Llevaba sin follar con mi contacto de confianza más de un mes, las cosas se volvieron un poco turbias entre nosotros, por lo que llamarle no era una opción y el Satisfyer cada vez que le miraba parecía decirme: “¿¡Otro!? ¿¡En serio!?”. El pobre estaba hasta las narices de mí. Pero qué voy a decir, me gustan mucho los orgasmos.
Así que por muy cansado que estuviese, ya estaba alargando la mano para darle otra vez. Mientras disfrutaba de sus ondas en mi preciado clítoris notaba que la intensidad iba bajando hasta que de repente… Puff las vibraciones desaparecen junto con mi placer. Lo miro y pienso: “No sé si me estás vacilando o sí que es verdad que estás cansado de mi”. Se me había olvidado por completo cargarle, así que con paciencia cogí el enchufe y lo conecté. El pobre necesitaba “alimento” para volver a las andadas.
Mientras tanto, no sabía qué hacer, así que hice lo que cualquier persona haría, entrar en redes sociales. Estaba pasando las historias de Instagram hasta que vi a una antigua compañera de clase con su pareja, el cual conoció en Tinder. Me entró la curiosidad y con tres golpes en la pantalla entré en la aplicación. Hacía meses que no la utilizaba así que mi móvil la había desplazado al final de la cola e incluso parecía tener telarañas de lo olvidada que estaba.
Pasé mucho tiempo deslizando a la izquierda hasta que de repente vi a un chico que me llamó la atención. Con los dedos cruzados moví la imagen a la derecha y en pocos segundos apareció un “¡It’s a Match!” grande y verde. A día de hoy sigo sin entender porque sale en inglés pero bueno, eso es otra historia a parte. No tardé en hablarle, ya puestos a que tenía que esperar a que mi juguete se cargara, pues no lo iba a hacer aburrida. Empezamos a hablar y me pareció una persona la mar de interesante. Se le veía inteligente, gracioso y además, era guapo. Después de estar hablando un buen rato con él, mi Satisfyer estaba cargado y listo para la acción, pero en lugar de cogerle, seguí hablando con este chico.
Era bastante atrayente, su forma de explicar las cosas y además, teníamos unos gustos muy parecidos en el deporte. Me contó un poco sobre sus estudios, donde trabajaba y sus aspiraciones para el futuro. Era mi prototipo de persona, centrado, realista, con los pies en la tierra y con objetivos. Todo pintaba perfecto.
Seguimos hablando y a los pocos días quedamos. Estaba muy nerviosa ya que nunca había quedado con alguien de Tinder, nunca pasaba de las conversaciones, pero la desesperación es lo que hace. Consigue que actúes. Me llevó a un sitio con vistas al mar, estuvimos hablando y él me dejó claro que solo quería un rollo, a lo que yo no le puse ninguna pega.
Las primeras impresiones no fueron muy buenas, es más, parecía una persona completamente diferente, no solo en el físico, sino que también en su forma de hablar. Esa persona inteligente y graciosa que había conocido a través de Tinder parecía no existir. Cuando empezó a hacer frío me ofreció ir a su casa. Rechacé su invitación, normalmente prefiero conocer a la persona y después terminar de “catar” en la cama. No me terminaba de convencer en persona, pero luego me dijo que estaba bastante nervioso porque hacía mucho que no quedaba con nadie desde su ex, por lo que le dí otra oportunidad. Esta vez en un bar con un mojito en mi mano.
Pero el chico seguía decepcionando. Es más, en cuanto a cultura general se quedaba bastante corto y parecía no tener opinión para nada. ¿Estas a favor de aborto? No sé ¿Te gusta el Gobierno actual de España? No sé. No sabía nada, y eso le quita bastante chicha a las conversaciones. Pero qué puedo decir, ya me había dicho que solo quería un “rollete” y como llevaba más de un mes sin follar, los requisitos mínimos habían bajado. No hace falta hablar en el sexo, al menos de temas transcendentales.
Así que esa misma noche le dije de quedar al día siguiente, a lo cual él aceptó de forma gustosa. Lo que no sabía era dónde me estaba metiendo. En lugar de ser una noche para recordar… fue una noche que estoy deseando olvidar.
CONTINUARÁ…