En 2019, tuvimos un programa de radio muy interesante sobre el sexo del futuro. Sin embargo, no nos imaginamos que el inicio de la nueva era de las relaciones afectivas estaba a la vuelta de la esquina.
Estamos ante un plan de desescalada que, honestamente, no sé hasta que punto puede ser efectivo o cómo va a acabar condicionando nuestra forma de vivir, en comparación con cómo lo habíamos venido haciendo hasta ahora. Sin embargo, muchas de las dinámicas, en el ámbito sexual, se han ido desarrollando ya en, por ejemplo, parejas a distancia. Por ello, no habrá que reinventar nada desde cero.
Esto no quiere decir que no nos afecte. Somos conscientes de que podría suponer un gran cambio en la manera habitual que tenemos de relacionarnos y más en España. Somos efusivos, cercanos, tonteamos…
Como queremos facilitar un poco en lo que puede derivar este proceso, dejamos algunos consejos a tener en cuenta. Seguro que más de una vez habéis practicado algo de esto, pero claro, en otro contexto.
¿De qué manera podría cambiar el sexo?
En esta nueva era de relaciones afectivas podríamos poner por delante muchos elementos que considerábamos como complementos. Por ejemplo, el sexting siempre ha llamado la atención por la posibilidad de calentar el ambiente antes de ver a alguien, chatear con una persona que está en ese momento lejos, etc.
Es probable que ahora subir de tono nuestras conversaciones por WhatsApp no solo se lleve a la práctica con tu ligue de Tinder. Parejas que viven en la misma ciudad podrían llegar a explotar esta experiencia como método principal para sus encuentros íntimos.
A día de hoy, está pensada la medida de una distancia de seguridad entre las personas. Si has vivido con alguien durante esta cuarentena, tus hábitos no tienen por qué cambiar. Pero este no es el caso de todo el mundo. Y mucho menos, de las personas que conozcamos en el futuro cercano.
Las videollamadas pueden ser otra alternativa más similar al “sexo real”. De esta forma, podremos acompañar la masturbación con juegos e imágenes en tiempo real que dará una calidez y naturalidad mayor.
La estimulación puede verse afectada. Estar acostumbrados a excitarnos explícitamente por los besos, las caricias y el contacto podría complicarnos esta situación. Quizás, es el momento de aprovechar más el contenido audiovisual erótico y descubrir qué es lo que realmente nos gusta.
¿Cuál es el problema cultural de esta situación?
Considero que, más allá de tener que reducir el contacto físico con otro, un problema reside en que no nos han enseñado que el sexo pueda vivirse de esta forma.
Siempre es un complemento, una manera aislada o un juego que aplicar a relaciones que contienen encuentros físicos o que, si no los tienen, es por distancia o imposibilidad.
Al no haber dado la importancia necesaria a estas prácticas durante nuestra vida sexual anterior a la que pueda darse en esta nueva era afectiva, vamos a encontrarnos con una gran diferencia.
Quizás, es el momento de que pensemos y apreciemos otras maneras de conocernos íntimamente y ver que los orgasmos pueden ser autoproducidos “en compañía”.
Bien dicho, lo veo como un complemento, pero la satisfación del roce de la piel nunca se podrá emular con un sexo virtual.
Sin embargo, todo indica que vamos derechos hacia él.
Saludos