Siempre me ha gustado que las cosas sean lo que parecen, especialmente cuando hay morbo de por medio. Lo de provocar siempre me ha parecido excitante, así que quisiera ver ciertas reacciones al verme leer en el metro o en un parque un libro negro, de tapas duras y solemnes, decorado con una sugerente ‘o’ acentuada, un óvalo pecaminoso con un imperativo ‘Tócate‘ vertical. Abrirlo supone ratificar lo que insinúa su fachada y cometer actos impuros.

Su contraportada incluye sesenta nombres que te impedirán incumplir el título del volumen tanto a nivel fotográfico como literario, si es que nos ponemos a distinguir entre los ingredientes de un mismo plato. Erótica receta de un menú irresistible en cuanto se abren dichas tapas como quien separa sendas piernas que esconden un tesoro que devorar con gula y lascivia.

Portada de Tócate. | Fuente: Jot Down.

Lo de Tócate ofrece sensaciones enfrentadas y, ciertamente, puede dar lugar a mosqueos. Joder, el tal Manu Brabo no se conforma con su Pulitzer y con mostrar mundos que jamás conoceremos mientras agita nuestras conciencias, así que decide hacer lo propio con nuestras entrepiernas. De Ricard García Vilanova mejor tampoco decir nada. Por cierto, a ambos y sin acritud: gracias por lo que hacéis.

‘Tócate’ es un buen regalo para quienes piensan que aquel que lee estas líneas es un guarro que siempre está pensando en sexo. ¡Diles que se unan y no desmientas lo que es cierto! Ellos también pueden descubrir que Mónica Carrillo, esa periodista que cuenta en la tele cómo está el mundo, escribe microcuentos muy recomendables para antes de irse a la cama, como los lametones que relata. También les puedes pasar un pódcast de los de Celia Blanco para que se pongan en situación si deciden saber más sobre los muestrarios de penes.

Coque Malla, Fito Páez, va por ambos, parece ser que no tenéis suficiente con el sexo que vuestra música provoca y acompaña en miles de camas, así que también habéis decidido hacerlo literariamente. Dejad un poco de talento para los demás, que falta (nos) hace.

Las firmas que rubrican cada uno de los textos ponen nombre a relatos, a fantasías, a realidades, a sexo japonés con pulpos de tentáculos kilométricos, a las perversiones de Chaplin, a Vivien Leigh follando hasta con el viento, a canciones cuya voz y música también dicen «Tócate». La sexualidad empapa las páginas de la historia y la cultura como se humedecen los bajos de unos chavales que follan en un campanario. No deberían hacer falta libros para que lo sepamos, pero también es verdad que los libros son el camino más rápido hacia el conocimiento.

El sexo también es política, pues probablemente incluso las mentes más conservadoras divaguen lúbricamente durante sesiones trepidantes como las de las gafas de Pedro Sánchez. Causa impresión, y perdón por el chascarrillo, leer a Gabriel Rufián describir un tórrido encuentro homosexual masculino en un espacio público. Hubiera tenido su picante que Mariano Rajoy se hubiese animado a firmar unas líneas; tal vez el BDSM hubiera llegado con Rafael Hernando.

Firmas que gritan «Tócate». | Fuente: Jot Down.

Actrices que son emblema de nuestro cine y voz autorizada en el feminismo; un ministro que no llegó a serlo; escritores que pasean la lengua por librerías internacionales y por los lóbulos de nuestras orejas al leerlos; altaneros presentadores de televisión y artistas de todos los ámbitos. Todos ellos susurran mientras ordenan «Tócate», el único pretexto válido para soltar el libro negro de la perversión. Quién sabe, quizá lo puedas humedecer y prestárselo a manos y ojos que no saben qué fluidos han salpicado ese papel blanco y negro que provoca fantasías en color.

Tócate y lee. Lee y tócate. La lectura es un ejercicio de masturbación, un orgasmo cerebral en el que culminar con cada punto y seguido. A veces una paja, como dice mi tocayo Tallón, es la solución a cualquier mal. La lectura cuenta con la misma prescripción, especialmente si es capaz de estimular los dos principales cerebros del ser humano.

Imagen de portada: Jot Down.

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