Todo comenzó en París. París da pie a que todo comience, la verdad, así que quizá la historia de Roxanne, una de las canciones más populares de la banda británica The Police, no sea tan original. O sí. Eso se verá a finales del artículo. Hasta entonces hay que contar que Roxanne es una prostituta ficticia a la que el vocalista del grupo, Sting, transformó en una de sus obras maestras de su música con la siguiente letra:
Roxanne
You don’t have to put on the red light
Those days are over
You don’t have to sell your body to the night
Roxanne
You don’t have to wear that dress tonight
Walk the streets for money
You don’t care if it’s wrong or if it’s right
En definitiva, la canción emplaza a Roxanne que se aleje de la prostitución (la luz roja refería a ese sector ) y de vender su cuerpo y vestir como este gremio. Estas estrofas se traducen de la siguiente manera.
Roxanne,
no tienes que encender la luz roja,
aquellos días han terminado.
No tienes que vender tu cuerpo a la noche.
Roxanne,
no tienes que llevar aquel vestido esta noche,
andar las calles por dinero,
no te importa si está mal o está bien.
Roxanne, París y la inspiración
¿Y a qué se debe la cancioncita de marras? Era octubre de 1977 cuando los bisoños artistas británicos recorrían Europa y llegaban a París empapados de cansancio, de penurias económicas y de ríos de ilusión y de agua, pues se les averió el coche y tuvieron que empujarlo. La aventura tenía buena pinta. En fin. Como tantos jóvenes viajeros de ayer y de hoy, llegar a la ciudad de la luz significó alojarse en un hostal barato, económico eufemismo de cutre, para costearse su estancia parisina y tocar en el Nashville club, típico local de fogueo para músicos emergentes.
La fonda estaba en la zona de Montmartre, que aunque hoy sea pasto de selfis para Instagram, en su momento fue una zona turbia de la capital francesa donde el Mouline Rouge tampoco era especialmente bien visto. Allí se alojaba el barrio rojo, el área de las ciudades en los que se daba más libertad a todos los excesos. Y allí estaba el hostal de The Police, cuyos integrantes apenas tenían que asomarse por la ventana y bajar a la calle para ver prostitución y locales que exhiben a mujeres detrás de un vidrio.
Una de esas tardes, Stewart Copeland (baterista) y Andy Summers (guitarrista) decidieron irse al cine a ver Star Wars. Rockeros alocados, ya saben. En cambio, Sting decidió merodear el ambiente del barrio y olfatear París con la curiosidad de un muchacho de 26 años en un nuevo mundo. Fue sobre esos adoquines cuando su mente echó a volar y pensó en una prostituta de las que lo observaban ¿Cómo sería enamorarse de una? Y de aquí brotó el germen de Roxanne.
Roxanne es un nombre ficticio porque el autor de la canción no pensaba en ninguna mujer en particular. El cantante y bajista del grupo, años después, expresó el porqué de este tema: «Era la primera vez que veía la prostitución en las calles, y esas mujeres eran realmente hermosas. Tenía una melodía dando vueltas en mi cabeza y me imaginaba enamorado de una de esas chicas».
Bautizar a la prostituta etérea con el nombre de Roxanne también tiene un componente histórico. En tugurio en el que The Police se alojó esas noches colgaba un retrato de Cyrano de Bergerac, un poeta francés del siglo XVII y coetáneo de Molière. Este artista se enamoró de una prostituta supuestamente llamada así y por ella penó, aunque no se cortó en disfrutar del vicio de la carne, también en sus poemas.
Sting, por tanto, lo tuvo más o menos fácil para elegir el nombre de la canción. Ahora bien, en la letra incluyó referencias al origen de su musa, una letra que provocó la reacción de los escandalizados de la época, si bien este himno de The Police estuvo muy cerca de no ver jamás la luz, y no precisamente por temor a ofender.
La pieza se incluyó en su primer disco, Outlandos d’Amour, prácticamente de rebote porque el grupo tuvo serias dudas sobre la calidad de la misma. Fueros necesarios unos arreglos musicales, responsables de ese toque tan especial del sonido de Roxanne, para acabar satisfaciendo mínimamente a los miembros del grupo. Hoy Roxanne ya no es una ensoñación de Sting sino una de las mejores canciones de la historia del rock según la revista Rolling Stone. Siempre nos quedará París.