Este año nos ha pillado a todos con el culo al aire, como quien dice. Quien más y quien menos ha sufrido las consecuencias de la pandemia y ahora llega el orgullo y, como todas las otras fiestas en Madrid, por culpa del virus que nos ha tenido encerrados tres meses en nuestras casas, las fiestas del orgullo en 2020 se han ido al garete. Pero ojo, no es una batalla perdida, ni siquiera prorrogada. El orgullo 2020 se celebrará como todos los años, aún abandonando la parte más festiva y divertida, esta situación y todo lo que nos ha traído este año hace que la llama de la reivindicación, el verdadero espíritu del orgullo LGBTIQ+ se manifieste entre todos los que pertenecemos o apoyamos a la comunidad.
Este año nos metimos en casa después de la muy atacada manifestación del 8M. Pero eso fue después de que el debate enfrentase a las feministas como lleva pasando ya un tiempo. Ya estaba abierto sobre una herida que existe en el punto en el que la comunidad trans y queer converge con teorías feministas que hablan de sexo e identidad de género, y la misma esencia del feminismo se pone en tela de juicio.
Y la brecha, se ha reabierto hace un par de semanas con un conflictivo documento autodenominado feminista, que enfrenta a personas que hablando de integración discriminan a colectivos que también sufren la represión y la discriminación prejuiciosa de la sociedad. Se trata de un documento cuyo mayor peligro es que, viniendo dado por un partido político, establece sus argumentos como la verdadera, única e irrefutable forma del feminismo, identificando como atacantes del movimiento a otres feministas y aliades que alejan la cuestión principal del movimiento del verdadero problema.
Por otro lado, este año también destacan las manifestaciones iniciadas en los Estados Unidos por la muerte de George Floyd en pro del respeto por las vidas negras y racializadas, y la denuncia de prejuicios que llevan a abusos tanto policiales como civiles hacia la comunidad negra y racializada. Manifestaciones que han acabado en revueltas que mucha gente ha criticado. Y dentro del mismo colectivo LGBT, se ha tenido que recordar a los propios miembros de la comunidad que el día del orgullo empezó precisamente con una redada en un bar frecuentado por personas lesbianas, gays, transexuales y del colectivo que derivó en altercados violentos. Unos sucesos que evolucionaron a manifestación anual y que tras mucho tiempo está empezando a dar sus frutos, aunque aún quedan muchos pasos que dar hasta la igualdad real. Es importante recordar, este año más que nunca, que las revueltas de Stonewall no solamente defendían los derechos de la comunidad LGBT, sino que también estaba mezclada con la turbulencia de los años 60 en los que (¡sorpresa!) las personas racializadas también defendían sus derechos y también eran brutalmente reprimidas por la policía en sus manifestaciones.
Es en este punto en donde la comunidad LGBT converge también con el colectivo racializado porque, a fin de cuentas, igual que con el feminismo, lo que se busca es la igualdad. No solo de derechos legales, que en eso ya vamos por muy buen camino, sino también por la igualdad real, a nivel social. Cuando a las mujeres no nos violen ni nos maten de forma sistemática, cuando nadie se sienta avergonzado por llevar públicamente su orientación sexual, cuando la transición de una persona trans sea algo normalizado, que no provoque miradas raras, preguntas incómodas ni fetichizaciones extravagantes, cuando a nadie se le ataque por su condición de género, raza, apariencia o identidad, ahí será cuando el orgullo sea una fiesta para celebrar y no una manifestación para exigir una igualdad que se supone que tenemos (pero de la que algunos se privilegian más que otres).
Aún dejo otros movimientos fuera, pero a fin de cuentas el punto es que todas estas protestas se dan por un sistema que ha dividido a lo largo de la historia a las personas en grupos que poseen más o menos derechos según ciertas circunstancias de su entorno e identidad. Por todo esto, es importante recordar que este año, igual que todos, nos manifestaremos con fuerza y orgullo para recordar a las víctimas de la represión en la que vivimos. Para exigir que nuestros derechos no son algo negociable, y que lo único que hay que debatir al respecto es la manera de que cale bien profundo en todes sin excepción, que no debe haber niveles de legitimidad de personas.
El orgullo 2020 no tendrá carrozas, ni bailes, ni manifestaciones multitudinarias, pero se mantiene fuerte y orgulloso