Raro es que el lector de este texto no haya dado un beso nunca. El ósculo es una práctica muy común en Occidente y raro es que una pareja no demuestre su amor o su deseo mediante el beso. Sin embargo, no es tan común dar el paso hacia una práctica que puede entenderse a camino entre excitante o repugnante: el beso negro.
El anilingus consiste en estimular el ano con finalidades sexuales. Cómo no, no solo se puede besar esta parte del cuerpo, sino también lamerlo o chuparlo. Esta vertiente del sexo oral, válida para los encuentros de cualquier orientación sexual, no deja de ser un tabú, ya que se vincula al sistema excretor y a la falta de higiene, de ahí que sean necesarias unas buenas clases de limpieza para poner rumbo al beso negro.
Higiene para prevenir infecciones
Efectivamente, asomarse al trasero con finalidad sexual debe tener como exigencia que el lugar esté aseado y apto para evitar náuseas. Además de posibles sensaciones de asco, este tipo de besos pueden traer consigo repercusiones negativas como infecciones, clamidia, lombrices intestinales o herpes. El VIH es de muy difícil propagación en estos casos, si bien las pequeñas heridas en los labios o en el propio ano pueden posibilitar el contacto sanguíneo y aumentar los peligros.
También hay que preocuparse por otras ETS, que pueden pasar de la boca al ano o viceversa, en función de donde estén alejadas. El Virus del Papiloma Humano (VPH) también puede contagiarse a través de esta práctica, ya que en los últimos tiempos ha alcanzado la boca y la garganta como resultado del sexo oral.
Hipotéticos parásitos, bacterias o virus residentes en la zona anal son susceptibles a su vez de llegar a la boca de quien practica el anilingus, toda vez la presencia de restos de heces en estos recovecos de la anatomía son hábitat incluso para las pequeñas y molestas lombrices intestinales. La higiene, pues, es vital para que explorar nuevas opciones sexuales no sea un desastre.
Todo listo para el beso negro
Para garantizar que no hay posibilidad de sufrir alguno de los riesgos arriba mentados se ha de pasar una intensa sesión de lavado y preparación de los anos receptores. El primer paso es visitar la ducha y asegurarse exhaustivamente de que no hay restos fecales, mientras que la persona que va a deleitar con el beso negro debe tener controlado el estado de sus encías, dientes, boca y lengua.
Cómo no, el consenso es el primer ingrediente exigido para llevar a cabo cualquier actividad sexual, ya que sin consentimiento no hay nada más que añadir. Si hay acuerdo en seguir adelante, lo más recomendable es realizar una buena sesión de los preliminares habituales, ya que así se creará un clima más propicio para lanzarse a la siguiente etapa.
Con delicadeza y mimo la lengua pasa a acariciar el ano del receptor, que también agradecerá la imaginación y los jugueteos que esta realice. En caso de que sea un chico quien reciba el anilingus, el perineo también exige visita obligada para multiplicar el placer.
La acción puede continuar con el llamado colibrí, nombre que procede de cómo estas aves sacan la lengua para buscar el néctar de las flores. Su vertiente sexual implica meter cuidadosamente la lengua por el orificio anal y simular una penetración. Un consejo para asegurar la higiene es envolver la lengua en un preservativo cortado por la mitad, ya que así aumenta la limpieza y se pierden las posibles sensaciones de asco.
Consejos posteriores
Después de una buena sesión de besos negros es recomendable no dar besos ordinarios sino pasar, dado que ya ha habido preliminares previos, al sexo anal. De esta manera se explora una nueva posibilidad y se eliminan rutinas habituales de cama.
Y, por último, el cuarto de baño pone fin al desarrollo de los anilingus. Puede que no sea lo que más apetezca hacer después de una relación sexual, pero es que el beso negro implica exponerse a muchas bacterias y para combatirlas es preciso lavarse bien los dientes e incluso enjuagarse la boca, no vaya a ser que lo que prometía ser una noche distinta se convierta en una noche más que olvidable.