Chicos, seamos sinceros: ¿nunca habéis pensado, o intentado, haceros una felación a vosotros mismos? Tal es el placer del sexo oral masculino que muchos varones han tratado de llevar a cabo la autofelación, una hazaña apta para muy pocos mortales.
La dificultad es tal que ha llegado a ser incluso catalogada de leyenda urbana, ya que requiere un tamaño de pene considerable y una flexibilidad que muchos hombres ni siquiera pueden soñar. Uno de los grandes mitos que giran en torno al afán de los hombres por poder llegarse al pene es que Marilyn Manson, el lúgubre y controvertido astro del rock, mandó quitarse las costillas flotantes para poder hacerlo con comodidad.
¡Falso! El músico lo ha desmentido hasta la saciedad, si bien esto no significa que la autofelación no exista, ni mucho menos, sino que existen unas formas de que los hombres puedan llegar a chuparse su propio pene. El Informe Kinsey recoge que menos de un 1% de la población masculina llega al contacto oral con su pene y que apenas un 0,2 o 0,3% puede ejecutar la autofelación.
El camino hacia la autofelación
Este intento de alcanzarse su propio miembro viril no tiene su origen en las últimas décadas, en las que Internet ha derretido tantas mentes, sino que se basa en la mitología, concretamente en la egipcia. Según las crónicas de las antiguas civilizaciones de Egipto, el dios Ra, deidad del sol y creador de la vida, originó a Shu, dios del aire; y a la diosa Tef-nut, diosa del cielo, tras hacerse una felación a sí mismo y salpicar su semen por el suelo.
Ya sea en busca de imitar estas capacidades divinas o de simplemente alcanzar una dosis extra de placer individual, los hijos de Ra han intentado imitarlo durante generaciones. Las claves para conseguirlo son una buena dote genética y, además de una cierta elasticidad innata, ejercitarse y calentar antes de probar las técnicas que os vamos a describir.
El primer paso para comprobar si un varón puede alcanzar la autofelación es probar sobre una superficie blanda, como una cama, la postura del yoga llamada alasana. Esta implica estar tumbado y desnudo -en estado erecto-, y llevar las piernas hacia atrás en una suerte de voltereta, acercando la boca al miembro todo lo posible.
Difícilmente se logre éxito a la primera, pero a base de práctica e incluso de ayuda externa tanto para mantener la erección como para ganar centímetros de estiramiento se puede uno acercar a su miembro. La segunda posibilidad conlleva estar sentado, también con el pene en plenitud, intentar tocarlo con la lengua e ir avanzando.
La flexibilidad es esencial para intentar alcanzar este sueño masculino, para lo cual no hay que desdeñar la ayuda externa. Una mano empujando la cabeza hacia abajo es un buen apoyo, especialmente si se va practicando durante una temporada para ganar una mayor elasticidad.
Una técnica más complicada supone abrir un poco las piernas y presionar la parte posterior del cráneo contra una pared -será buena idea poner algún tipo de protección blanda entre hueso y pared- y conseguir así que la cabeza se acerque gradualmente hacia el pene. Sea cual sea la metodología en busca de la autofelación, contar con una buena base genética en pene y flexibilidad es crucial para emular a Ra.
Ahora bien, sabiendo que apenas dos o tres de cada mil hombres pueden felar su propio miembro, tampoco hay que fustigarse por no llegar a su pene, por mucha gimnasia que haya de por medio. Por eso no hay que olvidar que la felación, con dos protagonistas en el rol activo y pasivo, también es muy buena idea para disfrutar.