Para mí la vida va por ciclos, que cambian con la época del año y con nosotros mismos. Últimamente tengo uno que me está durando más de la cuenta y viene al caso porque todos hemos pasado por ahí (¿creo?). Hoy os traigo una reflexión personal porque a mí la cabeza no me da para más y al parecer mis ganas tampoco: estoy con la libido por los suelos .
La primavera es una época que siempre resulta un poco rara. Hay un cambio estacional que para mí representa el verdadero cambio de año. En mi cabeza es como si enero y febrero fuesen un apéndice del año que terminó en diciembre, dando aún los últimos coletazos después de las fiestas. La cuestión es que en primavera es el cambio de aires, y aunque yo soy un espíritu de verano, que necesita sol y buen tiempo, siempre me altera un poco la sangre. La motivación se me viene abajo, me cuestiono mi existencia. Este año a todo eso y a la alergia se ha sumado un enorme desinterés por lo que viene a ser todo lo relacionado la alcoba. Que tengo las mismas ganas de follar que de que me den con un palo, vaya.
Tengo a mi follamigo de confianza abandonado en el olvido, y no soy capaz de mantener con él una conversación que vaya del “hola, qué tal”. Tengo mi succionador, y todos mis juguetes, esos que siempre me dan donde más me gusta, muertos de risa en un cajón. Me siento como una abuela. Hay una parte de mí que desea tener deseo, vivir refregada contra las paredes, pegarme a todo lo que vibre y de gustito, de dejarme la vida en los orgasmos . Tengo ganas de tener ganas de estar con alguien, de pensar en guarradas que hacer en una cama y buena compañía.
Me muero por tener ideas locas con las que explorar mi cuerpo. Probar nuevas zonas que me pongan a mil a solas o acompañada. Quiero tener ganas de probar el jengibre, la menta, juguetes nuevos, el humming y ver dónde y cómo me gusta más cada cosa. Porque seamos honestos, nuestro foco principal del deseo no está entre las piernas, sino en la mente. Si no tenemos ganas, ¿para qué probar nada nuevo?
La regla me acompaña en esta bajona emocional y se me alargan los ciclos hasta el infinito. Creo que es mi cuerpo respondiendo al entorno, teniendo pocas ganas de lanzar los restos de un óvulo fértil que no estaba destinado a convertirse en un bebé más con el que poblar el planeta.
Mi reflexión sobre esta astenia célibe es que puede ser que a todos nos pase. Puede ser que la sensación de tener la libido por los suelos es algo que puede ser que hayamos pasado, que la pasemos, que no, que sea del momento o que vivamos así. La cosa es que, por lo menos para mí, la vida, como la economía, como la historia, como el clima y la tierra, funciona por ciclos. Vienen y van como las mareas. Y todo a su tiempo, que todo vuelve. Yo espero que cuando termine todo, tenga ganas de más.