Cuento de navidad

Tres lenguas, seis pares de manos tocándose y el fuego chisporroteando.

Ambas desplegaron los deditos, desabotonaron la camisa de Harry y le zafaron de la interior. Le acariciaron los pectorales ensortijados de vello gualdo y descendieron por el vientre, fluctuando entre los músculos y la piel, gozosos de un aspecto saludable, propios del running y la natación.

Para sustituir el «clinc, clinc, clinc» de la campana, cantaron la hebilla y los dientes de la cremallera del masculino pantalón.

Claire y Megan se inclinaron, cedieron las rodillas y se asentaron sobre ellas, encima del suelo. Afianzadas, ladearon las testas y se besaron, madurando el sabor de Harry que a las dos les especiaba las papilas gustativas. Tentadas por el movimiento espasmódico bajo el calzoncillo, lo zafaron por los lados y vieron cómo, poco a poco, asomaba el lloroso glande seguido por la estructura venosa y gruesa de la verga hasta mostrarse montada sobre los henchidos testículos.

—Pequeñas mías, conseguiréis que no llegue vivo a las próximas Navidades… — jadeó Harry, sospechando que, a ese paso, no contaría ni con el próximo Año Nuevo. Azorado e incapaz de controlar los escalofríos que le creaban remolinos en el líquido sinovial a lo largo de todo su excitado cuerpo, gimoteó y posó las manos sobre las coronillas de ellas, entremezclando con las yemas de los dedos las hebras pelirrojas y las morenas.

Jugaron, Megan y Claire jugaron con el deseo del hombre a su merced, acariciaron con las naricillas lo largo de la erección, lengüetearon la sensible uretra, sorbieron los testículos… Eran un dúo perfecto, una pareja de escarceos lujuriosos. Megan se llenó la boca conduciendo la verga hasta el tope de la garganta, disfrutando de la asfixiante sensación y un par de lagrimillas de placer le escarcharon las maquilladas pestañas. Claire, por su parte, recolectó a lengüeteadas la saliva combinada con el líquido preseminal que goteaba desde los ocupados labios de Megan hasta descolgarse del escroto.

El tic-tac de un reloj ausente marcó la medianoche y declaró la Navidad.

Harry deglutió, estrujando los intrincados mechones de pelo; el clímax le burbujeaba en lo hondo de las tripas, vaticinando un devastador orgasmo. Su polla iba de boca en boca, compartiéndose como un dulce. Condena, era como un Christmas Pudding [1] prendido en llamas . Puede, «sí», puede que debiera concederse algo más de aguante, tal vez, precisara alargar el momento, atarse el deseo a las suelas de los zapatos y pisotearlo, para permitir así que ellas prosiguieran deleitándose con él. Sin embargo, iba descalzo y el placer era demasiado como para reprimirse.

Las paredes reverberaban los sonidos que propalaban las mujeres al amamantarse, al compás de las tarascadas que infligían sus aguzados pezones en el tejido del sujetador y el runrún de los mojados y femeninos pliegues friccionando la ropa interior.

—Me voy a correr… —advirtió Harry con la voz tomada, animalesca. La linde que separaba al dolor del placer, en efecto, esa imperceptible línea, fue cruzada y… El esperma salió disparado, liberando copiosos caños blanquecinos con la violencia de los estallidos de un Christmas cracker [2] .
Claire y Megan se reclinaron hacia atrás, con las bocas abiertas y las lenguas fuera, regocijándose bajo la espermática nevada.

Y, tras el cañoneo que lo dejó sin munición, Harry jadeó en un revuelo de párpados. Extenuado, contempló a aquel par a sus pies, ambas centelleantes de su propia semilla. Y comprendió que esa noche no iba a recibir la visita de un tercer espíritu que le mostrase las Navidades futuras, sino que él había sido el único y verdadero fantasma del cuento. Gris, en soledad, melancólico hasta que Megan y Claire regresaron a su existencia.

Fin.

Autora: Andrea Acosta


[1] (IN) Pudín de Navidad: dícese de un postre tradicional de las Navidades cuyos orígenes se remontan a Inglaterra. Se cuenta que se suele flambear con brandy, puesto que dicho acto representaría la Pasión de Cristo. Del mismo modo que debe componerse de trece ingredientes en representación de los discípulos.

[2] (IN) Cracker navideño es una decoración navideña empleada en las mesas principalmente en Reino Unido. Entre dos comensales deben tirar de las esquinas del paquete con forma de bombón alargado y este se romperá creando algo de escándalo a la vez que ofrecerá un pequeño regalo y, por lo general, una broma.

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