Hace un tiempo hablábamos en El Sexo Mandamiento de las curiosidades de las dos joyas de la corona que cuelgan debajo del pene. Más allá de las características físicas de los testículos, hay problemas que se gestan incluso antes de que el varón haya nacido. En otros casos, es necesario reemplazar el o los huevos que faltan por una solución más plástica. Hoy, en el Sexo Mandamiento, criptoquidia e implantes.
Cuando los testículos no descienden
Estos compañeros de viaje pasan la mayor parte de su vida en el exterior, la razón es muy sencilla; los espermatozoides necesitan una temperatura inferior a la corporal para conservarse en buenas condiciones. Sin embargo, no siempre han estado así. Durante el crecimiento de un bebé, sus ovarios o testículos se forman dentro del abdomen. En el caso de algunos varones (recordemos que no todos los hombres tienen pene ni todas las mujeres tiene vagina, como es el caso de las personas trans) los testículos descienden hasta el abdomen poco antes del parto. En ocasiones, uno o ambos huevos no bajan hasta esta zona en un fenómeno conocido como criptoquidia o testículos no descendidos.
Suele darse en bebés prematuros, aunque es un fenómeno poco común. El diagnóstico se produce mediante un examen físico tras el alumbramiento del niño y casi en la mitad de los casos los testículos descienden por si solos antes del medio año de vida. Si este no fuese el caso seria necesario tratar este problema, de lo contrario, el testículo podría sufrir daños.
Colocar el huevo dentro de la bolsa escrotal se realiza mediante una orquidopexia. Se trata de un pequeño corte realizado en la ingle tras el cual se fija el testículo en su lugar. Normalmente, el niño no tendrá que pasar la noche previa en el hospital y se recuperará completamente tras siete días. Los problemas derivados de no tratar este fenómeno van desde la esterilidad o la formación de tumores en el órgano, pasando por la torsión testicular (el cordón espermático se retuerce y puede llegar a perderse el testículo), las lesiones, una baja autoestima o una hernia inguinal.
No hay que confundir la criptoquidia con los testículos retráctiles. En esta condición los huevos retroceden de vez en cuando hacia la ingle y vuelven después al escroto. Es una afección completamente normal que no necesita tratamiento y que no debería plantear ninguna complicación.
Implantes testiculares, órganos muy reales
Labios carnosos, mandíbulas perfectas, pechos exuberantes, narices trazadas con escuadra y cartabón… la cirugía plástica suele asociarse con la frivolidad, pero la realidad es mucho más profunda. Esta área también se encarga de la colocación de implantes testiculares, una técnica que viene a reemplazar estéticamente el miembro faltante. Suele hacerse en caso de haberse extirpado un huevo por razones médicas, por la falta natural del mismo o en cirugías de reasignación de género en hombres transexuales.
Se trata de unas formas ovoides fabricadas en silicona, su textura es similar a la de un testículo común, blandos pero firmes. Disponen de varios tamaños, en función del gusto del usuario y también de su edad, ya que pueden ser colocados en niños o adolescentes. La operación dura una media de 30 minutos y se realiza haciendo una pequeña incisión en la ingle.
Es poco común que haya complicaciones postoperatorias, aunque entre ellas se encuentra la infección, la expulsión del objeto intruso o la descolocación del implante. Normalmente, se recomienda esperar cuatro semanas antes de volver a mantener relaciones sexuales para respetar la cura de la zona y el asentamiento del nuevo testículo. Un dato curioso; los implantes existen también en el mundo animal, muchos dueños deciden colocar un par de estas lustrosas bolas para sustituir a los de su mascota tras una castración.
Estos temas siguen suponiendo un tabú para muchos hombres que, bajo la creencia de que los genitales simbolizan la virilidad, se mantienen alejados de la consulta del médico. Sin embargo, es importante hablar de esto con naturalidad, hacerse exploraciones regularmente y acudir a un especialista si hay problemas. En ocasiones, rascarse las bolas es la mejor opción.