos meses de adaptación a mis nuevos sentires. Tengo que decir que es como comerse la pastilla de matrix. Ya nada vuelve a ser lo mismo.
El mundo dejó de ser como yo lo conocía. De pronto me sentí observada y juzgada por las miradas de extraños que se creían con derecho de opinar sobre algo íntimo mío, sólo mío, señores, mío y de mi novia. Me di cuenta de que, en general, a la gente no les gustan las personas libres.
En general, a la gente no les gustan las personas libres
Volviendo a mi iniciación lésbica os contaré las primeras situaciones en las que me encontré y que siendo hetero nunca antes me había siquiera planteado.
A las dos semanas de empezar, le vino la regla a ella. Bueno, ¿cómo decirlo? No quería que la tocara ni con un palo en el sentido sexual, claro, en los otros sentidos tenía que hacerle masajes, cosquillitas, besitos, pero eso si sólo en el momento justo que le apeteciese a ella y a su santo coño, que menuda era.
Entonces, de pronto caí en la cuenta – y nunca mejor dicho -, de que si ella pasaba una semana ‘así’ y luego yo otra, aquí sólo nos quedaban quince días sexuales al mes y esto para una hetero como yo, se le hacía raro. Los tíos tienen sus días, eso es cierto, pero ninguno le hace ascos a una mamada aunque esté muy mal de lo suyo.
Una semana en ese estado se hace larga, te lo digo yo. Entonces me dijo que no sufriera sin sexo que me iba a echar un «polvo solidario» y que por lo menos yo lo disfrutara. He aquí la generosidad femenina. Qué relax.
Leer ‘Rubia, modelo y filósofa’, por Eba Kanal
Una semana más tarde, una vez intercambiados los papeles, entre sus gemidos, fluidos y orgasmos en ese famoso polvo solidario experimenté algo increíble, y fue correrme sólo de ver como se corría ella, cosa que no había vivido estando de rodillas con una polla en la boca y teniendo que tragarme el semen.
Pues eso, ya nada vuelve a ser lo mismo
Yo no pensaba que me cambiaría tanto esta experiencia de la ‘lesbianidad’. Me hizo más tolerante, más comprensiva y más flexible, sobre todo conmigo misma. Pero lo que mas me gustó fue descubrir lo grande que tengo el corazón y que no vale la pena reprimir los sentimientos, porque éstos son como los michelines, aprietas de un lado y salen por otro.
No vale la pena reprimir los sentimientos
Pasaron cuatro meses hasta que le dije «te quiero». Yo no soy muy de hablar de sentimientos, a decir verdad sólo hablo de las cosas que no me importan demasiado.
Pasó meses preguntándome si ya éramos novias. Me costó elegir la pastilla azul, bueno, o la roja, que nunca me acuerdo cual era la buena. En cualquier caso me tomé la que me hizo libre y valiente, fuese del color que fuese. Me convertí en su novia y ella en ‘mi todo’. Ya nada volvió a ser lo mismo.
Leer ‘Mi primera vez con una mujer’, por @brokenwings013
Lo que siempre es lo mismo son los días esos del mes en que nos turnamos los polvos solidarios y así nos ayudamos a pasar las turbulencias hormonoemocionales, y la verdad que se agradece que te echen una mano, una mano o lo que se tercie.
Porque como bien digo yo que para algo soy modelo y filósofa «polvo que no echas hoy, polvo que te pierdes».
Vale vale… que ya pensabamos que nos habias abandonado…. ni un despiste mas eh???? Queremos aventurita cada 15 dias… q ya se nos hace largo….. y ahora decirte que yo te entiendo…. (llevo 8 años esperando q nuestras reglas se unan… q si se me «cuadra» con mis compañeras de clase… del trabajo y hasta con mi odontologa…porque coño no me baja al mismo tiempo que a mi chica????… no habria polvos solidarios… pero habria muchos mas de los «egoistas»…. que leches!!!!)
ay Ana, me haces reír, me encanta que te enxanten las aventuras de Eba, ya no más despistes. hasta la próxima!