La novela erótica ha sido un género muy popular desde que al primer iluminado, hace ya miles de años, le dio por juntar letras. El sexo, las relaciones sexuales, la cultura de la sexualidad y el morbo han gustado tanto en la práctica como en la teoría. Por tanto, la actualidad no es excepción, sino que refuerza esta tendencia. Sextasiados, firmado por Pablo Ortiz García, confirma la evolución de un estilo literario cuya calidad va al alza.
Uno de los puntos más curiosos de esta novela no es otra que su autoría, ya que lo firma un hombre. Sin caer en el error de la generalización, son habitualmente mayoría las mujeres que abordan el erotismo literario o que hablan de la sexualidad sin tapujos. Más allá de este aspecto prácticamente anecdótico, Sextasiados recoge unos encuentros sexuales que más que novelescos son perfectamente factibles en cualquier vida cotidiana.
A través del uso de un lenguaje claro, sin rodeos y sin caer tampoco en la vulgaridad, Ortiz pasea por las inquietudes sexuales de unos protagonistas que plasman cómo el sexo no es algo secundario en la vida humana. Carla, David, Leire, Ismael, Verónica o Alexandra somos cualquiera de nosotros, con nuestras ganas de follar intactas o con gemidos en mayúsculas.
Los juegos de letras cursivas y redondas entre las páginas permiten al lector formar parte de los cambios de pensamiento y contexto del relato. La novela erótica no deja de ser una historia, quién sabe con qué dosis de realidad o de ficción, en la que el autor plasma inquietudes, conflictos o sentimientos con el trasfondo del sexo.
«El dedo de Russell sigue perforándola, está chorreando y quiere ser follada ya, no aguanta más. Deja de chupársela a Leo y le dice a Russell que se tumbe en el suelo boca arriba para sentarse encima de su polla con las rodillas en el suelo». ¿Quién no se imagina en un trío de estas características? Sextasiados permite el éxtasis de quien sostiene el libro solo de pensar que, quién sabe, esa misma noche puede imitar a los protagonistas de la obra.
Sextasiados sale de las sombras
Otro tópico manido y perjudicial es que la literatura erótica es sucia y poco apropiada para lectores decentes. ¡Falso! De igual manera que en los vagones de metro en los que los personajes dan vueltas a su vida mientras otros anónimos ciudadanos leen cualquier cosa, la realidad no es distinta. Unos mirarán su teléfono; otros, el periódico; otros, un libro que describe una penetración anhelada en un espacio público.
Todas las opciones son igual de legítimas, de ahí que el autor cumpla con su promesa de «disfrutar del sexo leído alejado de habitaciones rojas y negras encerradas bajo llave». La proliferación de literatura erótica de calidad y con sentido es una buena señal de cara a la expansión de la sexualidad y la cultura del sexo como algo saludable y beneficioso, tanto en lo literario como en lo práctico.
Lo único en lo que miente Pablo Ortiz García en su Sextasiados es en el «dos» final, puesto que en sus páginas se agolpa el deseo sexual de muchos más personajes. Esta bacanal de sexo, literatura y un argumento solvente que no aburre se traduce en un buen regalo tanto para quienes más disfrutan del género como de los noveles. Nunca es mal momento para descubrir el sexo literario, especialmente si tus sentidos se van a excitar.