De los muchos planes para pasar la tarde los fines de semana, desde El Sexo Mandamiento queremos decir que una buena elección es ir al Teatro Fígaro de Madrid a ver “De Caperucita a Loba en solo seis tíos” una obra monólogo escrita, dirigida y representada por la actriz y guionista Marta González de Vega, que cuenta en escena con la colaboración de humoristas de la talla de Luis Piedrahita o Agustín Jiménez.
Marta, ¿cómo se ríe una loba?
Pues fuerte y todo el rato. Lo interesante es ir acortando la distancia que hay entre el drama y la comedia y que cada vez sea menos.
Que, de repente, ante una cosa patética la risa sea directa. Si por el camino… mientras tanto… hay que pasar un poco de drama, no pasa nada. Lo que nunca hay que hacer es quedarse en el drama ¡no hay que parar hasta que no te dé la risa! Hay que pasar todo el proceso para ser una loba muy experimentada, me imagino, porque yo todavía estoy en ello…
Marta insiste en que convertirse de Caperucita a Loba, no significa transformarse en una devorahombres. Ser una loba es darle un repaso a las situaciones vergonzosas de cuando ligamos, cuando estamos enamorados, cuando nos pasamos toda una mañana mirando el móvil esperando que nos respondan a un Whatsapp, y pasar del drama al humor. Y lobas podemos ser tanto unas como otros, como aquellos, cuidado, que el patetismo no entiende de géneros.
¿Cuál fue el detonante para que empezaras a escribir el libro en el que se basa la obra?
Yo soy guionista y esto me apetecía que fuera libro, porque primero fue un libro con intención de llevarlo a escena. Me apetecía que fuera la experiencia directa de lo que yo quiero escribir que lo lea la persona; porque cuando eres guionista hay tantas cosas en medio, la visión del director, la productora, que al final el contexto directísimo no lo tienes.
El libro es, pues como la obra, una charla con amigos y con amigas. Y así fue. De mis experiencias y de las de mis amigas, íbamos elaborando teorías para llevarlo mejor [esto del amor y de las relaciones] y me apetecía ampliar el espectro a gente que no iba a conocer nunca.
Marta nos cuenta como, con ayuda de su infalible método de ensayo-hostión y gracias al conocimiento científico en solo seis tíos se puede pasar de ser una inocente Caperucita a reírte como una loba y superar el patetismo.
¿Con qué se identifica la gente?
“Esta obra funciona yo creo que, por la identificación. Además, a mí no me conoce nadie la gente va porque le dice un amigo: ve a verla. Y la gente se siente identificada porque a todos nos pasan las mismas miserias. A priori te tienes que exponer, porque dices ¿y si solo soy yo la patética y si a nadie más le ha pasado y soy una ruina humana? pero luego ves que no y es como terapia colectiva. “
Es una terapia colectiva que sorprende. Tú llegas allí y te esperas un monólogo, así, a secas. Pero te vas a encontrar cantando, te van a hablar de ti, de mí y de todos nosotros a través de esa que te encanta de tu clase, del rollo de una noche, o del ese tan flipao que te subía la autoestima. Y de ciencia, también te hablarán de ciencia y de química y de hormonas. Y de Punset.
Punset está muy presente en la obra.
Sí, pues por ejemplo hay un momento en el que a las mujeres nos pasa una cosa. Durante las primeras 24 horas después de… es como “que no me llame, que no me llame, que no me llame
«Es como si no te gustare. Y luego, sin que pase nada, sin que él haya hecho nada empiezas a pensar. Y dice Punset que es que es normal en la mujer que, aunque haya un rechazo inicial, que, aunque estés deseando enamorarte, hay un rechazo inicial porque la mujer es consciente de todo lo que expone cuando se enamora porque realmente, biológicamente supone más que para el hombre. Entonces hay un rechazo inicial pero ya la oxitocina a y toda la mierda empieza a operar.”
Eso tiene que ver con lo que liberamos al practicar sexo. Un hombre tiene muchas ganas de complacerte hasta que se corre, luego ya.
Hombre es que pareces nueva en eso. Pero vamos ni ellos ni nosotras. La única manera de que le apetezca porque es parte de la excitación del otro es que tu estés excitada y tal, y para ellos es más difícil aun ellos liberan la vasopresina al final. Y es que yo tampoco lo pretendo que siga sin ganas.
Y eso de «¿oye te has corrido?» ¿te lo han preguntado?
(Se ríe) Eso lo preguntan siempre, ¿no? Se van a creer todo. En De Caperucita a Loba en seis tíos la escenografía está perfectamente combinada entre lo teatral minimalista y de late night show. En ese espacio la presencia actoral de Marta González invade el escenario e invita al público a reírse, a participar. Nosotras estuvimos encantadas con Marta, que es una loba llena de amor y que nos concedió una entrevista en un bar, comiendo calamares, mientras escuchábamos de fondo el partido del domingo, en la televisión.
Marta, ¿En qué momento te metes en la comedia?
Fue dándose un poco de casualidad. Yo siempre había escrito comedia, pero yo me planteaba ser actriz, no me planteaba ser guionista. Yo entré al final de la primera temporada de El club de la Comedia. Lo vi en la tele y me pareció el estilo que yo escribía y entonces llame y pregunte y estaban buscando guionistas nuevos, porque la primera temporada la escribió Pablo Motos, Arturo González Campos y Laura Llopis.
Y, cuando la primera temporada funcionó es cuando buscaron nuevos guionistas y cuando entré yo, entró Luis Piedraita, el mismo día y Eduardo Aldan.
Hice una prueba de guion y entré y estuve siete años en el Club (de la Comedia) y luego ya enganché con tele con cine. Del club estuve tres años de coordinadora de guion y lo dejé para irme a hacer con Dos tacones y Boca a Boca que era una serie, también pura comedia, muchas chicas protas y esto fue en 2006.
Luego he hecho otras cosas, ahora estoy con José Mota, de hecho, fue porque José vino a verme al programa. He actuado como guionista y como actriz en su programa este año. Ahora estamos haciendo el especial de Navidad que, de hecho, yo grabé ayer. Y también estoy con Santiago Segura que empecé con él en su segunda peli. Y ahora he escrito con él la nueva que va a hacer, que empezamos a grabar el 7 de enero.
Escribes mucho sobre mujeres.
La verdad es que he escrito de todo, tanto para hombres como para mujeres. Pero cuando escribo para mí para interpretarlo yo escribo cosas que me tocan
¿En el mundo del humor, cómo ligáis, con chistes o sois más serios cuando acabáis la jornada laboral?
Yo no tengo actitud para ligar, no sé lo que es eso. Es más no lo he tenido en la vida. No solo no tengo actitud activa de ligar, si no que no me entero nunca cuando me ligan.
Vaya loba…
En realidad, yo vivo bastante ajena a estas cosas, las cosas que yo cuento en la obra. Después del libro, tardé dos años en estrenar la obra y no volví a tener ninguna relación. Nada, nada después del libro. Yo pensaba, ¡joe! estaba todo pensado para el libro. Y yo me veía tan lejos de esa problemática que les preguntaba a mis amigas, “decidme que la gente sigue en esto” porque yo no me sentía nada identificada. Luego ya he vuelto, pero al principio decía ¡espero que la gente se sienta identificada.
Y ahora es cuando te pregunto ¿el tamaño importa? Porque el público te ha dicho que sí pero tú…
La verdad es que nunca me he encontrado nada que diga sí que importa. Tengo amigas que tienen muy claro que sí que importa porque han tenido experiencias que se lo han demostrado
¿Y cada cuanto follas? Eres tú la que ha preguntado antes.
Cada muchísimo. Una semana al año. Además, a mí me cuesta mucho que me guste alguien. A mí me encantaría tener ese gen o lo que haya que tener para que me gustara más gente porque me parece muy divertido, si lo haces con esta actitud de aprender de cada cosa y de crecer. O sea cada tío, o cada tía, que te llega para tú evolucionar, para tú crecer, para reírte más de ti mismo, para madurar, es divertidísimo, es como un videojuego, ya tengo la llave para pasar de pantalla entonces abro la puerta paso a la siguiente.
Yo creo que es todo proponérselo, como lo del humor
No se tía, yo creo que falta un gen. Yo de cada mil personas que conozco me gusta una, así con suerte
Oye eso se llama demisexualidad
Sí, lo descubrí hace poco, es que solo te gusta la gente que te hace sentir algo, que tienes un vínculo.
Si te gusta es que estás enamorada, el caso, me gusta para un rato, no. Y sí, es verdad, se llama así. Así que o me enamoro, me encanta es para salir o no me atrae nada.
¿Y cuáles son las situaciones de las que nos tenemos que empezar a reír en el sexo
Yo no me meto mucho en el sexo, me meto más en las emociones. Me interesaba más lo emocional, porque hay cosas que pasan en el sexo tienen que ver con cómo te afectan emocionalmente, en realidad. En el libro cuento alguna más, como de un tío que se durmió, estaba tan a gusto que se durmió. La idea en todo es practicar el humor, es practicarlo en todo lo que te pase, y cuando te cueste, porque digas, ¡es que en esto no hay donde verle el lado cómico! Seguir, seguir dándole vueltas hasta que se lo encuentras, porque eso es una actitud.
Lo único que hago es lo que hace cualquier cómico (yo siempre he escrito comedia) y los monologuistas y los cómicos lo único que hacemos es tener activado ese chip siempre. Ver las mismas cosas que ve todo el mundo y verlas siempre desde el punto de vista de sacarle el lado divertido. Y eso se puede entrenar, y aunque no te dediques a ser cómico ni le saques dinero, a mí me viene muy guay porque de cualquier drama que me pase, cualquier idiota que me encuentre por lo menos le saco pasta.
Ahora estoy viviendo de los tontos con los que me he encontrado, pero, aunque no lo uses para eso para tu vida, para ser feliz es súper práctico tener ese punto de vista. Y se entrena muchísimo, una cosa que te preguntan muy a menudo cuando eres cómico, cuando eres guionista es ¿no se te acaban las ideas? Es, al contrario, yo he escrito más de 600 monólogos y es, al contrario, las ideas son inagotables lo que hace que surjan más es estar en ese chip y la actitud. Es entrenarlo todo el rato con todo lo que te pase.