La vida son detalles, factores aparentemente pequeños que terminan convirtiéndose en decisivos para el seguir de los acontecimientos. El sexo, como una de las facetas más importantes de la vida y a la vez desencadenante de la misma, no es excepción. Los pechos femeninos son una de las grandes fijaciones de la vida sexual, pero la parte que más llama la atención es pequeña, redondeada y ligeramente protuberante: los pezones.
Efectivamente, algo tienen los pezones para que la fijación hacia ellos sea tan intensa, tanto por acción como por prohibición. No hace falta destacar que esta corona del seno ejerce una atracción cuasiirresistible y que incluso las campañas de publicidad se valen de ellos para engancharnos a sus productos, pero sí hay que recordar que en Estados Unidos y otros países mojigatos los pezones están mal vistos y se censuran a modo inquisitorial.
De vuelta al tema sexual que ocupa estas palabras, ellas bien saben que estos dos salientes de sus pechos son sinónimos de unas sensaciones placenteras muy bien recibidas cuando se estimulan. A su vez, el público masculino también disfruta posando su atención en ellos. Dado que el cuerpo ofrece un mapa erógeno amplísimo, ya que el sexo va mucho más allá de los meros genitales, incorporar estos puntos a los encuentros sexuales y prestarles la atención que se merecen amplía el abanico del disfrute.
Cómo estimular los pezones: preliminares
Para empezar por el principio, durante el calentamiento previo a toda cita sexual que se precie es indispensable tomarse un tiempo en el pecho femenino. Uno de los más graves errores en esto del sexo es vincular la intensidad del placer con la intensidad o velocidad del contacto, una relación que no es directamente proporcional sino que depende de la maña y la atención que se presten. Como se detallaba antes, es preferible la delicadeza a la obcecación. Un hielo puede romper todo el clima sexual si se aplica directamente sobre el pecho femenino como quien añade un cubito a su gin-tonic, pues ¿a quién le gustaría que le echaran encima un gélido hielo sin avisar y se lo pasaran a lo bruto por la piel?
Lo más adecuado es pasarse el hielo por la boca y besar y acariciar los pezones con los labios fríos, un contraste de temperatura no tan elevado pero sí suficiente para que las terminaciones nerviosas de esta parte del cuerpo se exciten y manden sus estímulos por todo el sistema nervioso. Una vez el pecho ya esté más acostumbrado a esta bajada térmica puede entrar en juego el hielo en sí y deslizarlo por el seno preferiblemente en círculos.
En cuanto a las plumas, acariciar toda la piel con una de ellas conduce a un cosquilleo excitante y estimulante, especialmente si se ejerce en las zonas más sensibles para cada uno de nosotros. Recuerda, aunque haya puntos habitualmente muy placenteros, cada persona cuenta con sus preferencias y agradecerá que la atención recaiga sobre ellas. Además de los pechos y sus pezones, pasar la pluma por los hombros o los costados es una buena idea para ir potenciando el deseo.
Si no hay hielo o plumas en las proximidades o preferís los métodos de excitación tradicionales, de nuevo hay que recordar que las prisas y el exceso de intensidad pueden arruinar un encuentro que podría ser incomparable. Está muy bien pegar un mordisco de vez en cuando y descubrir las posibilidades que ofrecen los dientes, pero con la mesura suficiente como para que la receptora de tus dentelladas no termine como Mata-Hari.
En este juego de boca-pezones la lengua cobra un papel particularmente protagonista. Los movimientos circulares son una de las claves en la estimulación sexual, sea en el espacio geográfico corporal que sea, y no deben ser excepción en la parte más preciada del busto femenino. Combinar mordiscos con lametones y cambios de presión permite variar la forma en la que la beneficiaria recibe el placer.
Cómo estimular los pezones: el sexo
Una vez se ha generado el ambiente propicio para pasar a la acción es importante recordar que el binomio pene-vagina está muy bien, sí, pero es mucho mejor cuando se complementa. Aquí entran en escena los pezones y los pechos, dado que hay múltiples posturas en las que es muy fácil realizar la penetración al mismo tiempo que se trabaja con los senos.
Así, cuando la mujer es quien está arriba y controla los ritmos, el hombre puede atraerla hacia así o erguirse hasta que su boca coincida con los pechos y pueda también morderlos o potenciar las sensaciones que estos proyectan. Por su parte, en la posición del perrito difícilmente -en caso afirmativo, por favor, contactad con nosotros- podáis poner las tetas al alcance de vuestros labios, pero esto no implica que las manos no puedan pellizcarlos o apretarlos con la perfecta mezcla de intensidad y delicadeza.
Igual ocurre cuando ella y él están tumbados de forma horizontal sobre el lecho que los acoja, dado que en el cara a cara también existe un acceso cómodo a los pechos para involucrarlos intensamente en el rumbo sexual. Independientemente del tamaño o la forma de los senos o de los propios pezones, ya que difícilmente puedas encontrar a dos iguales, forman una parte indispensable del abanico erógeno con el que la naturaleza ha dotado al ser humano.
Nuevamente, y como siempre ocurre en el mundo del sexo, la originalidad y las ganas de experimentar se convierten en magníficas aliadas para explorar nuevas posibilidades y vías de encontrar el placer. El consenso y la legalidad son las dos únicas fronteras que no se deben propasar para disfrutar de la sexualidad sea con quien sea.
P.D. Por cierto, ¿sabías que tus pezones están alineados en vertical con los lóbulos de tus orejas? Haz la prueba… o invita a otros a que te la hagan y ya después que pase lo que tenga que pasar.