Hoy nos dedicaremos a romper con el prejuicio social que existe sobre la estimulación anal masculina. Se trata, por supuesto, de terminar con el mito de la homosexualidad, ya que este acto nada tiene que ver con la orientación sexual.
Mientras que para las mujeres la estimulación o el sexo anal es una práctica cada vez más casual, relacionada socialmente con la libertad de sus cuerpos (aunque también, desde la perspectiva contraria, con una sumisión absoluta al placer del hombre); para ellos sigue rigiendo el mito de la homosexualidad, lo que les impide aventurarse a los placeres traseros.
Sin embargo, poco a poco el sexo anal está siendo una alternativa cada vez más buscada en el juego erótico. No quizás al comienzo de una relación, pero sí cuando hay más confianza, comunicación y apertura mental. Se trata de poder relajarse y dejar atrás los temores.
¿Temor? Si. Pero ¿temor a qué? Claramente aquí no existe algo como el temor a que “no guste”. Sino que, en este caso, es justamente lo contrario: el temor a creerse homosexuales por disfrutar este tipo de prácticas hace que se resistan a probarlo. Por esto es clave entender que el ano reacciona en forma erógena a cualquier estimulación sin importar si la orientación sexual es hetero u homo.
Pero la heterosexualidad se está abriendo poco a poco a nuevas experiencias. Ya no es blanco o negro. Hay matices. Hay menos inhibiciones. Más ganas de explorar.
Y siguiendo con la idea de romper con el prejuicio, podemos contarles que incluso existen estudios que afirman que los orgasmos a través de la estimulación anal son mucho más intensos que los obtenidos a través de la sola estimulación del pene.
El punto G masculino y la estimulación
El “Punto G” (Punto P) en el hombre se encuentra en la zona que se corresponde con la cara posterior de la próstata y a la cual se accede por el ano/recto. Pero antes de llegar a la penetración, la estimulación puede comenzar utilizando dos dedos y presionando con suavidad sobre la franja de piel que hay entre los testículos y su ano. Esta zona se denomina perineo y es por donde se recomienda comenzar para luego pasar al ano propiamente dicho y/o a la penetración rectal.
Dr Walter H. Ghedin, psiquiatra y sexólogo argentino, explica: «El perineo y el ano son una zona rica en terminaciones nerviosas, si le sumamos la buena vascularización del recto y la sensibilidad de las paredes prostáticas podemos inferir que la estimulación del mismo despierta placer. Pero en los varones las representaciones sociales tienen un peso significativo hasta que aprenden a liberarse de ellas, en parte para asumir que todo se basa en un prejuicio, y para darle más lugar a un goce que busca ser repetido por lo estimulante».
Masturbación anal
Si ya has comprendido que el ano y el perineo son zonas erógenas que nada tienen que ver con que te gusten otros hombres, pero aun así no te animas a proponérselo a tu pareja o a probarlo en la intimidad con otra persona, quizás puedas comenzar probándolo tú mismo, a solas.
Se ha mencionado ya varias veces en esta web que la masturbación es el ABC del sexo. Cada persona es un mundo, y es más sencillo disfrutar en pareja si primero descubrimos qué nos gusta por nuestra cuenta. Pero cuando pensamos en el placer a solas, seguramente lo primero que se nos viene a la mente son la vagina y el pene. Pues no, es hora de pensar en todas las otras zonas erógenas que olvidamos y no deberíamos.
Relájate. Nadie te observa. Nadie te juzga
Ponte cómodo. Fantasea. Es necesario despertar la excitación. Cuando estés listo, puedes comenzar con masajes suaves en el perineo tal como hemos explicado anteriormente. No olvides que el ano no lubrica de forma natural, por lo que para seguir jugando y explorando, vas a precisar un lubricante.
¡Relaja los músculos y toda la zona! Puedes seguir con los masajes en la entrada del ano para terminar de prepararte. No hay apuro, ve poco a poco.
Una vez adentro, el Punto G o Punto P que mencionábamos es muy fácil de encontrar. Se encuentra a 5 centímetros de la entrada, pero intenta llegar a él con precaución para no lastimarte. Hay muchísimas terminaciones nerviosas allí que pueden hacerte estallar de placer, pero es necesario estar relajado, te irás familiarizando con la sensación…
Cuando ya estés adentro, solo resta ir descubriendo los movimientos o formas de tocarte que se adapten más a ti. Dejar atrás los prejuicios y disfrutar.
Después de todo, ¡De eso se trata…!