Interrumpir un embarazo es una decisión que la mujer debe madurar antes de llevarlo a cabo. Para ello es fundamental un buen asesoramiento médico y del entorno, aunque la decisión final está en manos de la implicada. Una de las formas de abortar es por vía farmacéutica, a través de unas píldoras que provocan el desprendimiento del feto. La otra alternativa requiere el quirófano, ya que se denomina aborto quirúrgico y precisa una intervención.
Los motivos que pueden inducir a que una mujer decida abortar pueden ser los siguientes: posibles violaciones, que el feto sufra algún defecto congénito, que tanto la madre como la criatura puedan correr riesgos de salud o, directamente, que sea un embarazo no deseado que no se quiera llevar a término.
Según un informe de 2o14 firmado por la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (Acai), el 80% de las españolas prefiere interrumpir su embarazo en quirófano antes que con píldoras. Los motivos de esta cifras residen en que temen efectos secundarios y se fían más del personal médico que actúe en la intervención.
Los abortos de esta índole requieren una ventosa obstétrica para sacar el feto y el material conexo del útero materno. Esta práctica se suele hacer cuando ya han trascurrido algo más de seis semanas desde la última menstruación femenina, y antes de llevarla a cabo la mujer se somete a un test de orina para confirmar el embarazo. Después, un test sanguíneo para comprobar el tipo de sangre, lo cual permite también ver si habrá problemas en futuros embarazos y si se hace necesario recibir una dosis de la vacuna Inmunoglobulina Rho (D) para solventarlos.
Una vez se ha realizado una ecografía que determine cuántas semanas se llevan de embarazo, se llega ya al procedimiento abortivo. Tras acostar a la mujer en una camilla se le puede administrar un sedante para que se relaje y pueda incluso dormirse. Los pies se colocan en unos estribos para que las piernas permitan al doctor ver cómodamente la vagina y el cuello uterino. Esta parte del aparato reproductor podría incluso anestesiarse para reducir las dosis de dolor.
En el caso de que el aborto quirúrgico se efectúe después de las doce primeras semanas de gestación el canal cervical puede necesitar que el médico lo abra o lo dilate. Para ello se disponen dentro de él pequeños tallos, llamados laminaria, incluso 24 o 48 horas antes de que se vaya a abortar. Justo antes de utilizar la ventosa especial que aspira los tejidos del embarazo del útero se introduce una sonda para que salgan por ahí esos restos.
Riesgos del aborto en quirófano
Hay que destacar que los abortos quirúrgicos son prácticas bastante seguras, ya que se practican con muchas precauciones y atenciones, pero esto no quita que siempre haya posibilidades de sufrir alguna complicación. Una vez se ha llevado a cabo el proceso, se pueden incluso administrar ciertos medicamentos para que el sangrado sea menor y se contraiga el útero.
Estas hemorragias son peligrosas y relativamente habituales en los abortos, también en el caso de los naturales, de modo que es importante evitar que la paciente pierda sangre. Un riesgo implícito cuando se produce una operación de este tipo es que pueda entrar alguna infección o bien al útero o a las trompas de Falopio, ya que la mujer se encuentra más débil de lo habitual y se expone a más agentes infecciosos.
Dado que el feto se encuentra en el útero y la interrupción del embarazo tiene lugar a través del cuello uterino, estas dos partes del cuerpo femenino pueden quedar dañadas cuando ponen fin a su gestación quirúrgicamente. A medida que el no nato acumula semanas de desarrollo es más probable que la madre pueda padecer alguna complicación derivada del aborto, con lo cual se recomienda tomar la decisión lo antes posible, ya no solo para adaptarse a los plazos que marca la legislación vigente, sino también para prevenir riesgos.
El anterior gráfico procede de la OMS y detalla los registros de un país avanzado. Con datos de 2008 y 2011, presenta una situación que indica las escasas dificultades sanitarias que tiene una interrupción del embarazo en lugares con buenas condiciones de salud y economía como Estados Unidos.
En la siguiente imagen se percibe notablemente cómo territorios como África o Asia, mucho menos modernizados que Europa o EEUU, practican abortos con un mayor porcentaje de riesgo y de defunciones. La cifra de abortos arriesgados anuales en el mundo, según la OMS, alcanza los 22 millones, de los cuales se producen unos 47.000 fallecimientos de mujeres y más de 5 millones de ellas padecen alguna complicación.
Como siempre, la salud sexual y el uso de métodos anticonceptivos es fundamental para prevenir embarazos no deseados y sus consiguientes decisiones posteriores. Por otro lado, una vez el predictor haya señalado el positivo, la comunicación con los médicos y con personas de confianza es clave para reducir los riesgos psicológicos que entraña un feto inesperado.