Suena el despertador, te quitas las legañas, sales de la cama y ahí está: tu pene dándote los buenos días. Una sensación mixta, de felicidad por un lado, al recordar que tu compañero de aventuras sigue ahí; y otra de cierta incomodidad, sobre todo según la posición en la que hayas dormido y la talla del calzoncillo. Estas erecciones matutinas tienen una explicación, y no es precisamente aquello de que «desde que amanece, apetece» -que también-.
Cuestión de cerebro
No se debe a que los hombres seamos unos obsesos y unos pervertidos, o que hayamos tenido sueños calenturientos, o que nuestro organismo nos recuerde que, como seres de la Naturaleza que somos, no se nos puede olvidar nuestra misión de perpetuar la especie. Todo tiene una lógica, y en esta ocasión responde a la fisiología masculina en plena fase REM. Aunque no os deis cuenta -quizá vuestra pareja sí-, el pene de un varón se pone erecto unas cuatro o cinco veces por cada noche, especialmente en el caso de los jóvenes.
Durante el sueño, se incrementan los niveles de testosterona masculina, que llegan a la cumbre en las primeras horas de la mañana. Además, el hecho de estar unas cuantas horas sin miccionar supone que la orina se acumule en la vejiga y contribuye a que, centímetro a centímetro, eso siga creciendo.
Las erecciones, que duran entre 15 y 45 minutos durante la noche, obedecen a un mecanismo de recuperación que beneficia la salud del pene, ya que los cuerpos cavernosos de este se llenan de sangre, se oxigenan, y este está disponible para una nueva jornada. Cuando desde el cerebro, que es el que lo maneja todo, se emite la señal que inicia la erección, el óxido nítrico entra en acción. Este gas relaja la musculatura del miembro viril y las arterias helicinas de la zona.
La sangre penetra en estas estructuras y claro, se produce la tumescencia peneal nocturna, que es como se conoce a este poderío mañanero. El aumento de tamaño llega a ser del doble de cuando está flácido, pasado de unos cinco o seis centímetros hasta los doce o catorce, aunque depende de la dote de cada individuo.
Preocupación
¿Y qué pasa si las erecciones brillan por su ausencia? Es una mala señal, ya que significa que la circulación sanguínea del entorno del pene no funciona adecuadamente, lo cual es precedente de problemas de impotencia, que tienen mucho que ver con el tabaquismo, el abuso del colesterol o la obesidad, que tan dañinas son para el sexo, por no hablar de cuando la psicología interviene de por medio.
Como dato curioso, entre los 13 y los 15 años, en los que los adolescentes empiezan a descubrir su sexualidad, pasan el 30% del tiempo que pasan durmiendo con el pene enhiesto. Ese porcentaje poco a poco se va reduciendo según aumenta la edad, pero lo peliagudo es cuando no se produce. Así que, mientras que vuestro miembro acuda fiel a su cita cada mañana, no os preocupéis. En caso contrario, no tengáis miedo a solicitar la opinión de un especialista antes de recurrir a la Viagra, que seguro que os ayuda a recobrar el ánimo.
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