No nos engañemos: vale que hace mucho calor y lo de masturbarse en la ducha cobra una apetencia especial durante estos días, pero es que la famosa duchaja tiene mucho que aportar tanto en el más caluroso de los veranos como en un gélido invierno. La ducha ejerce de templo, de espacio de intimidad en el que poder desahogarnos y propiciar nuevos placeres con el agua como aliado.
Lo primero de todo es destacar el papel de esta cabina como santuario. Da igual que la casa esté llena de gente, los primos pequeños dando por saco o que tus padres consideren oportuno emanciparte obligadamente por tener la habitación como un gallinero. Basta con que el cerrojo del baño haga ‘clic’ para tener unos minutos para uno mismo y paliar esas repentinas ganas de masturbarse, minutos que hay que aprovechar y optimizar para que no salten las alarmas onanistas en el seno familiar.
Asimismo, la duchaja es un recurso muy efectivo cuando las prisas apremian y hay que rascarle segundos al cronómetro y hay ganas de darse un veloz homenaje. Mientras el líquido elemento y el jabón hacen su trabajo sobre nuestra piel hay tiempo suficiente para poder salir por la puerta con la misión bien cumplida. Eso sí, aunque el ruido que se genera suele bastar para tapar algún gemido o resoplido, si es un onanismo furtivo será mejor controlar el volumen.
No obstante, la masturbación bajo el agua también exige unas pautas y unos consejos para disfrutarla al máximo y, a su vez, evitar disgustos en el excusado. Chicos y chicas tienen en su mano deleitarse con la duchaja, eso sí, con distintas recomendaciones según las circunstancias.
Duchaja para ellos
En el caso masculino podría parecer que bastaría con arrimar la mano al miembro viril y seguir el protocolo de siempre, con la salvedad de que en esta ocasión toca en la ducha. Error. Aunque así fuera, explorar otras posibilidades es prácticamente una obligación en materia sexual, tanto en solitario como con la mejor de las compañías.
Para comenzar, aunque el agua sirve como lubricante, en ocasiones puede impedir el correcto movimiento de la mano en el pene. De este modo, para evitar que se frustre la intentona, la presencia en las proximidades de cremas hidratantes u otra clase de solución de estas características puede ayudar a que todo fluya hasta el punto de que Bruce Lee se sienta orgulloso.
Después del movimiento suele llegar la hora de eyacular. Más allá de la cantidad de semen que emita cada uno, bien se sabe que es una sustancia pegajosa y que deja fácilmente su rastro allá por donde pasa. Para impedir que las suspicacias familiares lleven tu duchaja a la próxima reunión con los tuyos será buena idea si te cercioras de que el sumidero cumple su misión.
En cuanto a las temperaturas, al igual que en una ducha al uso hay que ser consciente de los grados que deseamos. Un calor excesivo o un frío intolerable quitan las ganas a cualquiera. Por cierto, la postura para culminar da también que hablar. Entre las opciones más sencillas destacan la posición bípeda, simplemente de pie, en la que la eyaculación se produce frontalmente y los azulejos reclaman limpieza; o quizá en cuclillas, intentando controlar la salida del semen hacia la rejilla. Desde luego, el abanico es amplio.
Duchaja para ellas
Llega el turno del onanismo femenino en la ducha, un espacio que ofrece toda clase de vías hacia el orgasmo. Cada chica elige el cómo, ya que puede inclinarse por la autoexploración manual clásica o invitar el grifo a la fiesta, así como dildos indicados para medios acuosos.
Las recomendaciones genéricas pasan también por gestionar bien la temperatura del agua, ya que en una zona tan sensible como la vaginal el exceso de calor o de frío pueden cortar cualquier arrebato de lujuria solitaria. Lo mismo sucede con la utilización de lubricantes, ya que es especialmente importante controlar qué clase de producto se acerca al área genital. Geles ordinarios o cremas anónimas pueden generar unos percances que se pueden evitar con lubricantes eróticos específicos.
Una cuestión fundamental en la duchaja para féminas es la función del chorro de la ducha. Dirigir el agua hacia el clítoris y estimularlo mientras este recibe la calidez y los distintos juegos de presiones que la pera de la ducha muchas veces permite puede encaminar hacia un intensísimo orgasmo. Mientras una mano sostiene el cabezal y se encarga de apuntar hacia la parte deseada del sexo femenino, la otra puede valerse de sus dedos o de algún juguete erótico para lograr en ansiado éxtasis sexual.
En el caso de que la bañera acoja una duchaja con mayor espacio para el agua y la relajación, además de estas opciones ya mencionadas entra en escena el grifo. Colocarse con las piernas abiertas a ambos lados del grifo y que el chorro caiga directamente sobre la vagina y el clítoris, siempre y cuando la temperatura y la cantidad de líquido elemento sigan los consejos antes expuestos, contribuye a la gran explosión.
Un buen consejo es ir incrementando los grados (sin dejar la zona en carne viva, desde luego) y la fuerza del chorro a medida que se aproxima el orgasmo para que las sensaciones sean aún más intensas. Los brazos y las manos y su acción sobre el clítoris y la vagina son también un magnífico complemento para esta posición.
En el capítulo de sugerencias aparentemente obvias pero que en caso de no atenderlas pueden ocasionar una desgracia, no es mala idea asegurarse de encontrar una postura estable. Un tropezón a deshora no solo pone fin a tu masturbación, sino que te puede provocar un estropicio importante si llega a haber caída de por medio.
Cómo no, por mucho que la pornografía sea un buen estímulo y fuente de inspiración, tampoco está de más alejar el móvil del agua. De vuelta al tema del calor, la sequía que se avecina este verano recomienda que seamos cautos con el consumo de agua y que no nos excedamos cuando recurramos a una buena duchaja, que nos lo agradecerá la Naturaleza e impedirá que Quién-tú-sabes aporree coléricamente la puerta del baño porque te han cazado con las manos en la masa.