Hoy vamos a hablar del sexo anal, uno de los temas más silenciados o tabúes que existen en el sexo. ¿No nos gusta la puerta de atrás? Como siempre defendemos desde El Sexo Mandamiento, para gustos los colores aunque si algo no lo pruebas, nunca sabrás si te puede gustar o no.
Efectivamente, el sexo anal siempre ha sido visto como algo sucio o transgresor y, sin embargo, los orgasmos anales también pueden llevarte a niveles de placer que equiparan o superan al resto de los orgasmos incluso para los hombres. A estas alturas no hace falta decir donde tienen el Punto G los hombres… ¿no?
Uno de los secretos del sexo anal es que los esfínteres del culo (los músculos en forma circular) funcionan de manera independiente, es decir, que lo que puedes experimentar a través de ellos se multiplica por partida doble.
Por el esfínter externo no tendrás que preocuparte porque lo puedes manejar a tu voluntad. Sin embargo, el interno se guía por los reflejos nerviosos de tu cuerpo (o el de tu pareja) por lo que la ansiedad, el miedo o el dolor harán que se contraiga dificultando la penetración. Ahí te van unos consejos de salud180.com para evitar posibles lesiones de las que luego nos arrepintamos:
Uno de los puntos claves será masajear la zona, más por fuera que por dentro para relajar a la persona que va a ser estimulado. Esto ayudará a relajar los músculos además de incrementar la excitación. Se puede acompañar de juegos o caricias por la zona genital. Para los más atrevidos, se puede utilizar incluso la lengua, tan eficaz a la hora de la estimulación sexual. Recordad que es necesario mantener unas mínimas medidas de higiene y protección para evitar disgustos.
Llega el momento de la penetración. Es aconsejable empezar con el dedo o con algún juguete sexual para dilatar poco a poco el ano. Con cuidado y con esmero se pueden conseguir grandes resultados si se gira el dedo o se describen círculos. Ya sabes, imaginación al poder y precaución. Es recomendable a la vez introducir el pene lentamente al principio para evitar desgarres. Una vez acostumbrado el esfínter, puedes incrementar el ritmo y la fuerza a tu antojo.
Así que ya sabes. Mucho cuidado, ambiente relajado y a probar cosas nuevas. Si ves que tú o tu pareja estáis demasiado tensos os recomendamos ritmos lentos o un poco de lubricante, muy recurrido en cualquier penetración.