El fenómeno de los «hombres conejo» en polvos de una noche

Hoy en El Sexo Mandamiento venimos a hablar de los sorprendentes a la par que abundantes “hombres conejo”, del machismo, los polvos de una noche y la pereza. Aunque a primera vista no exista una relación evidente entre estos conceptos, nos podemos encontrar con todos ellos en un par de horas de una sola noche cualquiera.

Supongamos que salimos un sábado a cualquier bar o discoteca de cualquier ciudad con ambiente joven considerable. Llega el momento en que ves al TÍO –sí, en mayúsculas porque es el más guapo a la vez que atractivo del lugar-, sonríe, te invita a una cerveza, jijijaja y llega el momento en que te susurra que te vayas de allí con él y tú, despreocupada, joven y con las bragas como un pantano desbordado, aceptas y acabáis sin ropa en tu casa o en la suya.

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La comida de oreja siempre es un buen recurso.| Fuente: Flickr.com.

Entonces llega el quid de la cuestión, ¿durará o será express? Ilusa de ti, esperas que dure pero ya no hay vuelta atrás porque ya se sabe que una vez quitado el precinto, el producto no se puede descambiar, así que al lío. Y de manera incomprensible, ese hombre tan maravilloso con pinta de empotrador que te tenía preparado el oro y el moro, resulta que te mete cuatro embestidas mal hechas y se desploma.

Eso sin mencionar que, previamente, si no has tenido la intención de bajar a hacerle una felación, suelen presionarte tímidamente la cabeza hacia abajo sin comprender que quizá, si no lo has hecho ya, sea porque no te apetezca, no te guste o simplemente prefieras que lo hagan ellos primero –por esa loca tendencia del ser humano a devolver favores o placer, cosa que algunos de estos individuos no comprenden-.

Tanto es así que muchos de ellos, como ya hemos dicho y como titulamos este artículo, entran dentro de la categoría de “hombres conejo” por eso de penetrarte unas pocas veces sin cuidado, lubricación ni pensando en la otra persona, correrse y tirarse a dormir.

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Di ‘¡NO!’ a los «hombres conejo» que se corren y se olvidan que existes. | Fuente: Flickr.com.

Esto nos lleva al tema del egoísmo y la falta de empatía, la ausencia de comunicación y, sobre todo, la PEREZA que da tener que explicarle a cada hombre aleatorio que te baja las bragas qué es lo que te da placer y qué no, porque ni ellos se molestan en trabajar esa parte. Cada persona es un mundo, por tanto, cada vagina y cada pene, también.

Esta falta de comunicación puede desembocar en un desastre de noche cuando podría haber sido un fin de fiesta maravilloso, por ello hay que tener muy en cuenta los gustos del otro, preguntar –porque no es malo, ni quita años de vida ni nada de eso, que parece que sí, pero no- y, sobre todo, no pensar sólo en uno mismo.

Todo esto pretende ser explicado por medio de una cultura machista contra la que se está luchando sin miramientos pero que aún permanece, movida por este egoísmo del que hablamos.

Fuente: Flickr.
«El orgasmo es de quien lo trabaja». | Fuente: Flickr.com.

La idea preconcebida del hombre como superior a la mujer y del ‘yo me corro y si tú no lo has hecho, problema tuyo’ sigue muy presente. Porque, como ya sabemos, las mujeres tardamos más tiempo en alcanzar el orgasmo que los hombres, aunque parece que todavía hoy en día hay que ir dando lecciones de saber comportarse en un polvo aleatorio como quien imparte lecciones de protocolo.

El sexo es maravilloso pero no egoísta, es algo entre dos, es consenso, empatía, generosidad y comunicación, tanto si te empotran en el baño de una discoteca a lo ‘aquí te pillo, aquí te follo’, como si se trata de una relación de varios años.

Imagen de portada: Pixabay.com.

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