Las convenciones sociales, al igual que las reglas, están para romperlas. A priori parece que lo ‘normal’ es el amor entre un hombre y una mujer, las relaciones heterosexuales, tener hijos y formar una familia. Poco a poco el ser humano ha aprendido a tolerar otras tendencias sexuales, como el es ejemplo de la homosexualidad o la bisexualidad, pero lo cierto es que estas condiciones continúan siendo un tabú y estando mal vistas por algunos sectores de la población, lo que conduce a problemas de aceptación por parte de las personas que tienen una orientación sexual distinta a aquella que la sociedad ha establecido.
Biológicamente también puede parecer que lo natural para el ser humano es mantener relaciones que le conduzcan a perpetuar la especie, es decir, sexo entre un hombre y una mujer. Lo que la sociedad no sabe es que hay muchas orientaciones sexuales reconocidas, por eso hoy os presentamos siete de ellas.
Monosexualidad
La heterosexualidad y la homosexualidad son orientaciones monosexuales, puesto que en ambos casos únicamente se siente atracción por uno de los dos sexos.
La heterosexualidad, es un término que hace referencia a la atracción por el sexo opuesto -ya sea sexual o emocional- y que fue utilizado por primera vez en 1892. Apreciable en muchísimas especies animales, constituye la orientación sexual mayoritaria entre la población humana, defendida a ultranza en muchas ocasiones por sectores que abogan por el modelo tradicional de familia y sexualidad. Esta expansión social conlleva que sea la orientación aceptada por la normativa política, religiosa y cultural, cayendo muchas veces en el heterosexismo.
Dentro de la monosexualidad, la homosexualidad se configura como la tendencia diametralmente opuesta a la orientación hetero. Se podría definir como la atracción por personas del mismo sexo y que, por tanto, tiene dos variantes: el emparejamiento masculino-masculino -popularmente conocidos como gays-, y su contrario, la relación entre dos mujeres -coloquialmente lesbianas-. La homosexualidad no constituye un comportamiento aislado humano, sino que se ha observado en diversas especies animales, como es el caso de los leones, los patos o los bonobos. Esta conducta se ve en muchas ocasiones reprimida por la normativa hetero-social anteriormente mencionada.
Polisexualidad
La polisexualidad, atracción por diversas identidades de género, estaría formada por las conductas bisexuales y pansexuales.
La más conocida de ambas es la bisexualidad, que comprende el deseo sentimental y/o sexual tanto por hombres como por mujeres, indistintantemente del sexo de la persona y que, al igual que en el caso de la homosexualidad, se ha manifestado en distintas especies animales además de la humana. Está reconocida como una combinación entre las dos tendencias monosexuales y, para muchos investigadores, como es el caso del psicólogo Sigmund Freud, es la orientación sexual humana establecida en el momento del nacimiento, una conducta que, con el desarrollo de la persona, terminará dando paso a una atracción hetero u homosexual.
La pansexualidad puede ser considerada como una variante de la tendencia bi. También denominada como omnisexualidad, se caracteriza por la atracción por la personalidad, sin tener en cuenta el sexo o la estética de las personas. Esto incluiría, además del deseo hacia hombres y mujeres, la atracción por personas intersexuales, intergéneros o transexuales.
Ni mono ni poli
Hay personas cuyas tendencias sexuales no pueden englobarse en ninguna de las categorías anteriormente descritas o, incluso, que carecen de orientación sexual.
Se denomina como asexuales a aquellas personas que no tienen una orientación sexual definida y que, por tanto, no desarrollan ningún tipo de atracción o deseo sexual hacia ninguna identidad de género. Por estas características, para muchos expertos no puede ser catalogada como una orientación sexual más. Es importante no confundir la asexualidad con la abstinencia o el celibato, puesto que estas últimas no tienen porque estar faltas de deseo, sino que se configuran como circunstancias carentes de actividad sexual, bien deseada o bien impuesta por circunstancias o por valores personales, culturales, religiosos o morales.
Hay casos en los que únicamente se desarrolla atracción sexual hacia aquellas personas con las que previamente se han establecido unos lazos emocionales o sentimentales estables. Esta conducta se denomina demisexualidad. La demisexualidad puede tener características tanto hetero como homosexuales y, antes del establecimiento de esos vínculos emocionales, estas personas presentan rasgos asexuales.
Por último, se encuentra la antrosexualidad, que englobaría a todas aquellas personas que desconocen cuál es su orientación, aunque esto no es impedimento para que desarrollen relaciones con independencia del género. Se podría decir que es reúne características de las tendencias bi, demi y pansexuales, con la singularidad del desconocimiento de la orientación.
Como siempre se dice desde El Sexo Mandamiento, sobre gustos no hay nada escrito, sobre sexo tampoco y, desde luego el deseo, la atracción y la sexualidad de cada uno no iban a ser la excepción que rompe la reglas. Reglas que, como anticipaba la entradilla de este artículo, cuando se convierten en convenciones sociales que hacen de menos a determinados sectores, están para saltárselas.
Imagen de portada: www.psicoterapiaeficaz.com.mx