El despertar sexual en la adolescencia

Es la primera clase del día, nueve de la mañana y -llamémoslo así-Adolescente varón X va a descubrir ese día algo que cambiará el resto de su vida. Adolescente varón X sigue la jugada de su compañera Adolescente hembra Y, corriendo por la pista, hasta que en un momento sus ojos se detienen en algo. La pelota, el partido, el puñetero frío  de estar al aire libre una mañana de enero, no importan, porque adolescente varón X acaba de realizar EL DESCUBRIMIENTO: los pechos.

Por supuesto que ha visto pechos durante toda su vida, su madre, su hermana, descuidos totalmente intencionados en la televisión… Pero lo que ha descubierto es que el bamboleo rítmico de las dos glándulas mamarias de Adolescente hembra Y le provocan algo que hasta el momento no había experimentado. El pezón marcado bajo el sujetador deportivo de Adolescente hembra Y protagonizará todas sus noches, clases y comidas familiares.

Así comienzan cientos de historias acerca del despertar sexual, no es necesario una gran exhibición de cuerpos desnudos o imágenes explícitas. Un sólo detalle, un pensamiento que cruza por la mente de un zagal a punto de estallar en un combinado de hormonas, abre la brecha en la que comienza su experiencia adolescente y se aleja de la edad infantil.

Krauskopf (1982) define este periodo como «el período crucial del ciclo vital, en el cual los individuos toman una nueva dirección en su desarrollo, alcanzando su madurez sexual, se apoyan en los recursos psicológicos y sociales que obtuvieron en su crecimiento previo, recuperando para sí las funciones que les permiten elaborar su identidad y plantearse un proyecto de vida propia.»

Todo cambia (y no a la vez)

El desarrollo durante la adolescencia puede ser asincrónico, la parte biológica, emocional, cognitiva y social pueden no crecen a la par, lo que puede desembocar en una gran frustración para el joven. En el caso de las mujeres en el que la pubertad aparece mucho antes que en los hombres, la adolescente puede experimentar un gran desconcierto al encontrarse en un cuerpo desarrollado pero con una mentalidad aún no propia de la adolescencia.

Además en este crecimiento pueden influir otros factores externos como citan Coleman y Hendry, el tipo de familia, de entorno, el barrio o incluso el clima político en el que viven. Véase el ejemplo del Mayo del 68 francés, en el que la cadena de protestas políticas supuso el germen de todo un movimiento en el que Wilhem Reich escribió el manifiesto de ‘La revolución sexual’.

Grupo de adolescentes. | Imagen: flickr.com/sheilatostes
Grupo de adolescentes. | Imagen: flickr.com/sheilatostes

La psicóloga y terapeuta familiar María Elena Gumucio distingue el desarrollo sexual durante la adolescencia en tres áreas:

  • La física: Aparecen los caracteres sexuales secundarios que preparan al individuo para participar en el acto sexual.
  • La psicológica: El adolescente empieza a tomar consciencia del sexo, comienza el proceso de conocimiento, la curiosidad y sus intenciones hacia ello. El pensamiento proposicional le permite imaginarse como persona sexual y elaborar planes. La mayoría de estas actividades ocurren en la imaginación del adolescente. .
  • La social: Es la involucración sexual efectiva con otras personas la que se refleja en sus elecciones de objetos sexuales siendo cada expresión un reflejo de la experiencia contextual del adolescente.

En esta etapa el principal trabajo de los jóvenes es determinar su identidad, una labor ardua que marcará su comportamiento en los años venideros.

La construcción del imaginario sexual

En España hasta los años 70 lo que los jóvenes sabían sobre el sexo era gracias al boca a boca, las miradas furtivas desde un escondite durante un momento voyeur con algún familiar  y poco más. La imaginación hacía el resto. La generación de los 90 a su vez intentaba descifrar la película porno de los viernes a las doce en Canal +. Cuántas retinas se habrán derretido intentando sacar algo en claro de la codificación de un cunnilingus.

Caitlin Moran, periodista y escritora británica afirma que «la imaginería sexual de la adolescencia es la más intensa que tendremos jamás. Dicta los deseos para el resto de nuestra vida. El destello de un beso en la tripa equivale en ese momento a un millón de escenas de pornografía dura y fisting a los treinta años». En su libro ‘Cómo ser mujer’ reclama más pornografía, ya que considera que la industria pornográfica se está cargando todo lo que anteriormente citábamos.  «La pornografía gratis y explícita del siglo XXI ataca la imaginación sexual de los hombres y mujeres como si fuera un antibiótico, y acaba con todo el misterio, la incertidumbre y la duda, buenos y malos».

Hace unas semanas DJ Pangburn diseccionaba en la revista Vice el último videoclip del grupo Tame Impala, calificándolo como una «fantasía sexual surrealista adolescente». En esos años donde las hormonas chocan con deseos sexuales tan intensos que a la vez tratamos de reprimir no es raro que alguno acabe deseando montárselo en una pista de patinaje, con un gorila de por medio y pintura multicolor. Porque esa es la mente de una adolescente cachondo y sexualmente sano, un despertar variopinto de sensaciones. Bendita imaginación.

TAME IMPALA ‘The Less I Know The Better’ from CANADA on Vimeo.

En la novela ‘Las Edades de Lulú’ de Almudena Grandes, la protagonista aún desconocedora de las relaciones sexuales comenzaba a masturbarse con una flauta. La visión de un objeto fálico y pese a desconocer aún cómo era un miembro masculino, el ser humano busca el placer inconscientemente. Cuando la masturbación entra al terreno de juego se da el siguiente paso en la maduración sexual. Aquí es cuando la fantasía se torna en deseo, pasa del plano mental a la necesidad de realización.

La educación sexual de nuestros jóvenes es tan básica como enseñarles Física o Filosofía, es enseñarles las señales que se encontrarán en el camino de su desarrollo humano. A la vez este hecho es duro para los padres, admitir que sus pequeños entran en la liga del sexo, por ello hay que prepararles desde desde el banquillo. Que salgan a calentar libremente pero siempre con unos valores y el respeto.

Esto permite que un chico reconozca que tener fantasías con un compañero de clase no significa explícitamente que sea homosexual, que puede que sí, pero que su imaginación sólo se está dejando llevar. Está explorando, jugando, creciendo, convirtiéndose en un futuro adulto que podrá manejar su vida sexual de una manera sana.

IMAGEN DE PORTADA: flickr.com/fotograzio

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