Los íncubos y súcubos son unas presencias malignas que solo desean corromper al prójimo a través del sexo. La leyenda cuenta que estos malvados entes demoníacos se aprovechan del sueño de los inocentes para adentrarse en su subconsciente y seducirlos hasta la muerte si es preciso. La persona afectada disfruta como jamás ha disfrutado del sexo con estos malévolos invitados a la cama, pero corre el riesgo de que se le absorba su energía o incluso muera. En cambio, otras interpretaciones recogen que el sexo con ellos es horrible, doloroso y tortuoso.
Estos personajillos legendarios proceden de la maravillosa mezcla de folclore popular, tradiciones medievales y creencias religiosas. La explicación científica procede de dos circunstancias distintas pero relacionadas: las poluciones nocturnas y la parálisis del sueño. La primera, en la que las sábanas acaban acartonadas, de traduce como la visita del súcubo (que representa a la figura masculina de estos seres). La segunda, esa especie de vigilia mientras el cuerpo duerme, se interpreta bajo la angustia de tener a un demonio encima. Pero, por si la versión racional no te convence, o notas algo raro esta noche en el catre, allá van más detalles.
Íncubos: Merlín y los penes fríos
Los íncubos son la versión varonil de estos demonios. Según la tradición, el inmenso deleite sexual con el que agasaja a sus víctimas nubla la razón de las afectadas, pero hay truco: el pene del maligno es frío. No es mala forma de detectar que te estás tirando a un diablo. Estas criaturas del infierno son perfectamente capaces de dejar embarazadas a las mujeres en estos encuentros ocultos. Tan malos son que a sus descendientes les dejan un legado envenenado: o bien obtienen habilidades especiales, o bien son deformes y el mal en persona. El mago Merlín pertenece al primer caso.
La rumorología coincide en que el padre de Merlín es el maligno, pero se abren dudas sobre la madre. Unos dicen que era una monja; otros, que una prostituta. La etimología de los íncubos explica perfectamente quiénes son estos bichos: vienen del latín incubus. In significa «sobre» o «dentro de» y cubare algo similar a «acostarse» o «yacer». Esta maléfica entidad se acuesta sobre los inocentes dormilones y la que prepara es parda.
Súcubos: Lilith y las chupasemen
Una capacidad inherente a los íncubos y súcubos es aquello de sorber la energía de sus víctimas. En el caso de los súcubos, figuras femeninas de estas entidades demoníacas, esta energía procedería del semen de los elegidos por estas malvadas mujeres. Las poluciones nocturnas, algo natural y saludable, se entendían como resultado de la visita de dichas siervas del mal.
Los súcubos se fijan especialmente en los buenos hombres, en los pobrecillos que han destinado su vida a hacer el bien. Los monjes del medievo también caían a menudo en sus garras. Estas figuras tenebrosas disfrutan corrompiendo entre la noche, en la que gobiernan gracias a su capacidad de seducción. Son atractivas, con ropas diminutas y un aura de morbo que engaña a cualquiera, sobre todo a los pardillos.
La demonología apunta a que el súcubo más famoso es Lilith, una protagonista habitual en leyendas e historias para no dormir. Esta mujer se presenta como la madre de los íncubos y súcubos. La reina de la oscuridad y la noche se presenta como sensual y pelirroja, bella, sabia e irresistible. La primera mujer creada por Dios y madre de los demonios bien merece una explicación aparte.
Aquello de súcubo deriva también del latín, de la derivación de succuba. Este término viene de sub (arriba, arriba de) más cubo o cubare, que viene a ser «yacer». Esta interpretación retorna a la parálisis del sueño, en la que se siente una opresión en el pecho que en este caso se asocia a que una amiga de Satanás anda por el cuarto.
Cómo sobrevivir a los íncubos y súcubos
Una vez conocido este demoníaco problema, toca ponerle remedio. Primer paso: ¡No retar al demonio! El portal Mundo esotérico paranormal recomienda decir algo similar a «Yo sé lo que eres y lo que quieres. Mi cuerpo no te pertenece” cuando la víctima note que los malditos se están propasando. Otra recomendación es trabajar bien el subconsciente y cerrar las heridas internas de las que se aprovechan los íncubos y súcubos para sembrar el mal.
Las tentaciones o los miedos, dos grandes debilidades del ser humano, las aprovechan los entes malévolos para chupar la energía y la vida a cambio de, según la versión, un buen rato de sexo. Quién sabe, quizá haya a quien le valga la pena y comience a invocar a los demonios con ouijas caseras y ritos chungos.