Escuchar la explícita y cachonda canción de Sexo en la calle, interpretada por Los de marras, suele hacer que la mente divague. Suenan los acordes e imaginas un encuentro fortuito en un callejón, un escarceo en un ascensor, una escaramuza en un parque o un polvazo sobre el capó de un coche. Parece fácil disfrutar de los placeres callejeros, pero es compatible la prevención con la improvisación para que un vecino, o un policía, no os pille a calzón quitao.
La discreción es la primera recomendación. El morbo de ser pillados excita hasta que, efectivamente, te cazan y se te acaba el chollo. El balance no sale a cuenta, así que antes de nada aseguraos de que no hay nadie en las proximidades. Si quieres pasar un buen rato al aire libre y no tienes donde, puedes apostar por algún callejón o alguna calle poco transitada. Seguro que en vuestra ciudad tenéis localizados algunos de estos lugares, así que aprovechad la luz del sol para caminar con los ojos bien abiertos y apuntar posibles recursos para un orgasmo sin interrupciones.
Zonas como los parques o playas suelen ser típicas para un buen revolcón. Esta idea no se os ha ocurrido solo a vosotros o a nosotros, sino que puede haber mucha más gente que se acerque a esas áreas. Relajad el calentón por unos instantes y buscar un sitio quizá más lejano de donde estéis, pero que a medio plazo os dará más tranquilidad. ¡Ah! Y no olvidéis que hay personas con la mano larga y buena vista, así que cuidado con dejar por ahí tirados el móvil, los bolsos o incluso los pantalones. Nunca se sabe.
El sexo en la calle exige, como en cualquier cama, jacuzzi, coche o donde quiera que hagáis vuestras guarradas, protección. Meter un preservativo en la cartera te ayudará a que, si ligas en la noche, esa persona quiera seguir adelante. Sin condón se dificulta que os toque buscar un escondrijo nocturno para rubricar vuestra pasión.
Los de Marras canturrean que el patio de un colegio es un buen lugar para el sexo callejero. Sin duda. Otros optan por los cementerios y hay quien prefiere la sordidez de un garaje. A falta de pan… Una recomendación al respecto es el sigilo, ya que los vecinos no tardarán en actuar si encuentran restos de preservativos, manchas y olores sospechosos. Si, como la banda valenciana, os inclináis por el ascensor, recordad que hay gente que sale a pasear al perro a las cinco de la mañana o que bajan a correr (correr, no correrse) a horas en las que algunos de vosotros estáis buscando dónde follar. No hace falta decir nada más.
Sexo en la calle: comodidad, tirones y lumbagos
Duele mucho escribir esto, pero a veces el sexo en la calle exige cierto esfuerzo físico. Si la bocacalle tapiada donde ese ligue veraniego te ha llevado a paso rápido no es precisamente un lugar acolchado, probablemente os toque hacerlo de pie. Nada nuevo, ni malo, incluso estimulante. Pero ya sabéis que el cuerpo humano ya no está para estos trotes, así que cuidado con los tirones musculares o ese dolor que surge en el momento menos oportuno.
No pasa nada: hay otras opciones. La posición del perrito no siempre exige rodilleras; la Amazona, a poco que se forme un pequeño montículo de prendas sobre el que apoyarse, puede ser hasta cómoda. Sabemos que el sexo en la calle tiene mucho de sangre y poco de cabeza, pero nos agradeceréis estos consejos cuando el domingo por la mañana os despertéis sin las rodillas como cuando jugabais en el patio escolar.
Quien tiene un picadero tiene un tesoro. Esa lección os la debéis tatuar como Biblia del sexo en la calle. Una vez descubierto ese lugar tranquilo, discreto, tal vez cómodo y alejado de miradas inquietas, no lo vayas pregonando por ahí. La gentrificación también afecta a los lugares más íntimos. Lo mejor será apuntarlo y guiar rápidamente a la compañía nocturna para que nadie interrumpa ese aquí te pillo aquí te mato que, por qué no, puede tener allí la sede oficial.