Si en este artículo os hablaba de mi maravillosa experiencia con el sexo oral y los chicles mentolados esta vez me toca hablaros de mi no tan buena experiencia con el jengibre y los genitales. Sí, esta práctica, conocida en el mundo anglosajón como figging, consiste en pasarse jengibre por los genitales, y lo que no son propiamente los genitales (el ano también).
Antes de nada tengo que advertiros. A modo de programa de televisión: niños no hagáis esto en casa y sin la supervisión de un adulto. Como todo en esta vida cuanto más conocimiento mejor, así que si os podéis buscar a alguien que sepa del tema mejor que mejor.
En serio, para hacer figging hay que ir despacito. No se puede hacer a lo loco, no os pase como a una amiga mía que le pidió a su novio que le hiciese “cosas sado” y lo primero que se le pasó al desgraciado por la cabeza fue hacerle figging. Que debió ser lo primero que le salió al buscar en Google, tampoco lo descarto.
Pues el tío tan pichi. Va al mercado, compra una raíz de jengibre. Llega a casa, pela el jengibre y se lo pasa a la muchacha tal que así, directamente en el clítoris. ¡Con dos cojones! A tope, ni un par de azotes para calentar y entrar en situación. ¿Querías sado? ¡Pues toma sado! Ahora apechuga. Al final terminaron los dos llorando a moco tendido: ella por lo incómodo de la situación y el escozor y él porque pensó que le había hecho daño a su novia.
O la chica que decidió que lo mejor para probar el figging era pelar un cacho y metérselo directamente en el culo sin ningún criterio. Y claro luego estaba diciendo que eso escocía como mil demonios y que no podía sacárselo. Pero bueno también he visto decir que se utilizaba para estimular el clítoris así sin más. Sinceramente se me ocurren cosas mejores para estimular el clítoris. ¿La opción de utilizar un lubricante efecto calor no se le pasó por la cabeza a nadie?
Pero vamos al lío, ¿cómo se hace bien el figging? Pues lo primero sabiendo por dónde empezar y en este caso se empieza pelando un cacho de la raíz del jengibre. O en su defecto, cortando un trocito pequeño para comprobar que no eres alérgico. Y tú me dirás: pero es que yo como jengibre a cucharadas y con el sushi y con las galletas. Pues aun así prueba primero con un trocito. Por si las moscas, mejor prevenir que curar. Si todo va bien, tienes que dar forma de plug para que no se te quede perdido por el cuerpo en el caso de querer introducirlo en vagina y/o ano.
Y el procedimiento es importante porque el jengibre solo debería estar en contacto con los genitales mientras que la persona que lo sujeta no debe tocar con la mano la parte pelada. ¡Se puede desencadenar el apocalipsis! Estoy de coña, (a medias). Si el jengibre entra en contacto con los ojos o la nariz tiene un efecto parecido al del spray antivioladores y no queremos eso, ¿verdad? Así que, evitadlo.
Lo segundo, olvidaos de inmediato de ir al coño, al clítoris o a la punta del pene directamente. Se empieza por el culo. Siempre, aunque se trate de la persona más sadomasoquista del universo. Si nunca lo has probado empieza por el culo. Además que el jengibre es un bactericida y por tanto puede acabar con la flora vaginal y terminar con una bonita candidiasis.
La experiencia
En mi caso solo fue en el culo y tuve más que suficiente para el resto de mi vida, aunque no terminé traumatizada como le pasó a mi amiga. En qué momento se me ocurrió abrir la boca, con dos amigos, dominantes y con experiencia con el jengibre (menos mal). Pues nada que uno de ellos sacó el tema “oye que el otro día probé a hacer figging a una chica que tenía curiosidad y nada que tomándonos unas cervezas y su cara era un poema”.
¿Mi reacción? Decir que nunca lo había probado y que me gustaría pero que me daba reparo. Total, que la cosa terminó con el otro chico entrando en una frutería y saliendo con una raíz de jengibre. Subimos al apartamento. Yo con la carita de autosuficiencia de “te aguanto esto y lo que me eches” pero por dentro acojonadita.
Y llega el momento de probarlo. Uno de los amigos sujetándome las manos y el otro restregando el jengibre por el culo. Y se me ocurre decir: “Pues no es para tanto”; que me arrepentí nada más acabar la frase. Ni diez segundos pasaron y yo ya estaba: “Vale no he dicho nada, pica un poquito”.
El amigo del jengibre: “Bueno vamos a sacarle el juguillo”. Lo pincha un poquito con el cuchillo con el que había pelado la raíz y mete a puntita en el culo. Al minuto yo clavándole las uñas en los brazos al amigo que me estaba sujetando: “Joder pues sí que pica sí”. Y a los 30 segundos ya gritando “¡SACAME ESTO JODER!”.
Voy a seros sincera: la verdad es que eso termino con dos vibradores y un masaje, así que no puedo quejarme demasiado. Pero solo por el hecho de retirar el jengibre no deja de escocer, puede (y a veces pasa) que se quede algún trozo pequeño dentro del cuerpo así que es probable que cuando lo retiréis siga picando un poquito más de tiempo.
Y también os digo que cuanto más tiempo tengáis dentro el trozo de jengibre más pica. Eso sí, luego con un poquito de agua y jabón se pasan todos los males (como con los chicles mentolador), pero hasta que no limpiéis bien la zona puede estar soltando juguillo y eso va a picar. Aunque si no os atrevéis aún con el jengibre un buen truco es echar en el dedo un poquito de pimienta negra: tiene el mismo efecto pero es más suave. Y si os va más la marcha podéis probar con supositorios helados de guindilla, balitas de mantequilla y cayena o wasabi.