Ya el refranero español avisa de lo importante que es prevenir antes de curar. Esta sabiduría centenaria bien puede aplicarse también al terreno de la sexualidad -como casi todo-, ya que los descuidos durante las relaciones pueden tener un precio alto en los organismos implicados en forma de embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual (ETS).
Pero incluso cuando se trata remediar la primera de estas cuestiones, los efectos secundarios en el cuerpo de la mujer son un asunto a tener muy en cuenta. Por supuesto, si no se han tomado precauciones, contra el riesgo de haber contraído una enfermedad ya no hay remedio más allá de acudir lo más rápidamente posible al médico para realizarse las pruebas pertinentes.
Dentro de la amplia gama de anticonceptivos disponibles en el mercado, existen los llamados «de emergencia», conocidos más comúnmente como píldora del día después. Esta píldora, que puede tomarse hasta cinco días después de haber practicado sexo sin protección, es una forma de prevenir el embarazo a posteriori. Bien por un fallo de otros sistemas profilácticos, por cálculo erróneo de los días fértiles de la mujer, porque directamente no se utilizó ninguna protección o porque la mujer ha sido obligada a mantener esas relaciones sexuales, es decir, ha sido víctima de una violación.
La píldora del día después libera progestina, una hormona que el cuerpo produce de forma natural y que es la base del funcionamiento de las pastillas anticonceptivas. Mediante este funcionamiento se evita la ovulación y se engrosa la mucosa cervical de forma que dificulte el paso de los espermatozoides.
En caso de que se haya producido la unión óvulo-espermatozoide, la pastilla evita la implantación en el útero. Precisamente por esta forma de actuación no puede considerarse como un método abortivo, puesto que, de haberse producido ya la implantación del óvulo fecundado, la gestación es un proceso inevitable.
A contrarreloj
A pesar de que hay hasta 120 horas -cinco días- para ingerir la pastilla, su efectividad disminuye considerablemente a medida que las manillas del reloj avanzan. Lo idea es tomarla durante las primeras 24 horas después de la relación sexual sin protección, en cuyo caso evita el 95 % de los posibles embarazos. Si se espera hasta el segundo día, las probabilidades de éxito disminuyen hasta el 85 %, y de las 48 a las 72 horas, la efectividad cae en picado, concretamente hasta el 58 %. Hasta el quinto día continúa teniendo efecto, aunque en porcentajes muy bajos.
Este método anticonceptivo se dispensa en España desde el año 2009, y se puede adquirir en farmacias sin receta médica, centros de salud y de planificación familiar. En estos dos últimos casos es posible conseguir la pastilla de forma gratuita, pero en las farmacias tiene un coste de 20 euros. Sin embargo, dependiendo de la Comunidad Autónoma en la que se acuda, se pueden encontrar más o menos trabas a la hora de adquirirla.
Efectos no deseados
A pesar de ser considerada como un método anticonceptivo, la píldora del día después no debe utilizarse como una forma de profilaxis habitual, puesto que su eficacia es menor a la de otras opciones y, además, presenta un amplio abanico de efectos secundarios.
Algunas de estas respuestas no deseadas por parte del organismo son dolor de cabeza, fatiga y náuseas. El malestar estomacal es uno de los efectos secundarios más comunes y, en caso de llegar a vomitar, es posible que la pastilla no cumpla con su cometido, en cuya situación lo más recomendable es acudir a un profesional que pueda aconsejar cómo actuar.
También es posible sentir mareos y una mayor sensibilidad en los senos. Además, pueden aparecer sangrados irregulares o el ciclo puede verse interrumpido, de forma que si se utiliza con frecuencia este método, la menstruación puede perder su regularidad. Otros efectos secundarios hallados en algunas pacientes son cansancio, dolor abdominal, cólicos, diarrea y vértigo.
En cuanto al periodo, según un estudio publicado por la revista Lancet, en torno al 25 % de las mujeres que tomaron la píldora del día después sufrieron o un adelanto o un retraso de cinco días en su menstruación. También se suele observar un cambio en la cantidad del sangrado que, generalmente, aumenta.
Al final, el sencillo gesto de ponerse un preservativo evita muchos quebraderos de cabeza y, sobre todo, la ingesta de sustancias químicas y hormonales que no hacen ningún bien al organismo de la mujer. Siempre es mejor realizar una breve parada ante el calentón, a tener que recurrir más tarde a métodos de emergencia menos seguros. Cuidarse también es un placer.
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