El semen es un elemento clave dentro de la vida de hombres y mujeres, pues sin la acción del semen no estaríamos aquí. Esta sustancia la liberan los machos animales y humanos a través de la eyaculación y el objetivo, según la Naturaleza, es la fecundación. Ahora bien, actualmente hay múltiples objetivos cuando se mantienen relaciones sexuales, pero esa es otra historia.
Lo primero de todo es distinguir términos. El semen es lo mismo que el esperma, pero no que los espermatozoides. Dentro del líquido blanquecino expulsado desde la uretra hay un sinfín de componentes, de los que apenas un 2% son espermatozoides. En cada eyaculación hay entre dos y cinco mililitros de semen, mientras que en cada uno de estos mililitros hay más de 15 millones de estos microscópicos portadores de vida. Haced cuentas.
Dentro del 98% de sustancias restantes en el semen hay fructosa, ácido ascórbico (vitamina C), zinc, colesterol, proteínas, enzimas, calcio, cloro, AND, antígenos de la sangre, magnesio, ADN, vitamina B12, fósforo, potasio, socio, ácido úrico, ácido láctico, nitrógeno y otros nutrientes. En resumen, en cada corrida se expulsa media tabla periódica.
De vuelta al semen, este fluido procede fundamentalmente de las vesículas seminales, cercanas a la próstata. Allí se producen entre la mitad y el 80% del líquido, mientras que de la próstata sale entre el 13 y el 33%, con un 5% que se origina en los testículos, responsables de generar los espermatozoides.
Para que un óvulo pueda ser fecundado, hace falta una concentración de más de 20 millones de espermatozoides. Que no se alcance esta cifra suele suponer que el hombre es estéril. Este dato es uno de los que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que debe tener el semen de calidad. La OMS añade que haya un mínimo de dos mililitros de esperma y más de 40 millones de espermatozoides. De estos millones, al menos el 30% debe estar ya maduro, no menos del 75% debe ser activo, uno de cada cuatro debe nadar rápidamente y no más de la mitad debería nadar lento.
De vuelta al semen, este fluido procede fundamentalmente de las vesículas seminales, cercanas a la próstata. Allí se producen entre la mitad y el 80% del líquido, mientras que de en la próstata sale entre el 13 y el 33%, con un 5% que se origina en los testículos.
La finalidad de estos ingredientes es proteger y darle calidad a los espermatozoides. Lo alimentan y lo mantienen lubricado, cuidan de su pH además de protegerlos de sustancias que puedan perjudicar al ADN espermático. Una vez aterrizados en los genitales femeninos, también inducen a contracciones que lleven los espermatozoides hasta las trompas de Falopio.
El pH, que indica la acidez de una solución acuosa como la del semen, debe estar entre los 7,2 y los 7,8 puntos sobre un máximo de 14 (lo menos ácido; 0 es lo más ácido). Si no llega a 7,2 es síntoma de que hay deficiencias en su proceso de desarrollo; superar los 7,8 puede significar una infección en las vías urinarias. El agua pura, por ejemplo, tiene un pH neutro de 7. Una vagina, por su parte, se encuentra entre los 3.8 y 4.5 puntos, una acidez similar a la del vino.
Los tiempos y la calidad del semen
El semen atraviesa todo un camino de experiencias desde su producción hasta que se expulsa, tanto en penetración como en masturbación. En el proceso antes mencionado de fabricación del semen hay fases en las que puede estar hasta dos semanas estancado hasta que finalmente está preparado para salir al exterior.
Tal es el cuidado con el que el organismo los fabrica que los espermatozoides pueden vivir hasta 48 horas después de ser eyaculado, incluso dentro de la vagina. El pH alcalino contrarresta la acidez vaginal, pues en caso contrario los espermatozoides no podrían hacer su trabajo.
Además de los 20 millones de espermatozoides que debe contener el semen para ser considerado fértil, hay otros factores clave para determinar su calidad. Uno de ellos es la contaminación, puesto que las sustancias nocivas los perjudican. El alcohol, el tabaco y otras drogas también son pésimas para las propiedades seminales.
El semen también es un indicativo de la salud no solo sexual del individuo. Una tonalidad amarilla, verdosa o dorada puede asociarse a infecciones en la próstata; el amarillo, a orina en el semen; un semen espeso o grumoso, fallos en las hormonas masculinas; y rosado, marrón o rojo, sangre en la próstata.
En cuanto a su sabor, la fructosa que lo compone trae consigo el característico sabor del semen. Ahora bien, una alimentación rica en frutas y verduras puede mejorar su gusto, mientras que las drogas lo empeoran. Su olor, por contra, no suele variar a menos que haya algo que no funcione bien.
Lo malo del asunto es que el semen se puede impregnar de infecciones como la gonorrea o el VIH y propagarse a través del contacto sexual. Mejor será protegerse adecuadamente. Una buena noticia para rematar este artículo es que la calidad del semen se resiente si pasa demasiado tiempo sin ser eyaculado. Por tanto, os emplazamos a darle salida a ese semen tanto en solitario como en compañía. La salud de vuestro semen os lo agradecerá.