Los hombres y las mujeres somos dos sexos diferentes, a pesar de compartir actividades, profesiones o aficiones. El estilo comunicativo también es un aspecto en el que no estamos de acuerdo en la pareja.
Así que el título del famoso libro Los Hombres son de Marte, Las Mujeres son de Venus, del escritor John N. Gray, tiene parte de razón. Nacemos en cuerpos con dotaciones y habilidades diferentes, con unas características más marcadas que otras, e incluso, en algunos casos, es posible que algunos hombres tengan cualidades femeninas, y al revés. Esto es completamente posible, por raro que parezca a simple vista.
Lo explicaré de forma sencilla. Imaginad que tanto hombres como mujeres tienen una pared compuesta por ladrillos. La pared global de la mujer es rosa y la del hombre, azul. Cuando nos acercamos a cada una, comprobamos que hay ciertos ladrillos diferentes. Más azules, más violetas, más fucsia… Tanto en la pared de uno como del otro. Así se explica que todas las personas seamos únicas y diferentes, con peculiaridades entre un sexo y otro.
Evitar y reaccionar en pareja
Esto también explica los conflictos de pareja y los diferentes estilos comunicativos.
Mientras las mujeres utilizan el diálogo para expresar sus preocupaciones, emociones y desahogarse, los varones solo lo hacen cuando buscan una solución o una acción. Los dos estilos comunicativos son factibles y adecuados, pero cuando uno habla con el otro aparecen los problemas. Ellas se quejan de que no les escuchan. Ellos de que sus parejas hablan sin sentido. De ahí que exista tanta frustración que desencadene en un conflicto de pareja.
El lenguaje más cercano, la expresividad y el contacto ocular suelen ser aspectos destacados en la mujer. El otro sexo no mantiene los ojos tan atentos en su interlocutor, se distrae y solo interrumpe la conversación para ejercer control. Esto último puede desencadenar en un problema, ya que ella interpretará que interesa el tema de conversación o que se intenta evitar.
Lo mejor para tener una relación de pareja saludable es tratar de llegar a un punto intermedio. Para ello ambas partes deberán hablar y gestionar lo que les sucede. Pueden establecer unos momentos del día donde ella pueda hablar y desahogarse y, otros, en el que se mantengan callados realizando una actividad juntos como ver la televisión, cocinar o correr.