Es una época rara, momentos de impaciencia, de incertidumbre y, así, se nos han pasado los minutos y las horas. Digamos que nuestro único momento social ha sido salir a aplaudir a la terraza o ir a por la compra. Unos están separados de sus parejas, otros, juntos, algunos, preferirían estar solos o en otro sitio, pero lo que es cierto es que en la mente de, probablemente, la mayor parte de las personas, está el sexo. No como una adicción, sino como una necesidad, un deseo que se nutre, sobre todo, cuando te cierran las puertas a ello. Y qué queda cuando se está en medio del ocio y de las mismas actividades diarias, sin sentir si es lunes o domingo, quizá probar otros métodos.
El sexting, o sexo y textear es, seguramente, una de las actividades que se incrementaron en estos tiempos porque, además de las imágenes intercambiadas, tiene mucho que ver con la imaginación. Al compartir contenido sexual a través de chats que poco a poco puede ir subiendo de tono, puedes estar donde desees, en distintas camas, en diferentes rincones de tu lugar favorito, probar variedad de posturas, incluso, aquellas que no contemplabas. Para algunos, el sexteo parece ser una solución loable para calmar la ansiedad del aislamiento y la soledad. No se puede mantener el contacto cara a cara, pero siempre se tiene la imaginación y, en este caso, la tecnología.
Una palabra puede conllevar a otra más sexy, esa a una fotografía y eso a más y, en medio de la excitación provocada por una historia virtual sexual, se forma un ambiente que en una realidad alterna podría ser real. Quizás, habrá algunos que por primera vez prueban el sexo virtual, se desconocen pero se redescubren y poco a poco se insinúan más. Encuentran un nuevo erotismo, se calientan y se motivan.
Puede que conectes con personas a las cuales hace mucho no veías y te sorprendas que, de pronto, comiencen a buscarte, o que el encierro sea un buen pretexto para que alguien se acerque y sea esa la forma que encuentre para llegar a ti. Hay muchas posibilidades y, en ocasiones, está bien probar cosas que antes no hubieras imaginado hacer. Ya sea que conectes a través de alguna red social, una app de ligue o que sea algún amigo o pareja con quien te abras a tener ese tipo de conversación, lo importante es dejar las cosas claras y sentirte seguro de hacerlo.
Es primordial recalcar que dichos mensajes deben ser con el consentimiento de ambas partes, porque es una actividad que puede traer algunos riesgos consigo. Uno de los principales es que no sabemos cómo se comportará la persona a la que se los enviamos, sobre todo si no les conocemos bien o si no se le tiene completa confianza, lo que lo convierte en un tiro al aire pues podemos poner en riesgo nuestra intimidad y arriesgarnos a que el contenido sea enviado a otras personas y, sin saberlo, se vuelva viral y nuestras fotos estén circulando por internet.
Si no estás seguro, no envíes ninguna fotografía o video. No es una obligación, sino una forma más de disfrutar la sexualidad. Si no conoces a la persona, es mejor no enviar ningún contenido con connotación sexual en la que aparezcas, recuerda que puedes escribir lo que desees y dejarte llevar por tu imaginación, haciendo todo mucho más satisfactorio. Si al final decides hacerlo, una buena forma de protegerte es evitar mostrar la cara o rasgos que te identifiquen.
A veces, es bueno dejarse llevar por tus fantasías, describir lo que te gustaría hacer y que te hicieran. Todo está en los detalles para ayudar a encender el momento. La idea es ser claro sobre las reglas del juego para pasar a la provocación y sorprender. Es un momento de complicidad con la finalidad de divertirse y disfrutar aún a la distancia. Juega, pero con responsabilidad y cuidando tu privacidad.