Lo femenino es pecado. Desde que la memoria es escrita se cuenta que Eva mordió la manzana y por ella venimos a este valle de lágrimas a sufrir. Eva fue débil, sucumbió a los encantos de la serpiente, cómo no, también femenina.
Pero nadie habla de Lilith. Nadie habla de que Adán necesitó de la parte femenina para sentirse completo. Nadie habló, solo calló.
Y si estos son los precendentes… cómo queremos que sea la actualidad. Si lo femenino es vergüenza. Es algo que hay que tapar y justificar. Disimular, ocultar y avergonzarse.
Pero hoy venimos a reivindicar, venimos a amar y dulcificar el mármol que talla nuestras curvas. El cuarzo rosa, el triángulo de la feminidad. Porque el cuerpo es lo más humano que tenemos. Lo que nos hace andar tierras y sentir aires. Lo que crea vida y es inicio y final de todo. Luz misma de las oscuridades mundanas a las que estamos sometidas.
Las mujeres formamos un aquelarre perfecto donde cada centímetro de piel es honrado e idolatrado como la más bella creación, que para eso vinimos.
Ama las piernas que te sostienen, pues ellas cargan el peso de todas tus predecesoras y te ayudan a caminar firme, recta, hacia delante. Honra tu espalda, la que posee el centro más bello y el equilibrio más puro. Venera tu vientre, solo tú eres capaz de generar vida, tú viniste de otro vientre… el saco más perfecto de la creación. En este lugar se genera el ciclo, las lunas de sangre, por eso las cosas más mágicas siempre pasan de noche. Adora tus pechos, pues pueden amamantar, te identifican, te hacen ser tú.
Tus ojos que son espejo de la pureza del alma, tu boca que expresa lo que eres, tus oídos que reciben las vibraciones de la pachamama… tu mente, que te trajo al aquí y al ahora. Tu corazón al que no te dejan escuchar, porque esta sociedad no está preparada para la libertad del ser.
Mujer, que naciste así. Me da igual como fuera tu envoltorio primigenio, naciste y te sientes mujer. Eres una más del aquelarre. Celebra la piel que habitas, dale las gracias porque es la que conecta tu yo del exterior.
Basta de la creencia de que el cuerpo femenino es algo de usar y tirar. Basta de tapar imperfecciones inexistentes. Basta de disimularnos a nosotras mismas por el qué dirán. Basta de no expresar nuestra sensualidad y sexualidad por miedo a ser tachadas de algo por mentes encerradas.
No te avergüences cuando tu cuerpo te pida el orgasmo. Déjate fluir, derriba barreras y ponte en valor. Que llegamos aquí las primeras y encima desafiamos al sistema. Basta de invalidación. basta de guerrar absurdas entre nosotras. Mujer, siéntete libre, que así naciste y así lo eres.
Lo femenino no es tendencia ni una moda. Lo femenino es alfa y omega de la vida, guerreras del día a día, niñas voladoras y hechiceras del miedo. Lo femenino es justicia divina.