Mucho se habla del sexo seguro. Sin embargo, los jóvenes del mundo toman la decisión de iniciar su sexualidad en pareja de forma cada vez más temprana, circunstancia que, en muchas ocasiones, puede llevar asociada una falta de educación sexual. Tanto es así que, ya sea por inexperiencia, inconsciencia, o por otras ciertas situaciones externas incontrolables, en España se producen 240.000 embarazos no deseados cada año. Aunque, sin duda, la peor cara de la moneda de las relaciones inseguras es la de las enfermedades de transmisión sexual (ETS).
Es necesario tener en cuenta que, además de la protección frente a un posible embarazo no deseado, también se deben tomar precauciones para no contraer ninguna de las infecciones asociadas a la práctica de sexo. Para ello, resulta importante diferenciar qué métodos anticonceptivos previenen estas enfermedades, y cuáles únicamente se encargan de que no exista una posible fecundación. El condón masculino, el preservativo femenino y la abstinencia son las únicas vías anticonceptivas que previenen a su vez la transmisión de las todas ETS, incluido el VIH.
Por otro lado, ni siquiera frente a un posible embarazo no deseado todos estos métodos tienen la misma eficacia. Hay una serie de anticonceptivos poco seguros que no pueden ni denominarse como tal (marcha atrás, lavado vaginal, espermicidas…) cuya fiabilidad es prácticamente nula. Los anticonceptivos naturales también poseen una seguridad escasa, puesto que su uso correcto conlleva un exhaustivo conocimiento y control del cuerpo. Por el contrario, los anticonceptivos de barrera, los hormonales y los llamados ‘definitivos’ tienen una efectividad del 85 al 99 % en cuanto a lo que a prevención del embarazo se refiere.
Mención aparte merecen los anticonceptivos de emergencia, puesto que en su caso ya no se podría hablar de prevención como tal. Dentro de este grupo se encuentra la píldora del día después, la píldora de los cinco días después y el DIU. Estos métodos suelen evitar la fecundación tras haber mantenido una relación sexual. Pero ya se sabe, es mejor prevenir que curar.
Puesto que, tal y como se adelantaba, vías preventivas con un alto porcentaje de seguridad solo hay unas pocas, de la capacidad de diferenciación entre unas y otras y de la comprensión de sus formas de actuación dependerá en muchos casos el final feliz de un encuentro sexual.
Barrera contra el embarazo y las ETS
Los anticonceptivos de barrera reciben este nombre debido a que su función se basa en impedir la unión del espermatozoide con el óvulo. El preservativo masculino es el método que posee un uso más extendido y, junto al femenino, son los únicos con capacidad para prevenir la transmisión de ETS. Ambos profilácticos consisten en una funda transparente. En el caso del primero, esta funda se desenrolla sobre el pene a modo de un capuchón que retiene el esperma en la eyaculación -y de forma previa, que antes de llover chispea-; en el segundo, se introduce en la vagina, de forma que uno de los anillos que tiene por extremos quedaría cubriendo los genitales externos. El profiláctico femenino tiene un 95 % de efectividad, frente al 98 % del masculino.
El diafragma es también un método anticonceptivo femenino. Consiste en un capuchón con forma de bol poco hondo que se introduce en la vagina para proteger el cuello del útero. Es frecuente combinar su uso junto al de espermicidas para aumentar su efectividad, estimada en un 94 %. Similar es el capuchón cervical, una pequeña ‘taza’ de silicona o látex que se coloca en la parte cervical de la vagina y que tiene un año de duración. En este caso la seguridad contra posibles embarazos desciende hasta el 85 %, configurándose así como el método de barrera menos efectivo junto a la esponja anticonceptiva (91 %).
Hormonas que previenen la concepción
Tal y como su nombre indica, los métodos hormonales segregan diferentes hormonas que impiden que el proceso de embarazo se lleve a cabo. En todos los casos es necesario ser constante en su uso y no olvidar las fechas en las que se debe administrar cada uno según lo convenido con el ginecólogo. Mediante una utilización correcta, todos ellos poseen una efectividad del 99 %.
El método más conocido dentro de esta categoría es la píldora anticonceptiva, una sucesión de 21 pastillas que se toman cada día desde la jornada en que llega el periodo y que se encargan de impedir que el ovario produzca un óvulo. El anillo vaginal, por su parte, conlleva menos atención, aunque la falta de una rutina diaria también puede acrecentar el riesgo de olvido. Este aro se introduce en la vagina al quinto día de menstruación y se quita a las tres semanas, dando paso a las siete jornadas de descanso en las que deberá bajar la regla.
El dispositivo intrauterino (DIU), por su parte, es un sistema que el ginecólogo coloca en el interior del útero para impedir el paso de los espermatozoides hacia las trompas de Falopio. Aunque, según este funcionamiento, pudiera considerarse un método de barrera, el DIU causa cambios en el endometrio, en las trompas y en el esperma. También se encuentran dentro de la categoría hormonal la inyección anticonceptiva, el parche y el implante anticonceptivo.
Decisiones sin retorno
Las vías definitivas únicamente deben tomarse en caso de que se tenga claro que no se desean tener más hijos. La vasectomía -en el caso masculino- y la ligadura de trompas -en el femenino- son cirugías de esterilización que impiden que los espermatozoides se muevan más allá de los testículos o que los óvulos alcancen el útero, según cada circunstancia.
En cualquier caso, la salud y la prevención son lo primero, así que cualquiera de estas opciones será correcta siempre y cuando concuerde con las decisiones que cada uno quiera tomar en el terreno de la maternidad y, sobre todo, con el cuidado contra las ETS. Al fin y al cabo, una relación será más placentera teniendo el pensamiento únicamente en el momento y no en sus consecuencias posteriores. Y el sexo sin placer no vale nada.