«No hace falta que lo admita si eso pone en peligro su sentimiento de masculinidad. Ya sé que ustedes los hombres creen que el tamaño de su tozudez se corresponde con el de sus vergüenzas». La frase la acuña Isabella Gispert, personaje con el que Carlos Ruiz Zafón atormenta al ensoñado prisionero del cielo David Martín en El juego del ángel (2008) y muestra cómo el tamaño del pene se asocia a la masculinidad, ergo a mayor dote, mejor que mejor. ¿Y si entre las piernas se esconde un macropene?
Que el tamaño no importa es una de las frases más manidas en esto del sexo y, a falta de una regla universal que lo ratifique, quizá sea cada persona la que tenga que sacar sus propias conclusiones. Lo que tampoco está publicado en ningún libro del saber universal es que el tamaño de su miembro es una de las grandes preocupaciones de los hombres, que tienen en su entrepierna un motivo para el orgullo si este supera las dimensiones medias o, por qué no decirlo, las dimensiones fálicas de su entorno.
Ahora bien, como bien dice la perspicaz Isabella, un exceso de carga puede traer efectos negativos, aunque no solo en la clásica obcecación varonil, sino en el desempeño sexual, materia que también se encuentra en el Olimpo de las reflexiones masculinas. Sin entrar en si el macropene significa invariablemente un alto de grado de terquedad, en menesteres amatorios supone que el tamaño sí que importe, aunque no como ellos quisieran.
¿Qué es el macropene?
Para definir un macropene hay que acotar unas medidas de 12 centímetros en estado de flacidez y superar los 22 cuando se llega a la erección, aunque con un matiz: el requisito es que el pene siga creciendo en edad adulta. El falo suele dejar de desarrollarse durante la adolescencia, así que rebasar los 22 centímetros sin que haya crecido tras este periodo simplemente significa que el pene es grande, mientras que el macropene exige que este prorrogue su expansión.
El porqué de la macrofalosomía no es genético, sino que se trata de un trastorno vinculado a la glándula hipófisis, la responsable de regular el sistema endocrino. Por consiguiente, los poseedores de estos generosos penes se enfrentan a una serie de complicaciones derivadas de esta circunstancia y que deben tener muy en cuenta de cara a su vida sexual.
Para empezar por el principio, a la hora de utilizar un preservativo la cuestión de las tallas siempre es primordial. Quizá por la ya mencionada tozudez o el desconocimiento, las personas de pene grande no siempre recurren a los condones más adecuados para ellos, sino que se empeñan en seguir utilizando los de dimensiones convencionales. Además de elevar las probabilidades de accidentes porque la penetración no cuente con la fluidez adecuada y el preservativo se pueda enrollar en el tronco del pene y posibilite la liberación del semen, entra en escena el disfrute del encuentro sexual.
Un macropene sin la protección más adecuada supone que su poseedor no pueda penetrar con plena comodidad, dado que el pene habitualmente está apretado tanto de largo como de ancho y se dificulta el flujo sanguíneo de la erección. Asimismo, el factor psicológico entra en escena cuando el hombre ve cómo no puede rendir al 100 % y puede perder la concentración a causa de esta molestia. La solución, por tanto, es tan sencilla como poner alguna que otra X a los preservativos masculinos.
En cuanto a la erección en sí misma, no es lo mismo nutrir de sangre un pene de 13 centímetros que otro de 25. El sistema circulatorio se tiene que afanar por mantener el flujo, y se puede dar la circunstancia de que se produzca alguna irregularidad y se dé alguna disfunción ocasional.
Con respecto a la otra parte del sexo, en una relación heterosexual el tamaño también puede suponer un quebradero de cabeza. En posiciones particularmente profundas, un miembro grande puede hacer daño en la vagina y sus paredes, una incomodidad que dificulta posturas como la del perrito. La lubricación se antoja particularmente esencial, ya que en caso de no ser la adecuada el dolor puede ser mucho más alto.
A nivel de primeras impresiones, una chica sabedora de que su vagina no es particularmente profunda o ancha puede verse poco atraída por un pene tan grande, pues es consciente de que puede generarle molestias. Por tanto, se cierra la posibilidad de que haya un encuentro sexual que no siempre implicaría dolor si se toman las prácticas adecuadas.
La misma dificultad se presenta no solo por vía vaginal, sino anal. Si ya este conducto requiere una óptima lubricación y dilatación, incluso con artículos sexuales específicos para llevarla a cabo, un macropene multiplica el riesgo de dolencias por practicar el sexo anal o incluso desgarros si se ejecuta con excesiva intensidad y sin las precauciones recomendables.
Prácticas como el sexo oral también requieren ciertas dedicaciones para que las felaciones puedan disfrutarse con normalidad. Es importante ser consciente de las dimensiones de la virilidad y de la intensidad en el caso de que la felación pase a irrumación, ya que un exceso de ímpetu puede hacer mucho daño en la garganta de la parte que la suministra, por muy profunda que sea.
El macropene en el día a día
Más allá de en las prácticas sexuales, un pene grande tiene también vida normal junto a su poseedor, así que hay que saber tratarlo bien. En primer lugar se ha de tener en cuenta el factor de las erecciones espontáneas, esas que sin previo aviso hacen acto de presencia en el trabajo, en clase o en el transporte público y que pueden causar un importante sonrojo en el caso de que sean percibidas por algún observador indiscreto.
En cuanto a la ropa, los pantalones muy estrechos o ajustados pueden suponer una prisión para un macropene (o cualquier pene en general), así como la ropa interior cuya talla no se adapte a lo que esconde. Un hombre tan bien dotado debe tener en consideración que durante un día se producen una 12 erecciones, de ahí que, por ejemplo, la compra de un bañador deba ajustarse también a esta situación.
Para realizar alguna actividad deportiva, como puede ser el caso de salir a correr o montar en bicicleta, todo depende del tipo de malla o prenda que se utilice para no angustiar al pene. Unos boxer pueden ser muy útiles para tener sujeta, que no prieta, la entrepierna y hacer perfectamente compatible el ejercicio con un miembro grande.
Ahora bien, una cosa es que el macropene requiera ciertas precauciones y otra es que sea apocalíptico para la vida sexual de quien lo posee entre las piernas. Ser consciente de estas recomendaciones conduce a un pleno rendimiento y, por qué no, que la persona o personas que lo vaya a disfrutar también celebre estos centímetros de más y perdone esa supuesta tozudez vinculada a las grandes vergüenzas de las que habla Isabella.