«Tiran más dos tetas que dos carretas». Así asegura uno de los refranes más populares en referencia a cómo estos atributos generan una atracción mayúscula en los hombres, hasta el punto de hacerles perder la razón y dejarse guiar por su bajo vientre si hay unos buenos senos de por medio.
¿Y por qué este dicho sigue teniendo vigencia? Lo cierto es que los pechos son uno de los puntos más destacados de la anatomía femenina y que más atención reciben por parte de los varones. Esta realidad, presente a lo largo de siglos y siglos, ha ido recibiendo distintas teorías en busca de conocer esta cuasiobsesión.
La evolución de las tetas
Uno de los postulados para dar respuesta a esta cuestión es la teoría del eco genital. Hace millones de años, cuando nuestros ancestros empezaron a caminar erguidos, las nalgas y la parte trasera del cuerpo cuadrúpedo perdieron importancia en favor de las tetas. Al ponerse en pie, la visión ya no quedaba a la altura del culo, sino que los pechos comenzaban a destacar y recibir la atención de esos primeros homínidos.
A su vez, que las mamas quedaran más expuestas y visibles remarcó su importancia en materia de procreación y reproducción de la especie. Ya que son el primera fuente de alimento para los vástagos, esta parte del cuerpo recibía más respeto y atención.
Por parte de las teorías evolutivas darwinianas, este naturalista entendía que durante miles de años las tetas fueron factor decisivo en la selección natural. Los senos grandes serían símbolo de fertilidad, al igual que se estima que ocurría con la anchura de las caderas.
Cuestión de hormonas
Un pensamiento más reciente corresponde a la oxitocina y la dopamina, presentes en los primeros meses de la lactancia de un bebé. Estas hormonas traen consigo una estimulación cerebral relacionada con la felicidad y con sensaciones placenteras primero en los infantes y posteriormente en la vida adulta, lo cual convierte al pecho femenino en un área altamente erógena.
La conocida como hormona de la felicidad también tiene efectos en las relaciones entre humanos. En primer lugar, genera solidifica la conexión natural entre la madre y su hijo durante la lactancia, mientras que unos años después ejerce de lazo sexual, dado que aporta satisfacción al cerebro a la par que difunde sistemas neuroquímicos que ayudan a la unión de una pareja.
Signo de riqueza
Según iban transcurriendo los años y cambiaban los usos sociales, llegó un momento en el que se entendió que tamaño el pecho de la mujer era una muestra decisiva de su bienestar económico. Dado que la grasa es el principal componentes de esta parte de la anatomía, un mayor tamaño mamario se correspondería con una buena alimentación y, por ende, riqueza.
La supervivencia de los sucesores, en unos tiempos medievales en los que la mortalidad infantil era muy elevada a causa de infecciones y escasez de higiene, era una gran preocupación para los hombres del momento. De esta manera, que la mujer estuviese bien dotada se asociaba a una mayor probabilidad de que el niño sobreviviera y pudiera ayudar en el campo y en el sustento familiar.
Insinuación actual
Ya de vuelta al siglo XXI, el panorama ha variado notablemente con respecto a unas centurias atrás, con una mayor normalización de las tetas en el día. Ya no se protegen con el pudor anterior, sino que forman además parte del atractivo femenino, que puede jugar con escotes o con una mayor o menor discreción en su vestimenta.
Dado que lo habitual es que el pecho no se enseñe por completo, sino que exista cierto grado de insinuación, este prohibido objeto de deseo genera una mayor atracción hacia el público masculino. Estas teorías, no obstante, también se ven complementadas por pensamientos como el que asegura que las mamas son lo primero que ve un recién nacido, quedándose así esta imagen grabada en su subconsciente y marcando su posterior vida adulta.
Si, como muy bien dices en tu artículo es algo con que los hombres, y también la mujer arrastra desde los tiempos más primitivos. El poder lamerlas, acariciarlas, tocarlas, no es más que la reminiscencia del sentido de la supervivencia. Y con tal, la del placer por poder obtener el primer alimento para su vida.
Esa manera subconsciente con la que se produce la atracción hacia el pecho se manifiesta en deseo sexual.
Buen artículo!
Gracias!!