El asunto del tamaño del pene es algo que lleva inquietando no solo al ámbito de los varones desde hace ya demasiado tiempo. Tópicos, leyendas, supuestas preferencias femeninas e incluso pócimas mágicas para aumentar sus dimensiones. Lo que no se tiene tanto en cuenta es que estas proporciones van dirigidas a cuando el miembro está erecto, listo para actuar, y no en su día a día, momentos en los que suele estar flácido y tranquilo.
El caso es que en esta mayoría de minutos y horas, la verga es mucho más pequeña que cuando se abre la batalla, pero hay dos opciones por las que los penes pueden incrementar su tamaño. La clasificación puede ser, pues, de sangre o de carne, en función de cómo es la erección de cada persona.
Penes de carne
La principal diferencia que distingue a estas variedad se encuentra en las cavernas, y no precisamente en la Prehistoria o en la de Platón. El pene, como órgano reproductor, cuenta en su interior con varios conductos y cavidades que se denominan coloquialmente ‘cavernas’, ya que son áreas que se inundan de flujo sanguíneo cuando se llega al momento de la erección.
En cuanto a los de carne, se caracterizan por tener unas cavernas más pequeñas o menos numerosas, pero lo contrarrestan con un mayor tamaño «físico». Si varios hombres comparan sus herramientas en un momento de no excitación, los poseedores de penes de carne verán como su talla es bastante superior a los integrantes de la categoría de sangre.
Sin embargo, esta satisfacción se contrarrestaría si esta comparación se produce en erección, ya que los penes de sangre pueden multiplicar notablemente su trabajo gracias a que sus depósitos internos se llenan. Uno de estos aparatos puede doblar, triplicar o incluso desarrollarse exponencialmente y dar la sorpresa, mientras que aquellos inicialmente más dotados viven también erecciones, pero de menor calibre.
Penes de sangre
Este tipo de penes tienen inicialmente la desventaja de que su menor tamaño en flacidez puede ser sinónimo de desafección masculina en el siempre complicado periodo de la adolescencia o la infancia. El desconocimiento y las odiosas comparaciones puede conllevar complejos injustificados, más aún vista la ligereza con la que la juventud se toma muchos aspectos de la sexualidad.
Lo que no saben es que su pene cuenta con muchas más cavidades susceptibles de llenado sanguíneo, así que a la hora de la verdad no tendría nada que envidiarle a aquellos que presumen de su pene de carne. De hecho, es posible que al multiplicar su volumen pueda rebasar los registros de sus colegas.
Una vez realizada esta distinción, que en caso de comparación debería hacerse con el mástil en todo lo alto y no con él en reposo, se podrán sacar conclusiones. Por cierto, hay que destacar que el tamaño no importa, sino que es más importante para complacer y rendir la actitud y la salud de su poseedor.
Si una vez leído este artículo has echado una mirada a tu bragueta o a tu memoria para calcular a qué grupo perteneces o bien tú mismo o bien tus compañías masculinas, que sepas que la clave reside en la utilización del pene y no de la dote genética, que contra ella poco se puede hacer. Si se cree y se trabaja, se puede.