Autor: @imposibleolvido

El timbre resonaba en la estancia. Insistente. Tina se levantó, se ajustó una bata en dos movimientos y cerró la puerta del salón tras de sí. Entre al baño, las ganas de orinar después del polvazo me la habían vuelto a poner juguetona. Me enrollé una toalla en torno a las caderas, antes de volver a salir.

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Rebuscaba entre los CD´s, sentado en el sofá, cuando Tina golpeó el cristal de la puerta, «ponte algo, Joss, tenemos visita». No me dio tiempo ni a incorporarme cuando la veo entrar acompañada de Julia, la preciosa vecina de al lado. No la veía desde hace un par de semanas que coincidimos en la piscina, aún recuerdo la forma de sus pezones bajo la tela mojada del bikini, mi polla cabecea recordándolo y yo, me hundo más en el sofá, con el apuro de que me lo noten.

«Pasa, Julia, ya te dije que no había ningún problema, puedes quedarte el tiempo que quieras, nosotros estábamos.. bueno, estábamos a punto de ver una película, verdad, Joss?» La muy zorra, no le molestaba lo más mínimo la presencia de Julia. Yo estaba bastante incomodo, la verdad, me limité a asentir con la cabeza. Ella hablaba y hablaba entre risas, pude escucharla excusarse por ir casi sin ropa, riendo por ello, tan normal, vamos, lo más natural del mundo cuando te visita la vecina veinteañera.

Julia me miraba casi de reojo, podía notar su bochorno en la forma en que evitaba cruzar su mirada conmigo. Eso me hizo bastante gracia. «Ponte cómoda, Julia, vamos Joss, elige alguna película y mientras voy a la cocina a por una botella de vino ¿o preferís cerveza?

Julia me miró sonriente y pidió vino, yo asentí con la cabeza y de repente comprendí que la tarde prometía ser muy interesante. Se sentó junto a mí, si tenemos en cuenta que el sofá es de seis plazas, no me negaréis que era cuanto menos… sospechoso. Yo cerré involuntariamente la pequeña toalla sobre mis piernas en un intento inútil de que no se abriera mucho, ella eligió ese momento para clavar su mirada en la mano que la cerraba y soltó… «no me voy a asustar, no te preocupes».

La adrenalina empezó a circular a toda velocidad por mi cuerpo, ¿esta chica me está dando algún tipo de mensaje oculto o es  la que lo malinterpreta todo?

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«Pues lo que os iba diciendo, podemos ver la película juntos, y ya llegará tu hermano con la llave, Julia, no hay problema, ¿quieres que te deje algo más cómodo o darte una ducha?». Tina iba abriendo el vino y sirviéndolo  en las copas mientras nos miraba a los dos muy sonriente. Demasiado sonriente. Sospechosamente sonriente…

Me levanté a poner la puñetera película y justo la toalla, eligió ese preciso instante para caer de golpe al suelo, miré a Tina, preocupado y ella me guiñó el ojo, cómplice. Seguí valientemente hasta el mueble del televisor, consciente de que dos pares de ojos me miraban el culo, puse la película y escuché a Tina cómo iba bajando las persianas del balcón.

Al girarme vi a Julia sacándose el pantalón y enseñando sus culottes de florecitas rosadas, esto iba rodando solo. Mi yo interior se relamía de placer. Tina se acercó a mí, abriendo su bata y ofreciéndome su boca, su preciosa y jugosa boca. La agarré por la cintura y la pegué bien a mi semi-erección, ella me metió la lengua hasta la garganta y mi mano busco su coñito, aún mojado. Levanté la mirada y vi a Julia con la boca entreabierta mirándonos.

Tina me separó y sacándose la bata, invitó a Julia a que se quitara la camiseta y las braguitas. Empezaba la película, yo no sabía si sentarme en el sofá, lanzarme a arrancarle la ropa a la vecina o follarme a Tina delante de su carita de boba ‘inocentona’. Opté por lo primero, cogí mi copa y me acomodé en el sofá, en la esquinera, estirando mis piernas cruzadas y con toda la polla en posición de alerta.

Tina se acercó a Julia, y la muy zorra se puso a besarla, en la boca, delante de mí. Me froté los ojos, no podía negar que me gustaba lo que veía pero tampoco negaré que no me lo esperaba. Julia se estaba desabrochando a la vez el sujetador, lo intentaba, yo me moría por verle los pezones, mi polla brincaba de anticipo, me adelanté y le solté yo el cierre del sostén, Tina se separó y me dijo, «adelante, bésala».

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Julia me miraba interrogante y yo no sabía a ciencia cierta si aquello era otra de las misteriosas pruebas de mi apasionada mujercita, pero por Dios que no iba a pararme a pensarlo ahora, la besé. Era una boca de labios finos y lengua exigente, sus dientes rozaban mi lengua, y mi mente no podía dejar de mandar ordenes de tocar esas poderosas tetas que me rozaban el pecho. Las toqué, con ganas, con saña, apreté los pezones entre mis dedos y a la vez pensé que ahora empezarían los problemas con mi Tina, ella sólo me dijo que la besara, me aparté y la busqué con la mirada, bebía apoyada en la mesa del salón, con los ojos vidriosos y la cara sofocada, me sonrió.

De repente la quise más que nunca, aparté a Julia y me acerqué a esa fierecita indomable que tenía por esposa. La besé, con todas las ganas del momento, con ansias, ella agarró mi polla con su mano experta y mordió mis labios, vi fiereza en su mirada, vi deseo, deseo en estado puro. Eso hizo tensar mi polla, me rozaba el puñetero ombligo: había que follar.

«Puedo unirme a vosotros?» la voz tímida a mi espalda me recordó que no estábamos solos: ¡Julia! «Sí, claro que sí, ven aquí Julia». Tina la cogió de la mano y empezó a besarle el cuello. Julia era más alta que Tina, tenía buen tipo, aunque nada de culo, le pasé la mano por la barriga, y bajé mis dedos a su coño, estaba caliente y mojado. Su cara estaba completamente roja, y ese rubor le coloreaba los hombros y la parte de arriba de los pechos.

Tina estaba besando y lamiendo sus tetas, yo la besé en la boca por encima de la cabeza de Tina, me gustaba como medio mordía mi lengua, suave y lento, noté el jugo caerme entre los dedos, Tina se alzó, me apartó la mano hábilmente con la suya, y empezó a frotarle el coño, yo estaba alucinado. Empecé a tocar a mi Tina por detrás, dedo anular en su pipa, e índice bajando por su ranura hasta su culo. Estaba completamente empapada, ellas se besaban y yo creía que me iba a correr con sólo mirarlas, me coloqué detrás de Tina y apoyando la cabeza de mi polla en su chochito, la ensarté de un sólo movimiento hasta el fondo, apretó su cara entre las tetas de Julia, metiéndose un pezón en la boca.

Julia se agachó, empezó a comerle el coño a Tina por delante mientras yo seguía entrando y saliendo desde atrás, vi como enterraba sus manos en el pelo de Julia y la empotraba contra ella, yo noté unos dedos rozando mis huevos, creo que no me había sentido tan jodidamente poderoso como en ese momento, Tina y yo temblábamos.

Al sentir que Tina se corría, me retuve, decidido a darle lo suyo a la vecinita. Con la polla totalmente erguida, agarré a Julia, la senté a horcajadas sobre mí y de cara, me rodeó con los brazos y mientras me besaba se puso a follarme como si en ello le fuera la vida, Tina había desaparecido hacia el baño, me corrí dentro de Julia mientras ella botaba gimiendo sobre mí.

Tina salió del baño, sonriente, (gracias a Dios), y yo me tranquilicé y  fui a lavarme.

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