De los creadores de un hueso de la risa que duele horrores cuando la esquina de una puerta impacta contra él, llega el término frenillo para definir una parte del pene. Concretamente, es una parte de piel en la zona inferior del pene que une el glande sobre el área interna del prepucio con el fin de que este se pueda retraer sobre el glande.
Más allá de la originalidad de quien acuñara esta palabra, lo cierto es que el frenillo es una de las partes más particulares del miembro viril masculino. Este tejido es uno de los más sensibles del varón, de ahí que cuando se rompa se llegue a un dolor inimaginable, de esos que estremecen y hacen que cualquiera que esté leyendo este artículo apriete sus piernas en torno a sus genitales, por si acaso.
Desde luego, existe un proceso intermedio desde que la evolución haya dispuesto esta pielecilla en el pene masculino y que este se rompa y aparezca el sufrimiento extremo. Al ser un punto tan sensible, puede intensificar el placer de los encuentros sexuales, si bien es un arma de doble filo en las circunstancias que aquí se describen.
Cómo se rompe un frenillo
No todos los hombres son susceptibles de que su frenillo les juegue una mala pasada, aunque existen unos condicionantes que invitan a tener un poco más de cuidado. Es el caso del llamado frenillo corto, que implica que esta piel no es tan extensa como sería adecuado y acaba limitando el movimiento de esta capa. Puede ser fruto de causas genéticas o de enfermedades como fimosis.
Una de las recomendaciones para prevenir estas dolencias es, durante la infancia, hacer estiramientos en el frenillo, incluso con cremas, en busca de hacerla ligeramente más larga. La alternativa es la circuncisión, que acaba siendo la opción más cómoda, pues asegura estabilidad y elimina riesgos futuros.
Cumplir los condicionantes anteriores no exige sufrir una rotura de frenillo, ni mucho menos, ya que es algo que puede ocurrir en caso de mantener relaciones sexuales muy intensas o de masturbarse con excesiva pasión. En estos casos se produce una hemorragia de gran flujo sanguíneo debido a que el pene, al encontrarse erecto, acumula gran cantidad de sangre.
La postura sexual en la que más probabilidades de desgracia hay es la llamada Andrómaca, en la que la mujer está encima del hombre. Si no hay la suficiente lubricación para que todo fluya con normalidad, en pleno sexo el pene podría no aguantar el peso femenino y que el frenillo acabe rompiéndose.
Si se ha producido ya el estropicio, lo primero que hay que hacer es detener el sangrado y acudir a un centro hospitalario. El personal sanitario suele optar por los puntos de sutura para curar la herida, algo que suele dejar aún más corto el frenillo, por lo que se recomienda circuncidar el pene para proteger más la zona.
Tras sufrir el percance no se puede volver a tener sexo con normalidad, sino que hay que respetar unos plazos para evitar las siempre desagradable apertura de los puntos y, lo que es peor, que el pene pueda verse perjudicado en su proceso de cicatrización. Para ello hay que seguir los consejos médicos, pues cada caso tiene sus complicaciones.
En caso de que se hubiera producido una rotura parcial del frenillo y no hubiese sido necesaria la intervención quirúrgica, lo recomendado es cortar la hemorragia y esperar unos diez o quince días para cerrar la herida. Sí, esperar implica olvidar las relaciones íntimas durante ese periodo. Mantener la castidad ese tiempo vale la pena: adelantar plazos es muy peligroso.
Aquellos que hayan tenido que visitar al urólogo en busca de soluciones deberán aguardar al menos quince días o tres semanas. El consejo es aguantar un mes en el dique seco para que la recuperación sea plena. Una buena medida para ir calibrando el asunto es probar la vía del onanismo, ya que la exploración personal puede servir para calibrar la evolución del pene y, si todo va bien, probar ya el sexo en compañía.
Una vez se ha superado el bache hay que aprender la lección y mantener relaciones de una forma más prudente y lubricada para que no se vuelva a atravesar la experiencia. De haber sido retirado el frenillo no hay tanto riesgo, pero nunca es mala idea tener ciertas precauciones. Conocer al enemigo y saber reaccionar es esencial cuando se producen estos problemas, pero lo mejor será que no lleguen a aparecer.