Todo el cuerpo trabaja para el orgasmo

Alcanzar el clímax con un orgasmo a recordar significa poner el broche de oro a una relación sexual o a una sesión masturbatoria. Al fin y al cabo, cada uno a su forma, de forma más directa o con más rodeos, pero alcanzar el orgasmo termina siendo el objetivo de cualquier acercamiento sexual. De hecho, si el culmen no se consigue, se piensa -y en los casos más honestos incluso se dice- eso de ‘me he quedado a medias‘.

Tanto hombres como mujeres suelen experimentar el primer orgasmo casi por casualidad, al autoexplorarse y comenzar a aprender qué es lo que más les gusta y les excita. Esa intensa sensación no se olvida jamás y siempre se quiere vivir una y otra y otra vez. Lo que no se conoce tan de cerca son todos los cambios que sufre el cuerpo cuando, por fin, el placer no se puede contener más y estalla inundando cada célula del sistema nervioso.

Lo que se siente al tener un orgasmo es prácticamente indescriptible, de hecho, si se hace la prueba, cada persona la atribuirá a su clímax unas características distintas. De hecho, la RAE, sintetiza su definición con una escueta frase: ‘la culminación del placer sexual’. Pero los cambios y reacciones que experimentan todos los cuerpos, sí son similares.

‘La culminación del placer sexual’. | Fuente: Flickr.com.

El cerebro, por supuesto, está involucrado en la tarea de proporcionar un orgasmo. Sin su trabajo conjunto con el sistema nervioso no se podría experimentar el clímax. En la masa gris se enciende el llamado ‘centro del placer‘, una zona que también reacciona, por ejemplo, cuando se consumen drogas. Aunque, desde luego, mucho más sana la sensación de un orgasmo.

Además, la zona que se encuentra tras el ojo izquierdo (la corteza orbifrontal) se apaga. Esta parte es la encargada de los procesos del control y la razón, lo que implica que al alcanzar al clímax estas dos características humanas nos abandonan por complejo.

El papel del sistema nervioso es igual de importante, puesto que es el encargado de enviar las sensaciones concentradas en los genitales hasta el cerebro. De hecho, cada nervio produce un estímulo diferente, lo que explica que, en el caso de las mujeres, tener un orgasmo clitoriano o uno mediante penetración sean experiencias distintas. Solo en el clítoris se encuentra una concentración de más de 8.000 terminaciones nerviosas, de ahí que un simple roce en esta zona provoque tanto placer.

Frente a este silencioso trabajo codo con codo de sistema nervioso y cerebro, hay otras reacciones que sí pueden percibirse. Es el caso de la aparición de contracciones musculares rítmicas. En las mujeres, pueden apreciarse en la vagina y el útero, mientras que los hombres experimentan estos movimientos de forma más rápida y en la próstata y el pene, dando lugar a la eyaculación. También llega un momento en el que los espasmos se notan en los pies.

El trabajo del cerebro y del sistema nervioso resulta fundamental para alcanzar el orgasmo. | Fuente: publimetro.com.mx.

Los máximos niveles de excitación y placer también conllevan la subida de la presión arterial, del ritmo cardíaco y un aumento de la frecuencia de la respiración. Ya se sabe que el sexo entraña también sus riesgos. Al desencadenarse el orgasmo se produce, a su vez, una poderosa liberación de la tensión sexual contenida y el rubor, que había aparecido durante la relación, puede extenderse por todo el cuerpo.

Quizá lo único malo del orgasmo sea que dura tan solo unos segundos. Tras él, el cuerpo regresa a la normalidad y se olvida de las contracciones musculares. Las zonas que se habían hinchado -como el pene en los hombres y el clítoris y los pechos en las mujeres- vuelven a su estado habitual y el rubor desaparece. El placer es relegado por una grata sensación de bienestar y, en ocasiones, de fatiga por el esfuerzo.

Difícil de describir y, en el caso de las mujeres, también difícil de constatar. Aunque, ante la duda, siempre se pueden observar las contracciones vaginales. Sea como sea, solo o en compañía, el placer al experimentar un buen orgasmo es comparable a muy pocas cosas. De hecho, se dice que la sensación es tan intensa que es imposible correrse y estornudar a la vez.

Imagen de portada: confirmado.com.

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